Viernes 27 de junio 2025

La peor de las opciones

Redacción 24/10/2024 - 00.39.hs

Ceñidos por las circunstancias que él mismo ha generado, el presidente Milei ha elegido la peor de las opciones: la de la confrontación abierta con todos los que disientan con él y critiquen algún aspecto de su gobierno, tan pródigo en ese aspecto.

 

Sin comprender quién es, el cargo que detenta y qué es manejar un Estado, el Presidente ha vuelto a su burda catarata de insultos y sus medidas abiertamente antipopulares, con gestos que evidencian una actitud odiosa para con ciertos sectores, y disposiciones económicas que proyectan la entrega del país a las multinacionales. Su última medida debió poner los pelos de punta a quienes bregan por un país económica y técnicamente independiente o, al menos, con una política científica nacional: consistió en la decisión de privatizar Arsat, una de las ocho o nueve firmas en el mundo capaces de fabricar satélites operativos en el nivel de los países más adelantados, lo que se evidenció en las ventas que este organismo nacional ya hizo a otros países, capaces de utilizar vectores en la materia. De paso se entrega también el sector del espectro de comunicaciones con estos artefactos, correspondiente a la Argentina.

 

Después de todo, esta actitud no debe extrañar demasiado. Ya había quedado esbozada con la anulación de la planta nuclear de Atucha y de sus derivados, donde Argentina había conseguido fabricar reactores atómicos de baja potencia, también ya materia de exportación. Y dicho sea de paso: no se ha escuchado una sola voz militar contra estas políticas abiertamente contrarias a los sectores castrenses; tampoco contra el alineamiento sin condiciones con los Estados Unidos, el país que brindó información satelital precisa y actualizada a Gran Bretaña durante la Guerra de Malvinas.

 

Pero si inquietan estas medidas correspondientes a los aspectos materiales del país, no lo hacen menos las de índole directamente política, y siempre dentro de la actitud confrontativa mencionada. La primera a considerar es aquella que hace a la manifestación del propio Presidente de que “descree de la democracia”, o sea de la misma concepción ideológica que, mal que bien, lo llevó al poder que ahora detenta. Decretos de necesidad y urgencia (que no son ni necesarios ni urgentes) constituyen una muestra de ello, junto con los intríngulis de la burocracia estatal, poblada de altos cargos ineficientes. En ese ámbito el Presidente se superó al señalar abiertamente que “quisiera poner el último clavo en el cajón (léase ataúd) de Cristina”. Semejante frase puede interpretarse claramente como un llamamiento a la violencia específica contra la ex Presidenta y sus partidarios y recuerda inmediatamente aquel “¡Viva la muerte!” pronunciado por el general rebelde Millán Astray sobre el inicio de la Guerra Civil Española.

 

Tales imprudencias –por que lo son— han obligado a que su rival en el amor y el odio que los vincula políticamente –el ex presidente Macri— tratara de rebajar sus sandeces y disculparlo diciendo que “es "frontal y violento" y que “la gente votó a alguien con una psicología especial, con un mandato destructivo y de confrontación y no está haciendo algo distinto a lo que propuso”. Como al pasar ironizó provocativamente sobre lo logrado por el gobierno de Milei, su hermana “y sus cuatro perros”.

 

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