Martes 19 de marzo 2024

Pablo Abascal, «el loco» de la cámara de Canal 3

Redaccion 16/01/2021 - 21.30.hs

El camarógrafo es un profesional que toma con su cámara imágenes de la realidad. También, cómo los fotógrafos, son reporteros gráficos, no siempre bien reconocidos aunque su trabajo resulta fundamental.

 

MARIO VEGA

 

Son de alguna manera encargados de testimoniar una parte de la realidad, capturando imágenes de acontecimientos que un día serán historia. Son los que reflejan con sus cámaras, a veces sin darse cuenta -y peor aún sin que otros lo registren- de la importancia de lo que dejan para la posteridad. Los camarógrafos son -a su manera- testigos de su tiempo.
Siempre, no sé por qué, le di una gran importancia al testimonio periodístico en sus distintas formas. Consideré -desde que trabajo en esto- que los diarios (los de papel) eran el mejor archivo para conocer datos del pasado; que los registros fílmicos, fotos, etcétera, también constituían un aporte extraordinario al momento de escribir la historia. También es verdad que, con el avance de la tecnología, las colecciones del material grabado de las radios se constituyen en un muy interesante material para las investigaciones.

 

El pasado importa.

 

Será por eso que reniego tanto cuando algunos jóvenes colegas no se interesan -y les aseguro que hay muchos-, ni muestran ninguna gana de hurgar en lo que sucedió antes que ellos mismos empezaran a trabajar en la profesión. Casi como si pensaran que lo único que importa es el presente… Sin tener en cuenta que antes hubo hechos y acontecimientos que nos ubicaron en este momento y en esta situación. Pero por suerte son muchos más los que comprenden que para cimentar un futuro mejor se debe tener en cuenta lo acontecido para no volver a cometer errores, y para insistir en aquello que fue bueno.
En tantos años de periodismo podría decirse que conocí a la mayoría de los que abrazaron -en sus distintas formas- esta hermosa profesión. Redactores, fotógrafos, gente de radio, de televisión… He sido parte de esa fauna especial durante más de 40 años, y si bien uno no se relaciona con todos de la misma manera, al trabajar en equipo con muchos de ellos se generó una corriente de afecto.

 

Pablo, el camarógrafo.

 

Pablo Alberto Abascal (60) es el camarógrafo más antiguo de Canal 3. Trabaja desde hace 40 años en la emisora estatal. «Sé que lo que hacemos es importante… por más que no todos lo reconozcan. Pero somos los que estamos cuando pasan las cosas, a veces acontecimientos agradables, y muchas veces no tanto. Fueron los camarógrafos y fotógrafos los que registraron imágenes que perduran para siempre para mostrar fragmentos de la historia», reflexiona Pablo cuando le hablo del tema.

 

La familia.

 

Es de una familia que vivió siempre en el Barrio Fitte (Lagos García 723), y lo conozco desde que éramos pibes -él es más chico-, porque su mamá, Alcira Ceres, fue mi maestra en la Escuela 2, y me registra y me saluda cada vez con afecto porque yo era en ese tiempo «el recitador» oficial de cada acto del colegio en fechas patrias.
Su papá se llamaba Oscar Alberto (falleció hace algunos años), y fue empleado del Banco Nación, y después Administrador en el Colegio Domingo Savio; y tiene Pablo una única hermana, Andrea, que es menor que él.
Son dos los hijos: Alexis (25) y María Candela (22) estudiante de Inglés.

 

Tiempos de estudios.

 

