Martes 16 de abril 2024

Arte en huesoesculturas

Redaccion Avances 05/02/2023 - 06.00.hs

Pese a algunos reclamos, el trabajo artístico de Bruno López aún no ha sido dado a conocer como correspondería. Plasmaba su singular arte en huesos hallados en el campo, convirtiéndolos en auténticas “huesoesculturas”.

 

Walter Cazenave *

 

Sesenta y más años atrás quienes viajaban a Santa Rosa por la ruta 35, al trasponer el casi permanente serrucho de la loma de El Guanaco ignoraban dos detalles, importantes según los intereses culturales de cada quien, pero singulares ambos. Uno era el cruce del antiquísimo camino -sendero peatonal primero, rastrillada después- que unía la Araucanía con el litoral atlántico; el otro el Gran Almacén El Guanaco, de Bruno López, según rezaba el cartel de identificación en un nombre que aludía a la muy cercana Luan Lauquén o Laguna del Guanaco en lengua indígena.

 

En el interior del negocio campeaba una asombrosa colección de objetos cuya original proyección artística acaso no haya tenido igual en la provincia: las “huesoesculturas” de don Bruno López.

 

La imaginación proyectada.

 

Por lo que se recuerda y se sabe Bruno López fue un notabilísimo y original autodidacta. Había aposentado su negocio en un lugar clave de la historia pampeana que se remontaba a dos siglos atrás y, acaso en algún momento de inspiración o motivado en la observación del a menudo desolado campo pampeano de esas épocas, advirtió que muchos de los huesos de animales diseminados por el campo podían proyectarse a través de la imaginación en formas y colores evocativos, a su vez, de objetos y de gentes. Y se dio a la tarea de concretar la idea.

 

Por eso que al entrar en la semipenumbra del boliche sorprendían aquellas formas inesperadas, coloridas, que dejaban a un lado sus contornos y funciones originales para pasar a sugerir lo que pensó el artista. Artista sí, porque en aquella proyección había mucho más que entretenimiento y acaso en su fuero íntimo don Bruno sabía que estaba siguiendo un camino distinto de ver las cosas, como ocurría simultánea y lejanamente, con algunos pintores avanzados de la época en el lejano París.

 

Aquellos trabajos cubrían las paredes y también colgaban del techo del local produciendo un curioso contraste con la penumbra y llamando la atención de quienes ingresaban, tuvieran o no sensibilidad para con lo insólito de las obras. Las formas, identificables algunas de ellas, evocaban vehículos, aeroplanos, personas y hasta un Perón y Evita y un Pesebre que evidenciaban una inclinación política y audacia imaginativa. Para la gente sensible eran concreciones sorprendentes y nunca vistas, para los indiferentes apenas si referenciaban “al gallego o el loco de los huesos”, como lo nombraban algunos.

 

El Paso de Jorge Prelorán.

 

Carecemos de fecha precisa pero estimamos que debió ser a mediados de los años setenta del siglo pasado cuando Jorge Prelorán -tan conocido de los pampeanos por sus estupendas películas sobre personajes regionales- pasó por El Guanaco y quedó fascinado por las huesoesculturas de Bruno López, sacando muchísimas fotografías, en una tarea compartida con Sergio Barbieri.

 

Pero el hecho no quedó en la anécdota; por entonces Prelorán oficiaba como asesor audiovisual del rectorado de la Universidad Nacional de Tucumán y varios de sus impresos armonizaban con sus trabajos de cine antropológico (Hermógenes Cayo, el santero; Quilino; Araucanos de Ruca Choroy…). Su interés epilogó en un folleto editado por esa casa de estudios (el número 18 relativo de la serie) en el que consta un singular análisis de creaciones y creador. Transcribimos algunos párrafos integrantes de esa obra, vertidos por Nicolás Rubio.

 

Opiniones sorprendentes.

 

“1.- Bruno López abandonó un día su tierra, su pueblo natal, Salvatierra, y su patria, Galicia. Qué lo inducía a dejar ese continente? Qué voz secreta lo guiaba hacia otros horizontes? Interroguen a los inmigrantes. Su respuesta es siempre la misma, confusa y sorda, un no a los horizontes apretados de Europa, un sí a ese espacio generoso de América. Porque en Europa todo está apretado. Los pueblos sobre las carreteras, los campos; la visa y la muerte de todos, apretado en torno de uno, la sensación de faltar espacio para expandirse (…) Y así Bruno López llegó a Buenos aires, lleno del deseos de hacer fortuna. Su camino hacia la fortuna empezó en una fábrica de soda, donde fue peón, pasó su caprichosa ruta por una librería donde fue empleado… fue taxista, cochero… Y obligado por el asma debió alejarse de la húmeda capital.

