Debate sobre la identidad pampeana
Soledad Andrea Pérez*
A partir de la provincialización de La Pampa, y en particular desde mediados de la década de 1950, la cuestión de la "identidad cultural pampeana" comenzó a instalarse en la agenda pública desde diversos ámbitos como el debate entre intelectuales, la creación artística y el discurso periodístico. Las revistas culturales dirigidas a una amplia gama de lectores de todo el territorio provincial fueron uno de los principales ámbitos de expresión en relación a esta temática.
Entre ellas, una de las más conocidas fue "Caldén. Revista pampeana de Educación y Cultura", cuyo primer número apareció en 1957, y se editó de forma alternada en tres etapas: 1957-1963, en 1967 y entre 1987 y 1989.
En sus páginas, escritores, docentes artistas y funcionarios del ámbito cultural se cuestionaban acerca de la especificidad de la cultura pampeana e intentaban identificar una serie de rasgos que, en su opinión, caracterizaban la identidad cultural de la región. Por ello, el análisis de esta revista resulta de particular interés para una aproximación a las políticas culturales del período y al modo en que el Estado pampeano participó de este debate en torno a la cuestión de la identidad provincial, ya que se trató de una publicación editada por la Dirección de Cultura de la recién conformada provincia de La Pampa, cuyo director en los primeros tres números (1957-1958) fue Ricardo Nervi. Entre 1958 y 1963 fue dirigida por Armando Forteza, en 1967 por Rodolfo Capón Filas, y entre 1987 y 1989 por Norma Durango, quienes estuvieron a cargo de ese organismo en estos períodos.
En esta nota se analiza de qué manera fue tratada la cuestión de la identidad cultural pampeana durante el período en que fue editada.
Línea editorial.
El análisis de los textos editoriales permite una primera aproximación en nuestra indagación sobre las construcciones de pampeanidad. Estos artículos marcan el perfil que tomará la revista, es decir, dentro de la amplia gama de actividades que supone la cultura, allí se destacan aquellas que marcaban lo que los editores, es decir, la Dirección de Cultura provincial, consideraban la esencia de lo pampeano, y se reflejaron en los artículos publicados. Las formas en que fue tratada esta temática variaron a lo largo de las tres etapas (1957-1963, 1967 y 1987-1989).
En cuanto a la primera, un aspecto a tener en cuenta, es que la aparición de Caldén se produjo seis años después de la provincialización del territorio pampeano. Por lo tanto los escritos van a evidenciar ese hecho. El objetivo implícito que tenía, en especial, en los primeros seis números, era el de crear un elemento unificador que aunara a una población heterogénea, elemento que fue hallado en la cultura.
En los editoriales entre 1957 y 1959 se sostenía que la cultura pampeana ya estaba perfilada con características particulares que la distinguían dentro del contexto nacional, y la imagen del "ser pampeano" que los redactores pretendían proyectar al exterior e instalar en el interior de la provincia era la de una identidad vinculada al trabajo, a la vida del hombre de campo. "Cultura es sinónimo de trabajo (Caldén número 1), expresaba el primer texto editorial. Una "cultura de cuño agrario", donde el binomio Hombre-Pueblo se desarrolla, trabaja y avanza hacia "una definición espiritual de lo esencialmente pampeano" (Caldén número 2).
Identificación.
Sin embargo, estamos ante un proceso de identificación cultural, en el que un grupo encuentra o selecciona determinados rasgos y los utiliza para diferenciarse del otro. En este caso los elementos están relacionados al trabajo, al agro y al hombre pampeano cuya ascendencia está en los inmigrantes europeos. Estas características fueron utilizadas en un doble movimiento discursivo que trataba de convencer al lector de una unidad cultural existente, y que es herencia del pasado, sólo que "estaba ahí" sin que nadie la reconociese. De modo que, a través de los editoriales, se fue aportando a la construcción de la identidad cultural pampeana, a través de la selección de rasgos culturales que eran presentados como un potencial cultural significativo.
