Un tremendo cachetazo
Por más que se la mire con una visión positiva como prolongación de las recientes elecciones capitalinas, la semana que pasó fue muy dura para el gobierno nacional, especialmente si se analizan los detalles que la integraron. En principio, están las críticas que llovieron sobre el conjunto gubernamental en relación a la facilidad para el blanqueo de capitales de orígenes que pueden ser muy dudosos. El gobierno, en su afán -parecido a la desesperación- por conseguir dólares parece haber abierto las puertas a un lavado de dinero sobre el que hasta el FMI, con su habitual estilo indirecto, pareció tener serias prevenciones.
Pero hubo otros tropiezos, como por caso de la cuestión geopolítica que surgió después de que el increíble ministro Sturzenegger abriera las puertas a la importación de electrónicos, lo que equivalía a producir una total ruina económica y social en la lejana provincia sureña de Tierra del Fuego, que desde años atrás brega por contar con otros recursos económicos que el turismo. Al ser consultado por la situación, Sturzenegger, en una expresión que suena a burla manifiesta, sugirió trasformar aquellas tierras “en un gran parque de diversiones”. A consideraciones tan superficiales se pueden agregar los cada vez más fuertes rumores acerca de una instalación de una base norteamericana en la región. El tema se integra a una visión geopolítica que algunos argentinos planteaban desde hace mucho tiempo y ante la cual las Fuerzas Armadas no parecen haber reaccionado hasta ahora.
Pero donde el gobierno nacional acaba de recibir un muy fuerte golpe es en la durísima homilía que pronunciara el arzobispo de Buenos Aires, como parte de la celebración del 25 de Mayo y en presencia del Presidente de la Nación. El discurso arzobispal, francamente político, llamó “al diálogo y a la unidad entre las argentinas y los argentinos”. En la misma cara del Presidente le espetó que “nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un Estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto. Hemos pasado todos los límites”
El momento previo a tan definitivo cachetazo, curiosamente, también fue generado por el Presidente cuando, después de trasladarse caminando desde la Casa Rosada a la Catedral Metropolitana, ya en el interior, le negó el saludo a la vicepresidenta Victoria Villarruel y al jefe de Gobierno de la ciudad, Jorge Macri. Por lo que se sabe, ambos estaban invitados a la liturgia por el propio arzobispo. Semejante actitud, tan insólita y casi en un nivel de agravio dado el lugar y la celebración, quedó evidenciada en forma patética en los registros fílmicos del acto, donde al pasar el mandatario, se ven las manos tendidas e ignoradas por el Presidente.
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