Hoy, y desde hace años, vive en el Barrio Empleados de Comercio. «Aunque mi mamá era maestra en la Escuela 2, frente a la plaza San Martín, y yo hice la primaria en la Escuela de Varones Nº 1. La secundaria la hice en el Normal Mixto Julio Argentino Roca, y esos fueron mis mejores años, los de la adolescencia… Tuve como compañeros a Gustavo Porras, Marcelo Sánchez, Gabriela Paz, Marcela Castiñeira, Gustavo Bergonzi, Adriana Castagnino, Alejandro González, Miguel Marquina, Adriana Montepaone. Dorys Regalado, Patricia Sáez Zamora, Cristina Pagohuapé. Marta Posadas, Dorys Vicente, Gisella Scarpello … por ahí me olvido de alguien, que me perdone», pide.
Eran buenos viejos tiempos, con los boliches de moda de entonces, Kascote, Crazy «cuando el dueño era el Ruso Kail, después New Star…», rememora.
También menciona que alcanzó «a conocer el Autocine, que era de Dante Pracilio. Yo era bastante chico, y fui amigo de Analía Pracilio, quien si bien iba a la Escuela 2 fue alumna de mi vieja. Hoy es abogada y vive en Mar del Plata. De otra cosa que me acuerdo es que nos juntábamos en lo de la abuela de Gustavo Porras con Daniel Alietti, Santiago Echaniz y algunos otros, y a la siesta jugábamos al juego táctico y estratégico de la guerra… a veces también era el momento del matiné de La Capital los domingos, y después a comer una pizza en La Ruina que estaba ahí atrás de la municipalidad».

 

Poco deporte.

 

Y sigue Pablo: «¿Deportes? Poco… alguna vez jugué tenis en Estudiantes con Sergio Santesteban, porque fui compañero de su hermana Irina en la primaria. Creo que como para casi todos los mejores años fueron esos, los del secundario, cuando no se tienen demasiadas obligaciones y vamos de aquí para allá», dice no sin razón.
Cabe agregar que durante algunos años se dedicó a la práctica del tiro: «Me gustaban las armas y participé de torneos, en fusil, carabina 22 y arma corta. Fue una etapa pero me alejé totalmente hace algunos años. ¿Salir a cazar? No, eso nunca me gustó», cierra sobre el tema.

 

«La hermosa virtud…».

 

Debo decir que a Pablo algunos lo llaman «El Loco» Abascal. Por su carácter muchas veces irascible, arrebatado… que conociéndolo un poco más se me ocurre que ha sido siempre como una coraza para ocultar sus miedos y sus dudas. Sé que ha tenido turbaciones que lo condujeron a mostrar una imagen que -tal vez- no se condice con ese personaje que mano a mano, en la intimidad, no tiene nada que ver con aquel otro.
«Tiene la hermosa virtud de la locura… hay que entenderlo. Casi diría que vive en un plano distinto al del resto de la gente», lo definió por estas horas Marcelo Gutiérrez, el camarógrafo que le enseñó a Pablo muchos de los secretos del oficio, y por quien siente verdadero afecto.
«No sé…», duda… y una sonrisa se le dibuja entre la barba que usa, diría, casi como una máscara… «a lo mejor algo de razón tiene Marcelo», admite Pablo.
«Y quizás sea como decís vos, soy algo inestable, y he sido enamoradizo -confiesa- y no siempre me fue bien porque repetía historias… pero todos tenemos dudas, ¿o no?», me consulta casi como esperando que le diga que sí. Y sí, Pablo, todos tenemos nuestras cosas que, muchas veces, preferimos tener bien ocultas. Claro que sí.

 

Un sueño extraño.

 

En un momento, no sé por qué motivo, quiso contarme un suceso paranormal: «Me han pasado dos o tres cosas en mi casa… no hace mucho sentí un cuerpo que se acostó al lado mío, y cuando abrí los ojos no había nadie… Otra vez, pero soñando, sentía olor a humo de cigarrillo, y en mi casa nunca fumé adentro. Pensé que era alguien que pasaba por la vereda… En una oportunidad, siempre soñando, vi al lado de la cómoda como si fuera en un rincón una mujer de negro agachada: me dio miedo, empecé a rezar y de golpe desapareció. Siempre en el sueño me levanté y en la entrada de la cocina que tenía rejas veo que dos hombres caminando las atravesaban: eran altos, vestidos de negro, sombrero redondo y sobretodos… el de atrás iba fumando. Pero esta vez no tuve miedo», cuenta sin tapujos.
¿Consultaste sobre ese sueño con alguien?, le pregunto: «Sí, hablé con un espiritista y me dijo que esos hombres a los que no les tuve miedo me estaban cuidando… que el olor a humo del cigarrillo era del que me estaba cuidando afuera. Nunca más me pasó nada», completa. Y analiza: «Creo que somos seres sensoriales, porque me contó mi abuela materna que cuando murió el abuelo ella vio la muerte sentada al lado de él». ¿Espeluznante? Por supuesto que sí.

