Jueves 09 de octubre 2025

Lógicas dudas

Redacción 09/10/2025 - 00.27.hs

El 30 de noviembre de 1964, Ernesto "Che" Guevara pronunció un discurso en Santiago de Cuba, advirtiendo que "no se puede confiar en el imperialismo, ni un tantico así, nada". Esa admonición puede ser útil para evaluar la propuesta de Donald Trump que supone una inmediata tregua en Gaza y una posterior Hoja de Ruta, un poco enigmática, destinada a lograr una futura soberanía palestina. La iniciativa del rubicundo magnate, publicitada una semana atrás, fue anunciada, de manera jactanciosa, como "uno de los grandes días de la historia en la civilización". Sus antecedentes prepotentes y megalómanos hacen difícil creer en que ahora se convierta en el garante de una tregua. Postula un cese al fuego en el mismo momento en que modifica el nombre de su Secretaría de Defensa para reconvertirla en Ministerio de Guerra.

 

Frente a la encrucijada planteada por el trumpismo, aparece como imprescindible contemplar el punto de vista de las víctimas. Incluso dejando a un lado –sin obviarlas– las lógicas dudas que genera cualquier propuesta proveniente de los máximos propulsores de todas las guerras: cuando dos millones de personas sufren desde hace dos años los bombardeos permanentes, y casi setenta mil personas han sido asesinadas, la obligación política y ética es consultar a las víctimas de esos crímenes.

 

La credibilidad de la propuesta de Trump genera dudas, incluso, por el momento en el que fue presentada. Las buenas intenciones postuladas por el mandatario estadounidense coincidieron, de forma llamativa, con la última etapa del periplo de la Flotilla Global Sumud. Las grandes usinas propagandísticas de Occidente lograron, gracias a la propuesta hecha pública por Trump, ensombrecer la noticiabilidad de la gesta marítima solidaria, que terminó siendo interceptada por las fuerzas militares israelíes. Además, el plan de paz carece de precisiones respecto a la cronología posterior al cese del fuego. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre que genera su devenir –y de las interpretaciones varias sobre el cumplimiento de las etapas planteadas–, los gazatíes, sometidos a una presión que alcanza los setecientos días, reclaman la aceptación de la propuesta. Exigen la entrega de los rehenes por parte de Hamás y apuestan a la consecución de los pasos estipulados que garantizarían la interrupción de los bombardeos cotidianos y la llegada perentoria de ayuda humanitaria.

 

A ese ruego se le suma el clamor de millones de manifestantes en todo el mundo, que exigen el fin de la masacre, e incluso una parte de la sociedad civil israelí, que asume su responsabilidad respecto a los crímenes que se suceden sobre la población palestina. El diario israelí Haaretz publicó tiempo atrás un artículo firmado por dos eminentes académicos israelíes, Daniel Blatman y Amos Goldberg. El ensayo fue titulado como "No hay un Auschwitz en Gaza, pero lo que sucede en Gaza es un genocidio". Blatman es el director del Instituto de Estudios Judíos Contemporáneos de la Universidad Hebrea de Jerusalén y Goldberg, investigador de dicho instituto. El último párrafo del artículo consigna que "una vez que termine la guerra, los israelíes tendremos que mirarnos en el espejo, en el que veremos no solo el reflejo de una sociedad que no protegió a sus ciudadanos del ataque asesino de Hamas, y desatendió a sus hijos e hijas secuestrados, sino que además cometió este acto en Gaza, este genocidio que manchará la historia desde ahora y para siempre". Tendremos que enfrentarnos a la realidad y comprender la profundidad del horror que hemos infligido. Lo que está ocurriendo en Gaza no es el Holocausto. Allí no hay Auschwitz ni Treblinka. Sin embargo, es un crimen de la misma especie: un crimen de genocidio”. La lucidez y precisión de esta manifestación es eludida y/o negada por quienes siguen justificando la matanza de civiles palestinos en Gaza. Entre ellos, Javier Milei y la DAIA. (Por Jorge Elbaum, extractado de Página 12)

 

'
'