En una segunda etapa, en la edición número 9 de julio de 1967, se observa un cambio notable en el contenido del texto editorial: ya no se buscaba la esencia del quehacer pampeano, pues los redactores de la publicación consideraban que ese trabajo se había logrado con el transcurso del tiempo. Se sostenía ahora que se contaba con "un valioso arsenal de cultura pampeana" (Caldén número 9), que requería de un vehículo de acceso a la comunidad, y ese medio de comunicación por excelencia era la revista Caldén. Sin embargo, este vehículo volvió a silenciarse durante veinte años, para volver en 1987.
Pluralista y popular.
La tercera de las etapas se inició en agosto de 1987, con tres objetivos a cumplir: ser un canal de expresión para todos los trabajadores de la cultura, ser un espejo donde la comunidad pueda reflejar y evaluar su capacidad creadora, y ser intérpretes de la "verdadera cultura popular de aquella que parte de los intereses e inquietudes de la gente" (Caldén número 13), según lo entendía su directora, Norma Durango de Martínez Almudévar. En este período se pretendía lograr una cultura dinámica, viva, pluralista, que nos permita reafirmar nuestra identidad cultural; nuestros modos de sentir, de expresarnos, de producir..." (Caldén número 10).
Por lo tanto, tenemos como innovación en esta etapa dos nuevos conceptos: pluralismo y cultura popular. El pluralismo consistiría para los editores en que en la cultura, así como en su medio de difusión, se pudieran expresar todas las áreas del ámbito cultural, y desde todos los rincones de la provincia. De la cultura popular dirán que es aquella que nace del seno de la comunidad en general.
De modo que estamos ante una nueva construcción de la identidad cultural pampeana, en la medida en que la dinámica supone tanto cambios como continuidades. De la mano de estos cambios habrá una incorporación de nuevos rasgos y resignificación de los ya existentes.
La pampeanidad.
Además de los editoriales, el resto de los artículos de la revista siguieron la línea marcada por los editores, reflejando lo que desde el punto de vista de éstos eran las actividades que contribuían a la conformación de la cultura. Notas sobre teatro, literatura, títeres, pintura fueron una constante en todos los números de la revista. La historia y la geografía tuvieron cabida en las páginas de Caldén, principalmente la referida a la provincia, sin dejar de lado la nacional, bajo la forma de reseñas históricas de los aniversarios de los pueblos, notas que reflejaban el crecimiento de otros, o áreas geográficas que sobresalían por la presencia de un recurso natural que podía ser explotado económicamente. Entre las secciones fijas se encontraban la agenda cultural, la bibliografía y una sección que entre las ediciones 4 y 7 se denominó "La Voz de Nuestros Poetas", que cambió a "Voces Pampeanas" en la revista número 8, y pasó a estar incluida en la Sección Arte en la reedición de 1987.
Rasgos propios.
Ahora bien, si consideramos, como sostienen autores como Denys Cuche, que la identidad no se construye de una sola vez y de forma definitiva, sino que se la va reconstruyendo constantemente según el contexto social y económico, podemos decir que los lugares desde donde ésta fue construida en Caldén no son monolíticos. En los primeros números de la revista, como señalamos, los editoriales eran los que más se ocupaban de marcar aquellos rasgos que conformaban la pampeanidad: el trabajo, el campo, la inmigración.
En la reedición de la década de 1980, los editoriales siguieron teniendo el mismo objetivo, de dar forma a la "identidad cultural pampeana" pero no con la misma intensidad que en los años '50. El tema de la pampeanidad siguió estando presente, pero en artículos específicos dentro de la revista que ocupaban varias páginas y estaban ubicados dentro de los tres primeros artículos, resaltando la importancia del tema. Si bien en los editoriales se daba por sentada la existencia de un bagaje cultural, en los artículos internos se cuestionaba su existencia, de tal forma que el título de uno de ellos era "øLa Pampa ha producido cultura propia?". En éste se entrevista a José Prado, Rubén Evangelista y Luis Roldán. Si bien no hay un debate entre ellos, se puede observar que no hay una respuesta clara y unívoca a la pregunta planteada. José Prado dará una respuesta muy marcada por la influencia de los editoriales de los años '50: dirá que la cultura pampeana es de carácter agrario. Por otro lado, Evangelista expresará que no hay una cultura unívoca, sí rasgos que puedan identificar a los pampeanos, pero no a su totalidad dada la separación que hay entre el oeste y el este pampeano. Aún así, sostiene que estos rasgos pueden observarse únicamente en las zonas rurales y las localidades pequeñas. Por su parte, Luis Roldán expresa que la provincia recién en esta época (década del '80) está tomando conciencia de la necesidad de buscar su identidad cultural, dando pasos firmes y precisos como la revalorización de los pueblos originarios de la provincia, "como nuestro auténtico antepasado" (Caldén número 10) y los aportes de los inmigrantes que se asentaron en estas tierras.