 

Inicios en el Canal.
«¿Cómo empecé a trabajar en Canal 3? Diría de pura casualidad. Fue en 1980, época en que (Julio César) Etchegoyen era gobernador (de facto), y había un funcionario que llevaba su hijo a la Escuela 2. Le preguntó a mi mamá si conocía algún joven para trabajar en Canal 3 y me anoté… empecé como sonidista, y de a poco fui aprendiendo distintas cosas. Estuve después en el control central, con el ‘Colorado’ Rossi como switcher, y también con Arosteguichar y Luis Alonso; más tarde en Telecine con Pedro Sosa; en VTR con Alcubilla y Balbi; y también trabajé como operador de planta con Chazarreta y el Mono Araya», los menciona.
Otro tiempo estuvo en Tráfico «con Pochettino. Se recibía material envasado de Buenos Aires, casettes umatic con películas, dibujos animados, programas y novelas. Había que clasificarlos y también lo que ya se había emitido devolverlo a canales y productoras».

 

Pablo, el camarógrafo.

 

Es decir que pasó por casi todos los sitios de la emisora, pero iba a quedar definitivamente como camarógrafo, que fue lo que más le atrajo: «Hice algunos cursos, en Mar del Plata y Buenos Aires y aquí estoy todavía. Compartí con un montón de colegas que fueron pasando, como Cachito Stacchiotti, Eduardo Pérez, Ricardo Ducaghini, Luis Cuelle, Matías Bader, Pedro Kruber, Pancho García… ahora con Sergio ‘El Negro’ Martínez, Mariano Davini, Claudio Vergara; Roberto Bustos con quien además de ser compañero me une una amistad. Y no me quiero olvidar de Tino Furriol, que falleció el año pasado», completa.

 

En diferentes programas.

 

Obviamente trabajar como camarógrafo en el Noticiero del Canal lo hizo compartir con muchos periodistas que pasaron por allí. «Claro, te diría que con casi todos: Irma Rodríguez, Carlitos González (recientemente fallecido) y su hermana Mabel; Graciela Pasqualetto, Eugenio Cosci, Luis Salvetti, Carlos Monasterio, Mario Ziaurriz, Sandra Cantera, y obviamente con los muchachos que están ahora… Lo que debo decir es que los primeros pasos los di con Eduardo Pérez, que me enseñó mucho, igual que Marcelo Gutiérrez, de los mejores… Era gente que sabía más que yo y de ellos aprendí», reconoce.
Por supuesto en tantos años le tocó hacer cámaras en distintos programas, de diversa índole, que tuvo la emisora: «Sí, programas agropecuarios, deportivos, políticos, sociales. Estuvimos juntos en La Quinta Pata, ¿te acordás?», dijo refiriéndose a un espacio de debate que conduje en Canal 3 durante 8 años.

 

Con los políticos.

 

Ser integrante del equipo Informativo de Canal 3 lleva a que, circunstancialmente y en cualquier momento se produzcan coberturas que hace que se pueda conocer a personajes de la política. «Gracias a este trabajo conocí a Raúl Alfonsín, a Carlos Menem en Santa Rosa cuando vino en campaña; pero también me tocó verlo en Olivos donde fuimos con Nelson Nicoletti un día que había ido (Rubén) Marín… Y después estuve con todos los gobernadores de Etchegoyen para aquí: Marín, (Néstor) Ahuad, (Carlos) Verna, y en general buena relación», cuenta.
«Recuerdo que en un tiempo nos tocaba hacer la cobertura de la Legislatura, cuando sesionaba a la tarde y duraba hasta la 1 de la mañana… En esa época, años ’80, había diputados excelentes oradores como Santiago Giuliano, ‘Copete’ Di Nápoli, Luis Galcerán, César Norverto, el Vasco Altolaguirre. Llevábamos toneladas de cassetes y después había que seleccionar el material… era un trabajo inmenso», evoca.
«Pero uno se adapta -continúa-, y a mí me sigue gustando el trabajo, aunque es verdad que por ahí me estoy poniendo grande», admite.

 

«Estoy muy cambiado».

