Miércoles 27 de marzo 2024

Ultimo sobreviviente llega para sumarse al Museo de la Memoria

Redacción 30/03/2023 - 08.04.hs

El avión tardará bastante en llegar, tras un complicado derrotero. No apto para largas distancias, se estima que deberá hacer no menos de ocho escalas para llegar al país, procedente de Tucson, Arizona.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Si todo marcha de acuerdo a lo planificado, el próximo aniversario de la primera marcha de Madres de Plaza de Mayo, el 30 de abril, habrá arribado a Argentina desde EEUU, para integrarse al Museo de la Memoria, un avión Skyvan matrícula PA-51. Se trata de la última sobreviviente de cinco aeronaves del mismo tipo, fabricadas en Belfast, Irlanda del Norte, que durante la última dictadura cívico-militar fuera empleado en los infames "vuelos de la muerte" en los que se arrojaban al mar, vivos, a detenidos-desaparecidos. La noticia se publicó en el diario inglés The Guardian, pero es obra del periodista argentino Uki Goñi, ex miembro de la redacción del Buenos Aires Herald.

 

Derrotero.

 

El avión tardará bastante en llegar, tras un complicado derrotero. No apto para largas distancias, se estima que deberá hacer no menos de ocho escalas para llegar al país, procedente de Tucson, Arizona.

 

Cinco de esos aviones fueron empleados en la desaparición de personas durante la dictadura, pero de éstos, dos fueron derribados durante la Guerra de Malvinas, y los tres restantes fueron vendidos: de ellos sólo sobrevive el PA-51. Su hallazgo se debió a la búsqueda incansable de la periodista y ex desaparecida Miriam Lewin, y del fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo, un fanático de la aviación. Fueron ellos quienes encontraron la nave, en propiedad de una compañía de correos con sede en Fort Lauderdale, Florida. Allí se les permitió acceso no sólo al avión, sino también -casi un milagro- a las planillas de vuelo rigurosamente conservadas, que cuentan el historial de navegación, y que se remontaban hasta la década de los años '70.

 

Uno de esos registros documenta un viaje realizado en la noche del 14 de diciembre de 1977, que duró más de una hora sobre el Océano Atlántico, sin un destino comprobable, ya que no consigna otro lugar de aterrizaje. Hoy sabemos que, aunque en el manifiesto de vuelo no se consigne la existencia de "pasajeros" (acaso no los consideraron tales) en la cabina iban ocho mujeres y cuatro hombres, torturados y drogados, que terminaron arrojados al mar.

 

Playa.

 

Entre los asesinados estaba Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, y dos monjas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet, cuyo paradero era intensamente requerido por parte del gobierno galo. Para desgracia de sus asesinos, sus cuerpos fueron luego encontrados en la playa de Santa Teresita, provincia de Buenos Aires. Y un médico forense que practicó la autopsia, con valentía, consignó que la causa de las muertes fue la caída al mar "desde gran altura".

 

Aquella planilla de vuelo incluía los nombres de los tres pilotos, de los cuales seguramente dos llevaron a cabo la maniobra de arrojar al vacío a las víctimas: En 2017, dos de ellos fueran condenados por aquellas muertes. Se trata de Mario Daniel Arrú y Alejandro Domingo D'Agostino (un tercer piloto, Enrique José Saint Georges, falleció durante el proceso).

 

Aquella bitácora de vuelo sirvió, entonces, para romper el siniestro pacto de silencio que han mantenido inquebrantable los represores, que hasta en algunos casos se llevaron a la tumba el secreto sobre el paradero de los desaparecidos. Es este pacto de silencio el que impide conocer cifras y datos exactos, y lo que justifica plenamente la consigna "fueron 30.000".

 

Vida.

 

La llegada de esta aeronave, prueba irrefutable de la barbarie, no puede ser más oportuna, cuando el consenso social existente sobre el reclamo de "nunca más" comienza a ser resquebrajado desde sectores de la derecha, que decidieron sacarse la careta. Después de todo, fueron ellos los principales beneficiarios de las políticas económicas implementadas en el régimen de 1976/1983.

 

Los que hablan del "curro de los derechos humanos" o se dedican al poroteo sobre el número de desaparecidos (como si las cifras de la Conadep fueran inamovibles y no hubieran existido desde 2006 más de 280 procesos judiciales que amplificaron nuestro conocimiento y certeza sobre lo ocurrido) se transforman así en cómplices o encubridores.

 

Esto contrasta claramente con la vibrante y masiva presencia de ciudadanos en las calles y en las plazas el pasado viernes 24 de marzo, que viene a reafirmar la determinación popular contra la impunidad, y lo aislados que están los negacionistas que la promueven. Después de todo, nuestra conducta como sociedad de enjuiciar a los responsables de aquellos crímenes de lesa humanidad es, acaso, el más genuino motivo de orgullo que tenemos los argentinos, en contraste con la impunidad que imperó en otros países con experiencias similares.

 

El vuelo que traerá a este avión de regreso a este avión de nefasta historia, tiene un significado muy distinto del de aquellos "vuelos de la muerte". Su presencia en el Museo de la Memoria será un testimonio, para las generaciones por venir, del pasado que superamos y al que nunca debemos volver. Y así como un cuchillo puede ser utilizado para matar, o para cocinar y dar de comer, este avión será utilizado para fines muy distintos a los que perseguían aquellos cobardes asesinos.

 

FOTO: Skyvan PA-51, uno de los aviones fotografiados por Giancarlo Ceraudo publicado en su libro “Destino Final”. Imagen: Giancarlo Ceraudo.

 

 

 

 

 

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