Reconstrucciones.
En la postura de Luis Roldán -quien años más tarde sería ministro de Cultura y Educación- encontramos un elemento innovador para la época. Mientras que en los inicios de la revista, los intelectuales de la época negaban todo vínculo con los indígenas, en los '80 fueron incorporados a la historia de la provincia, y a las formulaciones acerca de sus características culturales. Una postura similar a la de Roldán expresaba Elpidio Pérez en la edición número 12 de la revista, en el artículo "La cultura es pueblo". Allí daba a entender que La Pampa no había generado todavía una cultura propia, sino que estaba en proceso de creación, y sostenía que "pretendemos encontrar nuestra identidad cultural" (Caldén número 12). En vista de esto, postulaba tres etapas en la historia pampeana: la indígena, la de los inmigrantes y La Pampa actual. Cada una de ellas, según el autor, ha brindado características que distinguen a una de la otra, es decir, ha dado rasgos culturales propios de la dinámica de la sociedad.
De modo que estamos ante una reconstrucción de la identidad cultural pampeana, en la que se incorporaba un nuevo rasgo: el vínculo con las poblaciones originarias de La Pampa. En relación a esta novedad, comenzaron a aparecer notas sobre el Oeste Pampeano (como espacio en el que habían sido excluidos los ranqueles). Algunas fueron producidas por su máximo exponente, Julio Domínguez "El Bardino" y otras eran redactadas por miembros del grupo editorial, refiriendo al valor de las artesanías realizadas por los habitantes de esa zona.
Comentarios finales.
Como se sostuvo líneas atrás, si admitimos que la base de que la identidad cultural no se define de una vez para siempre, sino que se va construyendo constantemente a partir de rasgos que son reconocidos como propios por los miembros de un grupo, puede decirse que los primeros números de Caldén fueron fundantes en este sentido, pues aquí se seleccionaron determinadas características como la apelación a las figuras del trabajo el campo, y los inmigrantes, y a partir de ellas se pretendió construir un discurso unificador que pudiera diferenciar a La Pampa de otras provincias argentinas. Estas primeras construcciones fueron luego reemplazadas por otras que resaltaron la diversidad de características culturales que incluían referencia a los indígenas y a las poblaciones del oeste de la provincia.
La contribución de Caldén a la construcción y legitimación de la pampeanidad es indiscutible, ya que se trató del órgano oficial que el gobierno concibió para brindar una imagen de identidad cultural que unificara a los habitantes de la provincia, resaltando la existencia de rasgos propios que caracterizarían a los pampeanos, y que, por lo tanto, los unirían. Es más, Caldén fue la primera en destacar la relevancia de dicha cuestión, y esbozar en un primer plano la construcción de la cultura de la provincia de La Pampa. Será poco el tiempo en que estará como única arquitecta, pocos años después aparecerán otras revistas que darán, tal vez, otro matiz al tema.
*INVESTIGADORA. UNLPam
EPIGRAFE
La tapa de una de las revistas Caldén de la segunda etapa. Cómo pensar la pampeanidad desde la cultura.
EPIGRAFE
Armando Forteza, director de Cultura en los 60.
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En la reedición de la década de 1980, los editoriales siguieron teniendo el mismo objetivo, de dar forma a la "identidad cultural pampeana".
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