 

Y volvemos al punto de su carácter. «Estoy cambiado… muy cambiado. Pienso más las cosas, no las tomo tan en caliente, y me parece que esto es mejor», agrega. En algún momento Pablo se quiebra al hacer mención a cuestiones personales… «Lo cierto es que no siempre me fue bien… vos sabés», me dice cómplice. Y sí, sé.
Y dice casi como en una confesión: «Sabés… yo con la gente que me he dado cuenta que me ha querido un poquito nunca tuve problemas. Me pasa con vos y con otros», puntualiza, y se queda un ratito en silencio.
Y me deja pensando… Porque la verdad es que Pablo se me aparece casi como un chico grande necesitado de afecto. Y tal vez no me equivoque. Conozco a ciencia cierta que carga con tristezas que nunca las dice, y que el brillo de sus ojos llorosos tienen que ver con eso de rumiar en soledad los dolores del alma… que todos los tenemos -seguro- aunque no los andemos exhibiendo por allí.

 

«Me gusta lo que hago».

 

Trato de sacarlo de ese instante de ensimismamiento y le comento que todavía le quedan cinco años hasta su jubilación -nada menos-; y me contesta que no le pesa… «Me gusta lo que hago… estoy más tranquilo y eso me hace bien», afirma en el final.
Pablo Abascal, el camarógrafo más antiguo de Canal 3, uno de los que tuvo el privilegio de ir capturando fragmentos de la historia pasada de la provincia. Aunque no todos valoren suficientemente ese trabajo.
Es de esa clase de personas que -dicen algunos- de a ratos parecen vivir casi en una dimensión distinta que no todos pueden comprender… Un «loco bueno» que se defiende, vaya a saberse de qué, poniendo cara de malo. Pablo Abascal, el camarógrafo más antiguo…

 

El día que fue casi un samurai.

 

Si algo no podrá discutirse es que Pablo es amigo de sus amigos, y los defiende en cualquier circunstancia y de cualquier manera. Hace ya varios años se produjo en la esquina de su casa, en el barrio Empleados de Comercio, un incidente que involucró a un camarógrafo amigo suyo, Marcelo Gutiérrez, hoy residiendo en Santa Rosa de Calamuchita. Vaya a saberse por qué razón el hombre estaba literalmente rodeado y siendo agredido por otras tres personas y la estaba pasando mal. Cuando Pablo Abascal se asomó por la ventana y vio la escena no lo dudó un segundo: tomó de una pared una katana que tenía como adorno y salió decidido a la calle. Blandiendo esa arma oriental se metió en la pelea y empezó a repartir. Al ratito de los agresores no quedaban ni rastros: Pablo los corrió por varios metros hasta que desaparecieron en la oscuridad. Nunca volvieron para molestarlo… ni a él ni a su amigo. La katana es una suerte de sable curvado de origen japonés, de filo único y tradicionalmente utilizado por los samuráis. Su tamaño más frecuente ronda el metro de longitud y es bastante pesado… en verdad, no daba para volver por el lugar.

 

Admirador de Alemania.

 

Pablo ha viajado bastante dentro de nuestro país, sobre todo hacia el sur, pero tiene como recuerdo especial su viaje al exterior de poco más de un mes en Alemania. “Lo que pasa es que me ha llamado muchísimo la atención ver cómo lograron ser lo que son después de la Guerra, su seriedad, el orden que tienen… soy un admirador de ese país”.
Y agrega: “Fui en el 2000 porque tengo una prima, Ana María González, que se había casado con Bradson Lutisky y la visité. Fue una experiencia fantástica, porque si bien no es atractivo visitar un campo de concentración, cuando conocí el de Dachau, a pocos kilómetros de Munich, vi de manera muy explícita los horrores del nazismo… Incluso la excursión tiene un pasaje por la cámara de gas de ese lugar y fijáte… se me eriza la piel al sólo recordarlo”, y muestra precisamente lo que le pasa mientras recuerda aquello.
Hubo en ese viaje por supuesto visitas más agradables como ir al castillo de Neuschwanstein, mandado a construir por el rey Luis II de Baviera en 1869, el Deutsches Museum, y otros muchos impactantes paseos, y obviamente las cervecerías de Munich que tienen su bien ganada fama.
Desde hace un tiempo Abascal empezó a hacer su propia cerveza. “Diría que cambié el hobby del tiro por el de la cerveza artesanal. Le dedico varias horas al día a eso”, explica en el final.

 

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