Jueves 19 de junio 2025

Cerro de la Fortaleza

Redaccion Avances 27/04/2025 - 09.00.hs

Este relato forma parte de las memorias de don Juan Luis Gallardo sobre su infancia y juventud en las sierras de Lihué Calel. Caldenia los ha venido publicando con exclusividad y se ubican en tiempos en que su familia era propietaria del sitio.

 

Juan Luis Gallardo *

 

La sierra, con sus singularidades geográficas e históricas aparece retratada en aspectos muy poco conocidos, que bien pueden hacer al interés de los visitantes actuales, sean estos de nivel científico o simples turistas.

 

Cerro de la Fortaleza

 

El Cerro de la Fortaleza no es propiamente un cerro sino, más bien, una cerrillada baja, de perfil redondeado, entre cuyas piedras crecen matas de paja brava, tunas puelchenses y algunos piquillines o albaricoques. Está situado no lejos del lugar en que estuvo la casa y su única falda abrupta cae sobre el que Zeballos denominara Baño de Namuncurá.

 

Ese cerro o cerrillada presenta una peculiariedad. En su cima, junto a un chañar brea, existe una piedra de buen tamaño, rodeada de un cerco bajo formado por otras menores, apiladas a modo de pirca irregular. Es de suponer que tal conjunto fue el que diera origen al nombre del cerrito, ya que podría sugerir la traza de un pucará. Y, con respecto a ello, contaba Gauna:

 

Desde que yo recuerdo, en el Cerro de la Fortaleza están esa piedra grande y la parecita que la rodea. Pero la gente vieja decía que antes las piedras eran tres: la que se ve ahora y otras dos algo más chicas que tenía a los costados. También decía que debajo de esas piedras estaban enterradas cosas de plata que habían sido de los jesuitas. Y que de ahí salía una luz que se perdía al pie del cerro, por donde pasa el zanjón.

 

De esta historia se enteraron unos chilenos, que andaban por la zona y que resolvieron mover las piedras para quedarse con la plata enterrada. Usando las herramientas que tenían consiguieron sacar las que estaban a uno y otro lado de la piedra más grande. Y cuentan que abajo de ellas hallaron unos candeleros de plata. Pero con la piedra grande no pudieron. Así que se fueron para un campamento que tenían en El Carancho a buscar herramientas mejores y hacerse de dinamita, por si era necesario volar la piedra. Ninguno de los tres volvió a las sierras. Uno murió de golpe, el otro se trastornó y el tercero, asustado al ver lo que les había pasado a sus compañeros, abandonó el asunto. La parecita que tiene alrededor la piedra grande parece que está hecha con las que sacaron los chilenos cuando cavaron.

 

Hasta aquí el cuento de Gauna. Lo confirmaba doña Teófila Patiño, una mujer de bastante edad que vivía cerca del Chadileufú y venía a ayudar en las tareas domésticas cuando nosotros estábamos en Lihué Calel, agregando que ella había visto la luz que bajaba de La Fortaleza y se perdía cerca del Namuncurá. Sólo agregaré que, aunque alguna vez nos propusimos dinamitar aquella piedra, por una razón u otra la cosa quedó en proyecto. Y la piedra sigue allí. Vaya uno a saber qué tiene debajo.

 

* Escritor

 

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