 

2.- Qué extraño destino lo condujo al corazón de la Pampa qué lo guió del corazón de Galicia a América desnuda? (…)

 

3.- Bruno López enfrenta solo y a su modo todo el problema de la cultura. A poco de perder su mujer el hombre quiso buscar un valor a su destino. Un hueso en el campo le dio la respuesta. (…) solamente Henry Moore, influenciado por América -es necesario recordarlo - halló en los huesos formas para su creación. El hombre descubrió en ese trozo de muerte la presencia de algo. Con algunas pinceladas obligaba al sueño a mostrar su cara al resto de los mortales.

 

4.- No podemos saber cómo es el orden en la creación de esos objetos. Debemos imaginar una evolución azarosa. Pero hemos agrupado las piezas según un proceso de cultura efectuado por un hombre solo. ¿Y en qué medio de cultura aprendido? En la escala más baja de los valores, la operación más simple y más elemental consistía en devolver vida a esa vaca muerta. Con una cadera hacer una cabeza. Es una etapa de lo inmediato, porque las proporciones están en un orden natural.

 

6.- Podemos imaginar la euforia de Bruno López. La alegría es, en definitiva, la única característica cabal de la creación. El hombre debe haber sentido el frenesí de su vida y debe haberse lanzado en toda suerte de aventura. Testimonio de ello la diversidad de caminos adoptados, y uno de ellos se imponía de por sí. Cómo el inmigrante no iba a querer recordar con esas humildes creaciones su lejana patria? Porque esas tallas recuerdan los objetos populares gallegos, morrudos y toscos como la tierra española. Y ello nos dice que Bruno López era sincero en su afán, y es de creer que esa afición revelaba intenciones atávicas.

 

7-8.- Quizás las confusiones de indumentarias pueden hacernos comprender que su voluntad era otra. No obstante, estos personajes son los seres de los cuentos europeos, las figuritas populares de las ferias de España. Reconocemos su bonhomía e ingenuidad.

 

11.- (…) entonces el artista deja el campo de lo grotesco, de la estilización a priori y descubre el hombre, su gesto patético y venerable.

 

34.- Esta fantasía reencuentra a los ingenuos del plata. (sic)

 

35.- Este rosto humano lo emparenta con los expresionistas.

 

36.- Y esta pieza nos muestra el gran escultor que había en Bruno López, escultor que por falta de medios no pudo desarrollar su talento, pero que por falta de medios pudo preservarlo, puro. La forma está en su plenitud. El color desaparece y pasa a ocupar el lugar clásico de la pátina. Y así podrías cerrar el proceso cultural de un hombre solo, si no faltara un último punto.

 

Conclusión.

 

“Y así hemos aprendido que la vida surge de la muerte. Que nada desaparece y todo se trasforma. Que los emigrantes no emigran con su patria a cuestas, sino solos, y que se amalgaman en ellos formas del país de origen y del país de adopción; que climas y geografías condicionan su alma hasta confundirlo a él, ser por cierto extraño, con las voces más tradicionales.”

 

Estas profundas consideraciones pertenecen a Nicolás Rubio y constan en el folleto aludido. No se necesita demasiado para comprender la muy fundada evaluación de los trabajos del artista de El Guanaco, tanto en su indagación en lo personal como en lo exterior, relacionándola incluso con tendencias muy avanzadas en la concepción artística de la época.

 

Bruno López falleció en Winifreda el 28 de julio de 1960. Es lamentable que sus trabajos permanecen prácticamente inéditos, desconocidos. Ni los organismos oficiales o municipales de la provincia han concretado acciones en pro del conocimiento de la obra de este singularísimo artista, pese a algunos reclamos fundados y trascendentes. Que sepamos el único detallado y de reconocimiento fue el que hiciera el cineasta Juan Carlos Gerardo varios lustros atrás, como parte de su serie televisiva “Mirando hacia adentro”, que se proyectara por el canal del gobierno. Después un silencio apenas quebrado por una enjundiosa nota aparecida en Caldenia, más de una década atrás, firmada por Francisco Alonso y otra con fuentes referenciales de Pedro Vigne y Silvia Martín.

 

* Colaborador

 

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