Domingo 07 de abril 2024

Un grave traspié

Redacción 22/06/2017 - 02.09.hs

Tan distraída estaba la policía pampeana en sus arriesgados "operativos" para detectar la filiación política de los jóvenes y los estudiantes universitarios que le pasó por delante de los ojos uno de los más grandes cargamentos de droga que atravesó toda la geografía provincial sin siquiera darse cuenta. Centenares de kilómetros, varias rutas provinciales y nacionales y al menos seis puestos policiales circuló la cocaína sin ser detectada en su extenso trayecto entre Mendoza y Bahía Blanca pasando en diagonal por nuestra provincia.
Es evidente que la "inteligencia" policial estaba puesta en otros objetivos, o en otras rutas, de lo contrario cuesta creer que una tonelada y media de sustancias ilegales hayan transitado con tanta comodidad por territorio pampeano. También resulta evidente que la "inteligencia" de los narcotraficantes resultó más eficaz que la de los sabuesos pampeanos. De todo ello se desprende que la conducción política de la fuerza no está desempeñando bien su función. Hace pocos días, cuando el Tribunal de Impugnación Penal confirmó en un todo la condena al ministro de Seguridad por el delito de abuso de autoridad (a dos años de prisión y a cuatro de inhabilitación para ocupar cargos públicos), el gobernador lo ratificó en su cargo con dos argumentos: que la condena aún no está firme, y que está "haciendo bien" su trabajo. Lo primero es innegable; lo segundo, no.
Ahora, el operativo de la Policía Federal en Bahía Blanca que permitió desbaratar el tránsito de la droga hacia su destino final en Europa puso las cosas en blanco sobre negro. Y le hizo ver a los pampeanos que el responsable de la seguridad pública no es tan eficiente e idóneo en el cumplimiento de su función como se lo quiere presentar. Que le guste cultivar su propia imagen de funcionario recio es otra cosa. Pero lo cierto es que este resonante traspié de la policía pampeana es consecuencia directa de su jactancia e incompetencia.

 

Público y privado
Los dos actos más importantes realizados durante el feriado de este martes mostraron hechos y palabras que no pasaron desapercibidos.
En Rosario, como es habitual, tuvo lugar el acto central por el Día de la Bandera con la presencia del presidente de la Nación, el gobernador de Santa Fe y la intendenta de la ciudad. Un doble vallado y un gran despliegue de fuerzas de seguridad impidió que el público asistiera masivamente y se vio a las autoridades rodeadas de un marco de frialdad que no es lo que se aguarda de uno de los mayores festejos patrios. Por primera vez no se realizó el desfile cívico lo cual generó malestar entre los ex combatientes de Malvinas y las autoridades locales y provinciales. El discurso del presidente duró apenas seis minutos y en su transcurso se lo oyó mencionar uno de sus eslóganes de su campaña electoral: el famoso "sí se puede".
En el conurbano bonaerense, en el partido de Avellaneda, tuvo lugar el martes otro acto, aunque éste de carácter "privado" o, más apropiadamente, celebratorio de una parcialidad política. En su desarrollo habló la ex presidenta de la Nación y, a pesar de tener como marco el lanzamiento de un espacio partidario con vistas a las elecciones de octubre, alcanzó un nivel de masividad y de apertura que no tuvo el acto público de Rosario en homenaje a nuestro prócer nacional Manuel Belgrano.
No se observaron vallas, ni fuerzas de seguridad que impidieran el acceso al público. Al contrario, las instalaciones se vieron desbordadas por decenas de miles de asistentes, muchos de los cuales no pudieron ingresar y debieron seguir el acto desde las inmediaciones.
Ese contraste entre lo que se considera "público" y "privado" que se observó en ambos actos resultó verdaderamente llamativo y constituye, quizás, una de las diferencias más notables entre quienes protagonizaron cada uno de esos encuentros.

 

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