Martes 08 de julio 2025

Un amplio repudio

Redacción 25/06/2025 - 00.27.hs

El ciudadano común que trata de entender el (des)gobierno del presidente Milei no termina de decidir si inclinarse hacia el asombro o la indignación ante los actos que lleva adelante (quizás “perpetra” sería el verbo más adecuado) el primer mandatario.

 

Esos actos forman una larga serie que comenzó muchos meses atrás, cuando todavía la ciudadanía, aunque desorientada, creía en un beneficio intrínseco que asomaría con el correr del tiempo. Esos mismos actos se prolongan hasta hoy bajo formas que llaman a la estupefacción. Como ejemplo, podría citarse el inexplicable veto aplicado a una ley de ayuda a los inundados de Bahía Blanca y que contaba con la aprobación de las dos cámaras legislativas.

 

¿Otro ejemplo? El claro, confeso y expreso partidismo por Israel en los recientes enfrentamientos armados de aquel país con Irán, con actitudes que, al margen del ridículo, rozan la idea de desprecio para con la propia Patria, de la que pareciera desconocer en absoluto su condición multiétnica. Para el caso, también se puede consignar la repetida presentación del Presidente de la Nación escoltando tanto a la bandera nacional como a la de la nación hebrea, en una situación que es mucho más que insólita.

 

Esa desubicación, ese desconocimiento y hasta podría decirse ese desprecio para las múltiples realidades que se conjugan en un país, aparece como extensiva al quehacer de sus colaboradores más o menos inmediatos. Más allá de las barrabasadas de la ministra Patricia Bullrich, tan conocidas, o de sus fantasmales ministros de Salud o Educación cuya principal tarea –en el decir del periodista Horacio Verbitsky— parece ser la de oficiar como guacamayos del Presidente, son varios los altos funcionarios que suelen generar medidas que dejan atrás lo incalificable, planteando si son meras coincidencias con las concepciones presidenciales o desprendimientos consecuentes.

 

Para ejemplo de lo expresado se puede mencionar el reciente proceder de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, quien -con un desparpajo inigualable- un par de días atrás lanzó una línea telefónica con el supuesto objetivo de combatir el "adoctrinamiento en las escuelas", fiada en el concepto –por cierto nada novedoso- que sostiene que "el adoctrinamiento político-partidario en el ámbito educativo es una vulneración de derechos” y que “la educación debe respetar la libertad de conciencia de los alumnos, los padres y docentes". Como no podía ser de otro modo, el oficialismo apeló al gastadísimo argumento del “kirchnerismo y sus segundas marcas siguen usando la educación pública para lavar cerebros".

 

El hecho de abrir una línea de comunicación pública y reservada con ese sentido es, al margen de lo necio de su concepción, una invitación a la denuncia anónima, ya que, con semejante encuadramiento, cualquier inconveniencia a lo personal puede interpretarse como un principio de adoctrinamiento. Algunas semanas atrás nuestra provincia fue ámbito de un caso de esas características, muy controvertido y que generó una saludable reacción de la gente, un ámbito donde el “buchoneo”, en el expresivo decir popular, nunca ha sido bien visto.

 

Dentro del amplísimo repudio que mereció este “0800-buchón” no faltaron voces irónicas. Algunas proponían la habilitación de una línea telefónica con el objetivo de combatir las manifestaciones de inteligencia que pudieran darse en el ámbito político-partidario del gobierno nacional.

 

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