Sabado 20 de abril 2024

Importancia estratégica

Redacción 25/05/2023 - 00.32.hs

Cristina Kirchner ratificó que no será candidata en las próximas elecciones. Como es lógico, las repercusiones del anuncio giraron en torno al evidente vacío que esa decisión produce en el interior de la coalición que hoy está en el gobierno: quedan pocos días para ordenar el mapa interno, los modos de resolver las candidaturas y-tal vez lo más importante- quiénes ocuparán los lugares principales en las listas.

 

Cristina no “renunció” a ser candidata, está proscripta por la estructura que copó uno de los tres poderes de la república. Es decir, no estamos ante un suceso circunstancial, sino ante el acontecimiento que señala la crisis terminal del orden legal recuperado hace casi justamente cuarenta años. Poco después del triunfo electoral de Macri en 2015, el recién designado embajador de Estados Unidos en nuestro país dijo que venía a la Argentina a colaborar en el “fortalecimiento” del poder judicial para mejorar el clima de negocios entre ambos países. Después de la puesta en marcha de esa colaboración, las garantías constitucionales están seriamente afectadas en nuestro país. Y es imposible separar esta saga colonial de las afirmaciones repetidas y sistemáticas de funcionarios de lo que todavía es la principal potencia mundial respecto de la preocupación que les produce la fluidez alcanzada en las relaciones del gobierno argentino con el de la República Popular China.

 

No es un determinado resorte del poder político argentino el que está en crisis. Lo que está en crisis es la propia democracia. No es una crisis parcial, ni de un gobierno circunstancial: es una crisis de régimen. Es por eso que la elección próxima tiene una especial importancia estratégica. ¿A qué se debe la proliferación de actores políticos que se sienten en condiciones de vociferar contra los derechos humanos, de llamar a la violencia, de negar derechos a los sectores más débiles, de militar apasionadamente a favor del negacionismo respecto del terrorismo de estado en los años setenta? Hay un operativo sistemático -y muy evidente- dirigido a revisar la historia de los últimos cuarenta años en nuestro país, de convertir a los criminales en víctimas, de cerrar el capítulo de la lucha por la verdad y la justicia y reemplazarlo por un revisionismo oligárquico y dispuesto a la violencia.

 

Es necesario tomarse muy en serio la elección de octubre. No es solamente la elección de un elenco de gobierno: es la decisión entre recuperar lo perdido de la experiencia democrática de 1983 y recuperar el sentido de los derechos civiles y sociales hoy agredidos tanto por los vociferantes de ultraderecha como por los sistemáticos abusos de los poderosos de nuestra economía empoderados por el control del FMI sobre nuestras decisiones soberanas en lo económico. Lo que hoy se llama “frente de todos” tendrá que constituirse en un frente de disputa del poder, de freno del poder sedicioso que ha ganado posiciones.

 

Es una oportunidad para la movilización popular. No hay que temerles a las primarias abiertas. Por el contrario: con reglas de juego claras y con voluntad de unidad pueden reforzar la autoridad del peronismo y sus aliados. Pueden producir un vuelco en una relación de fuerzas hoy adversa, a causa de sucesos externos pero también por debilidades propias. Cristina dijo en el reportaje que le hiciera el periodista Duggan, en C5N, que el gobierno del frente, con todos sus problemas había sido infinitamente mejor que un nuevo ciclo de la derecha neoliberal. Eso es importantísimo como palanca de unidad. Y al mismo tiempo hay que tener claro que eso no alcanzaría para la nueva etapa. Antes de la elección se definirá nuestro ingreso a los BRICS, acaso el comienzo para una recuperación de fortaleza nacional y regional, capaz de ayudarnos a salir de la pesadilla que representa el FMI y sus exigencias neocoloniales. (Por Edgardo Mocca, estractado de El Destape).

 

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