Méritos que se ven desmerecidos
Un vecino de la ciudad se preguntaba, in situ, adónde van a parar los impuestos que cobra la municipalidad en concepto de cuidado y mantenimiento de los cementerios... al Cementerio Parque -se respondía-seguro que no. Y señalaba ante un cronista de este diario las razones de tamaña afirmación: abandono, o poco menos del cuidado de la gramilla en cuanto a las sepulturas, calles de circulación automovilística con un asfalto hecho pedazos, partes del terrenos minado por los topos, escasez de cestos donde tirar los residuos florales y pérdida total del concepto de parque, que campeara inicialmente en el lugar, con formas y construcciones sobre y en torno a las sepulturas que quitan cualquier idea de estética colectiva al respecto...
El colmo, según el contribuyente estaría dado por la existencia de una tumba del sector oeste de la necrópolis que permanece hundida y a la vista desde hace más de un mes, sin que al parecer haya sido advertida. El hundimiento tiene alrededor de medio metro de profundidad e incluye placas identificatoria; se supone que debería haber sido advertido por el personal que, también se supone, debería efectuar el personal en alguna de las recorridas periódicas.
La denuncia del citado contribuyente fue constatada por cronistas de este diario y se suma a otras de parecido tenor.
Los últimos tiempos han evidenciado un marcado interés de las entidades oficiales por incrementar el turismo en la provincia ya se trate el llamado "de paso", a cargo de quienes transitan hacia centros mayores, o bien el más escaso, que fomenta tomar la provincia y/o la ciudad como meta de descanso durante algunos días.
Por cierto que el que apunta a esta ciudad capital se basa en algunos méritos innegables que tiene Santa Rosa: ubicación estratégica, buena y variada hotelería, restoranes incluidos y hasta comercialización de artículos regionales de notable factura local, un rubro que se ha incrementado en los últimos tiempos.
Tantos méritos, sin embargo, se ven desmerecidos por un hecho tan evidente como de simple solución: la vía pública, muy especialmente las veredas. Esta columna se ha ocupado varias veces del tema, pero las autoridades siguen sin tener en cuenta el mismo. En pleno centro de la ciudad abundan los desniveles peligrosos, los amontonamientos de basuras, la obstrucción con ramajes arbóreos y también, claro está, los pozos sin tapa de los antiguos marcadores del consumo de agua, que incluso le han costado a la municipalidad algún juicio por daños sufridos por un peatón. Al respecto las caídas y tropiezos, en pleno centro comercial son muchas. Párrafo aparte para los perros vagabundos -y también otros que marchan de la traílla de sus dueños- que abundan en sus deposiciones sin que nadie se preocupe del tema, tal como se ha hecho en otras ciudades.
¿Será tan difícil que el municipio releve y corrija estos tan perceptibles defectos que desmerecen una ciudad que otro se jactaba de su higiene y personalidad?
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