Jueves 28 de marzo 2024

Dictadura patriarcal

Redacción 21/03/2023 - 14.26.hs

El reproche militar hacia las mujeres que buscaban a sus hijos e hijas obedeció también a estos lineamientos patriarcales: "¿Dónde estaba, señora, cuándo su hija militaba?".

 

*VICTORIA SANTESTEBAN

 

La última dictadura cívico-militar instauró el 24 de marzo de 1976 un régimen de sistemática violación de derechos humanos en evidente clave patriarcal. De esta forma, la animosidad persecutoria se ensañó específicamente contra mujeres y contra toda persona que se alejase de los parámetros binaristas y heteronormativos impuestos.

 

Carlos Jáuregui visibiliza el especial ensañamiento militar con la comunidad LGTBIQ+ agregando a los 30.000 un simbólico 400, que recupera las vidas de los y las perseguidas por su orientación sexual y/o identidad de género. Por su parte, la persecución alcanzó a mujeres "politizadas" que no encajaban entonces en el modelo de feminidad burguesa, romantizador del rol tradicional de mujer-esposa, reina del hogar y gloria de la Nación. Es que la despolitización social encarada por la dictadura se direccionó específicamente hacia ellas, reforzando su exclusividad cultural como cuidadoras, reproductoras y así, garantías fundamentales para la vigencia de la familia tradicional, aunque conceptuadas como seres inferiores, funcionales al varón y accesorios a él, en calidad de hijas, madres o esposas, reducidas así a objetos de ostentación y satisfacción sexual.

 

"Esa idea llevó a condenar la autonomía de las mujeres militantes como una suerte de 'perversión' de sus funciones de género, que debía ser sancionada y castigada", explica Pilar Calveiro, sobreviviente de la ESMA. Contra esta versión de mujer permitida y promovida por el régimen militar contrasta la mujer "subversiva", doblemente transgresora en tanto no sólo ideológica y políticamente resulta "desviada", sino que desafía además estereotipos de género, volviéndola "tanto más peligrosa que el masculino", advertían las instrucciones para Operaciones de Seguridad de la época.

 

El reproche militar hacia las mujeres que buscaban a sus hijos e hijas obedeció también a estos lineamientos patriarcales, que tachándolas de "malas madres" las responsabilizaba perversamente por las desapariciones: "¿Dónde estaba, señora, cuándo su hija militaba?".

 

Violencia política sexuada.

 

Explica Paola Martínez en "Cuerpos y subjetividades en disputa: Experiencias femeninas en los centros clandestinos de detención en Argentina (1976-1983)" en relación a las vivencias de detenidas-desaparecidas que "estas mujeres padecieron, además de la tortura, una violencia política sexuada. Dicha violencia ha tenido la finalidad de disciplinar, feminizar y reubicar a las militantes en el rol de género del cual se habían alejado por tener acceso a otras experiencias como fue en la militancia setentista".

 

Continúa Carolina Varsky que "esta transgresión era castigada de forma específica y diferenciada en los centros clandestinos de detención a través de la perpetración de violencias sexuales".

 

Martínez recuerda que la violación ha sido arma de represión histórica y herramienta efectiva de "terrorismo de masas" para la "recuperación de las subversivas": "poner a la mujer en su lugar, acallar su rebeldía y mostrarle el lugar que ocupaba, su feminidad esencial y su rol inalterable". En consecuencia, la violencia sexual contra las mujeres en los centros clandestinos de detención aparece como elemento de tortura para domesticar sus cuerpos hacia los roles tradicionales de género, por lo que se advierte el fin disciplinador y de feminización más que para obtener información.

 

Feminismo.

 

Desde los primeros años de recuperación democrática, el movimiento de mujeres visibilizó estas formas específicas de violencia de género perpetradas por la dictadura y su ensañamiento contra las transgresoras de los modelos femeninos tradicionales. De esta forma, los movimientos de derechos humanos con perspectiva de género comienzan a poner el foco en el corte patriarcal de la política represiva de la dictadura, que como resultado, se ensañó empedernida contra las mujeres y diversidades. Desde entonces, "la tematización de la violencia sexual como un asunto político por una parte del feminismo implicó un análisis de la particular relación entre terrorismo de Estado y violencia hacia a las mujeres entendida como parte de la estructura de dominación" (Memoria Abierta -"Una producción política común: derechos humanos y feminismos"). Sin embargo, habría que esperar hasta 2004 para el juzgamiento con perspectiva de género a los represores.

 

Juicios.

 

Los procesos judiciales contra el terrorismo de Estado en Argentina -como experiencia inédita a nivel mundial- reconoció dos etapas bien definidas: la originaria comprensiva del período 1983-1990 y una segunda, de 2004 a la fecha, en la que se visibilizó el juzgamiento con perspectiva de género. Esta irrupción feminista importó un abordaje específico sobre la violencia sexual ejercida contra las mujeres en los centros clandestinos y de la especial situación de las mujeres que gestaron sus embarazos en situación de encierro y tortura.

 

Además de la violencia sexual, las burlas y humillaciones, las amenazas, los sermones y reproches durante y después de las sesiones de tortura, que rondaban en indagaciones sobre su vida sexual, su imposibilidad futura para tener hijos y se las descalificaba sistemáticamente como "putas" integran los hechos analizados con perspectiva de género para advertir del claro impacto diferencial de estas prácticas represivas hacia las mujeres. Las conquistas feministas también en el juzgamiento de los crímenes de la última dictadura, revitalizan la vigencia democrática, a la vez que rememoran la lucha histórica por la memoria, la verdad y la justicia.

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

Radio Noticias 99.5 · 21 - 03 - 2023 VICTORIA
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