El obelisco de General Acha
El “Monolito” de General Acha se construyó en homenaje al fundador de General Acha, el general Manuel Jorge Campos y, por añadidura, homenaje también al general Victoriano Rodríguez. En el 2021 fue declarado Bien de Interés Patrimonial Cultural.
Rubén Salvador Giordano *
El obelisco achense se ubica en la intersección de las calles Manuel J. Campos (antaño Alsina según la mensura de 1885) y Avenida San Martín. Se expresa textualmente en la Revista “La Moderna”: “en el cruce de la avenida General Manuel Jorge Campos y Adolfo Alsina”. Aquí existe un error interpretativo, ya qué, la Avenida Campos reemplazó (por decisión de las autoridades municipales) a la denominada en origen de la mensura de 1885/86, como Adolfo Alsina. En el Plano Oficial del trazado en damero o cuadrícula de la localidad.
En el sitio se ubicó una de las garitas, con presencia de personal policial, que se encargaba de dirigir el tránsito en la localidad y se levanta un hito muy popular para los habitantes de la localidad, conocido por los parroquianos como “el Monolito”. Se construyó en homenaje al fundador de General Acha, el general Manuel Jorge Campos y, por añadidura, homenaje también al general Victoriano Rodríguez.
Dos cuestiones realmente controvertidas para una comunidad que, en sus orígenes fue un asentamiento militar (superando los 1200 hombres armados, una cárcel en estado paupérrimo, donde generalmente eran ubicados apresados los marginados de la propia desmesurada “campaña hacia la denominada frontera”, sin lugar a enjuiciamiento e incluso, engrillados y tratados como bestias insalubres).
Poder y comparación.
General Acha por entonces era un pueblo de frontera, donde perduraban huellas del Ejército Nacional, con las destacadas jerarquías de estridentes oficiales, todavía con la actitud que justificaba someter a mansalva a los habitantes originarios, no sólo del lugar, sino de otros grupos distantes, pero igualmente acosados por la denigración de su estirpe.
Nada encuadraba en un ambiente de comunidad, donde las desigualdades sociales se acentuaban con el devenir del tiempo. Posteriormente perdió su rango de sede administrativa y política del entonces Territorio de la Pampa Central por obra del inescrupuloso negociado de sectores poderosos de la oligarquía. Tal era el grado de sometimiento de quienes rendían homenaje a los encaramados jefes, saqueadores de cuerpos y de vastos territorios, que pudo hacer que la comunidad de aquel tiempo se sintiera honrosa en el hacer de estos monumentos fálicos.
Valga como ejemplo de lo dicho que, entre los discursos de la ceremonia inaugural se rescata el del arquitecto Ramón Toha, quien diseñó y dirigió la construcción del monolito, pretendiendo emular de algún modo estéticas extraídas de lugares y tiempos lejanos y de otra civilización. Un párrafo del discurso intentó poner énfasis exaltando el modelaje del obelisco: “Como argentino me siento orgulloso de ver realizada esta obra y ver la preocupación constante de mejoramiento social que demuestran a cada rato nuestros jefes máximos de La Pampa. Como profesional he de decirles que, técnicamente hablando, hemos construido un monolito que será milenario, pues responde a las condiciones monolíticas de tal; compuesto por piedra y cuarzo del lugar, cemento y hierro; llegará un momento que, por la acción del tiempo, se petrificará. Cábele al pueblo de General Acha el honor de aportar, para esta obra, el 85%; de procedencia nacional el 10%; siendo tan sólo el 5% de procedencia extranjera…”. Como se ve es más que elocuente el ensalzamiento hacia el poder y la manifiesta comparación con otras representaciones, diseminadas por el mundo.
En observaciones recientes emanadas de los trabajos de campo realizados por docentes como tramo en la Formación de Profesores para la Enseñanza Primaria -una aplicación de las disciplinas integradas al cuerpo de las Ciencias Sociales-, se relevaron los elementos representativos diseminados en el damero urbano; entre ellos se observó (en estado calamitoso) una pretendida representación de lo que fuese el renombrado Quetré Huitrú, añoso árbol que, al incursionar por variadas interpretaciones, se destaca la del antropólogo Rodolfo Casamiquela, quién le da el significado de “árbol de las ofrendas”. Era un testigo más que representativo para las comunidades originarias, pero fue vejado hasta su tala definitiva cuando el trazado de la cuadrícula urbana, allá por los albores del nacimiento de la localidad.
Continuando con rumbo Sur a lo largo de la transitada Avenida Campos, surge nuevamente la presencia del armatoste ante las miradas un tanto desconcertadas de los/las estudiantes: -¿Qué interpretan en esta erguida figura cuasi piramidal, ubicada aquí en este cruce de arterias, dispuesta para la circulación de los pobladores achenses?. Con voz poco convincente, surge una de las conjeturas: “distingue a los héroes del Ejército Argentino”. ¿Qué les representa este símbolo tan erguido y un tanto tosco?... A las dudas se les agrega que solamente se escucha algún ruido de automóviles o el paso de transeúntes, curiosos ante la presencia del grupo que recorre y observa. La idea fálica está presente pero no se menciona. Conceptualizar una obra sin comprender o compartir su intención no es fácil. Más tratándose de algo representativo para una posterior búsqueda dentro de las connotaciones de una Historia y una Geografía más críticas y reflexivas, que hagan hincapié en la necesidad de desarrollar la capacidad de observación e interpretación de los objetos venerados, o al menos respetados, que nos llegan desde tiempos distantes a nuestra realidad cronológica cercana.
* Profesor en Historia y Geografía
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