Jueves 22 de mayo 2025

Niños fumigados: el horror en las imagenes de Pablo Pirovano

Redacción 28/03/2016 - 20.30.hs

Andrea M. D’Atri *
La experiencia de ver la exposición de fotografías de Pablo Piovano es la de “ver un exterminio”. Niños fumigados, podría ser otro título de su obra, hoy presente en el Palaise de Glase de Buenos Aires.
“El costo humano de los agrotóxicos” se presentó el 10 de marzo y seguirá hasta el 10 de abril. Es un ensayo fotográfico del reportero Pablo Piovano, realizado durante tres viajes por las provincias de Córdoba, Chaco, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe entre noviembre de 2014 y octubre de 2015. Durante ese tiempo, recorrió 6 mil kilómetros documentando la vida de los pueblos que conviven con las fumigaciones y los efectos de los químicos sobre la salud de sus habitantes.
Las fotos muestran nenes y nenas afectados físicamente por agrotóxicos que se utilizan en la producción agrícola; son devastadoras, crudas por su significado, dolorosas porque no se está viendo una ficción, se trata de niños reales.
Una por una en sus imágenes, Piovano cuenta por ejemplo que Lucas Texeira, de 4 años, nació con ictiosis, una afección que resquebraja y escama la piel. Y en un panel aparte, en la misma muestra, se expone en sistema braile para personas ciegas, la siguiente explicación: “Lucas tiene las manos juntas, apoyadas en el pecho. Tiene una mirada perdida, esquiva, desolada... Esa mirada se acrecienta aún más en una habitación vacía, oscura. Su madre manipuló sin protección glifosato en la huerta durante el embarazo”.
“Según diferentes fuentes, el primer relevamiento de los pueblos afectados por fumigaciones con glifosato en la Argentina da cuenta de aproximadamente 13.400.000 personas afectadas directa e indirectamente; esta cifra representa a casi 1/3 de la población total del país. En el año 2012 se han utilizado 370 millones de litros de agroquímicos sobre 21 millones de hectáreas, el 60 por ciento de la superficie cultivada del país. Esto significó que en una década, los casos de cáncer en niños se triplicaran y las malformaciones en recién nacidos aumentaran un 400 por ciento. A pesar de la contundencia de las denuncias, no existe hasta ahora información sistematizada a nivel oficial”, dijo Piovano en una nota para la revista Radar, explicando la investigación que conlleva su historia fotográfica.

 

Ecología social.
El trabajo del fotógrafo ya tuvo repercusiones en países europeos, donde por ejemplo el Glifosato es un agroquímico prohibido. Pero en Argentina el producto está “liberado” y es de los que más se utiliza en la producción sojera.
“El costo humano de la acción depredadora de la naturaleza llevada a cabo por la industria en la Argentina es doloroso y no es novedoso. Así, la región retratada por Piovano ya había sido depredada, tanto a nivel humano como medioambiental”, expresa Oscar Smoje, director del Palacio Nacional de las Artes (Palais de Glace) de Buenos Aires, donde se expone la muestra. A modo de ejemplo, Smoje menciona que en las primera décadas del siglo XX, el Gran Chaco (Formosa, Chaco, Norte de Santa Fe, Santiago del Estero y zonas de Salta y Tucumán) fue destrozado por la práctica de la explotación forestal.
Debería ser posible una “ecología social en el capitalismo”, sueña el director de un espacio que pertenece al Ministerio de Cultura de la Nación, de un país cuyo gobierno permite que una empresa como Monsanto manipule a su gusto y placer, todo el glifosato que quiera.
En la misma muestra, volantes de alguien que no se identifica repudia a la trasnacional con un slogan claro: “Monsanto go home. Basta de enfermar y matar a nuestros pueblos”.

 

Monstruos.
La exposición tuvo la curaduría de Annalisa D’Angelo. Fotos en blanco y negro, muy grandes, varias de más de un metro, rodean el Palais de Glace circular de la Recoleta, invitando a un recorrido del terror hasta llegar a un recodo donde se expone un video documental breve, también realizado por Pablo Piovano, donde las imágenes cobran vida y, sobre todo, logran acrecentar la indignación y la pena.
“La deformidad de los seres reales remite a los sueños de la razón que, según Goya, engendran monstruos. La razón capitalista, en efecto, ha creado esa chica deforme que gatea, o esos chicos con hidrocefalia y retraso mental. Lo que no debe sorprendernos es que no fueron monstruos quienes urdieron el exterminio. Fueron hombres, de carne y hueso, padres de familia”, escribe Guillermo Saccomano sobre las fotos del reportero.
Al cabo, una sale de la sala, del edificio, sacudida por la realidad y en realidad, no ha visto nada real sino sus representaciones. La pregunta surge espontánea: ¿Porqué está ocurriendo esto? ¿Porqué sigue pasando?
Saccomano ofrece algunas respuestas: “lo menos que debería empujar la visión de estas fotos es hacia una política de estado que se haga cargo de las consecuencias del uso del glifosato y castigue a los responsables de tamaño genocidio”. O también:
“Si nos ponemos del lado de las víctimas, empecemos a sumarnos a los miles que ya están difundiendo esta obra, reafirmándola en lo que es: un secreto a voces”.
Difundir este exterminio, parece insuficiente, pero es algo.
*Periodista de LA ARENA y docente de la Unlpam.

 

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