Un espíritu retrógrado
La historia de las infamias ocurridas en Argentina está sobrada de hechos de esa condición, con escasos esclarecimientos en cuanto a la identidad de sus autores y/o responsables. Pero muy posiblemente de las tantas ocurridas en nuestro suelo y en distinto tiempo ninguna esté tan cargada de ruindad como la de los fusilamientos masivos de peones rurales ocurridos en la Patagonia en 1921. Este imborrable baldón para el gobierno nacional, por entonces en manos del radicalismo, con presidencia de Hipólito Yrigoyen, se originó en la escasamente peligrosa huelga que concretaban los obreros dedicados a la explotación de la lana en las grandes estancias de Santa Cruz, quienes solicitaban apenas unas mínimas mejoras en su trabajo. Una idea de su entidad la da la solicitud de que las instrucciones de los botiquines de primeros auxilios estuvieran en castellano y no en inglés.
Eran tiempos de surgimiento del sindicalismo y expansión del pensamiento anarquista, dos condiciones que la oligarquía argentina no podían tolerar, por lo que ante algunos sucesos de violencia se optó por una represión masiva e indiscriminada, avalada desde el Poder Ejecutivo y ejecutada por el coronel Héctor Benigno Varela, de quien se dice que portaba su segundo nombre para conjurar al otro de igual apellido, el “maligno” Felipe Varela.
Aún en síntesis, el recuerdo es espantoso: entre mil y mil quinientos hombres fueron masacrados en fusilamientos a cargo del Ejército nacional, muchos de ellos enterrados en fosas comunes, en terrenos de la estancia La Anita.
Aquellos horrores fueron disimulados -que no olvidados- con el paso del tiempo hasta que en las décadas de 1970 y 1980 fueron rescatados en detalle por Osvaldo Bayer, un muy notable historiador y periodista quien con su libro “Los vengadores de la Patagonia trágica” no solamente aportó historia sino también polémica política, y esto para una generación que crecía en medio de la esperanza de un país mejor. Para más, las indagaciones posteriores demostraron que la comisión investigadora parlamentaria que se formó ante aquel suceso había citado al Presidente, que no concurrió, y que la bancada del partido en el gobierno se retiró cuando se pretendía tratar el hecho en el nivel legislativo, por lo que se evidencia una vez más aquello de que “no hay nada nuevo bajo el sol” .
La epopeya rescatada por Bayer resultó muy difundida (incluso con un notable filme sobre el hecho) y a la muerte de su autor hubo homenajes varios, entre ellos un monumento en memoria suya, levantado en cercanías de los lugares donde se dio la tragedia, en la provincia de Santa Cruz.
Las evidencias demuestran que el espíritu retrógrado que promovió y permitió el asesinato de miles de argentinos inermes sigue vigente: ese monumento fue destruido hace unos días por máquinas de Vialidad Nacional. Responsable de un hecho tan cobarde resultó ser un militante de La libertad Avanza que, entre otros deméritos , cuenta con serias denuncias por corrupción.
Por la fecha en que se realizó -25 de marzo— el atropello pareció ser una respuesta a la movilización por el Día de la Memoria, pero el efecto fue contrario ya que, salvo las esperables declaraciones de las figuras más retrógradas del acontecer político nacional, tuvo un repudio dentro y fuera del país.
Con el hecho, el gobierno nacional no hizo más que sumar un nuevo elemento a la lamentable imagen que muestra en lo que hace a la cultura.
Artículos relacionados