Martes 06 de mayo 2025

Los peores rasgos

Redacción 17/03/2025 - 00.18.hs

Un ensayo sociológico de hace algunos años señalaba que Argentina, en su atipicidad polémica y pese a algunas raíces históricas comunes, se diferenciaba de sus pares latinoamericanos en generar figuras populares y de trascendencia mundial, como los casos de Perón, Gardel, Evita, Favaloro, Borges, el Che Guevara y Fangio, todos personajes que de una u otra forma aportaban valores positivos a la sociedad del país. La antigüedad de la propuesta dejaba de lado a una figura también -digamos- sobresalientes, aunque en un sentido negativo: el presidente Javier Milei.

 

Es que a este estrafalario personaje hay que adjudicarle el demérito de engañar a la mitad de una sociedad y arruinar todo un país en apenas un año, cierto que continuando la negativa tarea que concretara su predecesor en la Presidencia, Mauricio Macri. No es una afirmación odiosa ni una crítica de fondo ideológico o partidario. A estas alturas de la economía y del estado de la sociedad argentina, resulta imposible pensar en algún futuro con algo de optimismo.

 

La opinión se sustenta en un país endeudado por varias generaciones, con su aparato educativo, laboral, social, industrial y técnico al borde de la desaparición, con presencia internacional invariablemente nutrida de papelones y una alineación muy parecida al cipayismo para con los Estados Unidos (que actualmente también tienen lo suyo en materia presidenciable).

 

Pero sobre todo, hay un espíritu nacional dañado por un odio prolijamente planificado, edificado sobre la mentira y la complicidad de los sectores oligárquicos más conservadores y donde pulula una enorme corrupción que pretende disfrazarse de patriotismo con la ayuda de los medios de comunicación que, lejos de cualquier aporte cultural, consolidan su condición de monopolios.

 

Todo eso y mucho más se evidenció en la manifestación del miércoles pasado, donde afloraron los peores rasgos de un gobierno autoritario que, ante la pasividad de una oposición inofensiva e ignorante, parece encaminarse tranquilamente hacia una dictadura y para quien la palabra y el concepto de Constitución a lo sumo significan un obstáculo a sus ambiciones.

 

Y mientras recorren el mundo las asombrosas imágenes de una policía golpeando a adultos mayores y reprimiendo con proyectiles que llevan hacia la tragedia, el panorama se completa con un mandatario contumaz que reivindica sus yerros y alaba en forma desmedida el brutal accionar de sus funcionarios, elogiando su gestión canallesca y construyendo falacias en cuanto a subversiones y golpes de Estado. Y como para que no queden dudas a quienes le endilgan su ostentación de falsos títulos y méritos académicos, hace público un mensaje en términos tan soeces y falsos que parecen dar la razón a los que hablan de un manifiesto desquicio en la personalidad del mandatario.

 

La huelga general declarada por una CGT que, aunque no partidaria, se había manifestado conciliadora hasta la actualidad contribuye a ennegrecer muy seriamente el futuro de la Argentina que parece avanzar hacia una vieja aspiración de la oligarquía más retrógrada: la de un país productor de materias primas, subordinado a las potencias de Occidente y entrega de sus recursos naturales, con una capital que es su “cabeza de Goliath” y un enorme interior sometido a sus designios, con la pobreza como denominador común. Esa nación que comenzó a cambiar su entidad a partir de las primeras décadas del siglo pasado y que, apelando a la falsedad histórica el Presidente no vacila en calificar como principal país de aquel tiempo.

 

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