Lihue Calel: un lugar enigmático
Lugar geográfico localizado en territorios con antiguas modificaciones en su relieve, ocupado por la llamada “civilización” en tiempos más cercanos, otrora visitada por pueblos ancestrales y “viajeros” de distintas procedencias.
Rubén Giordano *
Las geoformas del centro-sur del territorio pampeano, dominado por extensas mesetas, se ven interrumpidas por abruptos “escupitajos” producidos desde el más profundo interior de la esfera terrestre. La mole rocosa de las denominadas sierras de Lihue Calel (en traducción de la fonética de los pueblos originarios: “sierras de la vida” o “sierras del culo” o “de la tripa gorda”, “bulto reverberante”, “montón”, “atalaya”), conforman una agrupación serrana con sus propias características ambientales. El denominado “vulcanismo y plutonismo” (s/ Calmels, Augusto Pablo y Casadío, Silvio Alberto, en su “Compilación geológica de la Provincia de La Pampa”, año 2004, Ediciones Amerindia) dio origen a esta manifestación eruptiva con una edad entre los 240 y 250 millones de años.
Si bien se manifiestan citas producidas por los distintos viajeros encomendados por el Estado Nacional (fines del siglo XIX), los estudios más recientes (fundamentalmente realizado por antropólogos, arqueólogos, biólogos: Rodolfo Casamiquela, Mónica Berón, Mirian González y tantos otros) dan cuenta de interpretaciones referenciales a objetos de distinta procedencia y, en el marco de la concepción mítico - espiritual, a esa interacción de escasa previsibilidad cómo lo es el caso de la presencia de “objetos brillantes” (de procedencia cuprosa) y su relación con seres sobrenaturales; para este componente, se presentan testimonios obtenidos por estudios (Nicholas Saunders, 2003) ligados a relatos nativos de tiempos ancestrales o, más bien relacionados con dones de machis, weather shaman (chamán del tiempo), quienes otorgaban a los elegidos de los dioses, un estado de bienestar físico y espiritual, la capacidad y destreza para la caza, la guerra y, en casos, para el cortejo (Miller y Hamell, 1986; White, 1994).
Un aporte más cercano en el tiempo, surge de los relatos obtenidos de un guardaparque con experiencia (1994 a 2017): se trata de Miguel Romero, comprometido con las tareas de resguardar el ambiente, expresa su habilidad de observador, en las recorridas por los múltiples senderos serranos.
La escucha se agudiza, cuando Miguel da cuenta de algunos vestigios de presencia humana legendaria … “se han expuesto ciertos datos que no concuerdan con observaciones que he realizado a lo largo del tiempo de mi permanencia en el Parque… por ejemplo el enterratorio (calculada su existencia de unos 700 años de antigüedad) del que tanto se habla, está cercano al alero de las pinturas, cercano al arroyo que lleva el nombre del cacique Namuncurá y no donde se cita como, cercano a la antigua ‘casona’”.
- Por curiosidad: ¿qué evidencias encontraste respecto de la llamada “piedra movediza”, “dólmenes y/o menhires”?
- La llamada piedra movediza está hacia el sudoeste y, es preciso recorrer un sendero ubicado detrás del cerro más alto, en las Sierras Malas o Feas, con difícil acceso.
Cuando se habla de testimonios, conozco uno de una descendiente tehuelche (del diálogo con el Antropólogo Rodolfo Casamiquela), quién da cuenta de la existencia de una oquedad (ubicada en el sector SSW del cuerpo serrano, ligada a ciertas creencias que establecían… una vez atravesada, cual si fuese un abra, le significaba a la persona el camino a la muerte, para migrar hacia una presunta trascendencia espiritual; desde aquí surge esta acepción “de la tripa gorda”… cercano a este fenómeno, hubo en tiempos de la explotación de las minas de cobre, con algunos agregados de plata y oro -ubicadas fuera del sistema serrano- explotadas por una sociedad de chilenos (Bobadilla y Sepúlveda); ellos habitaron en el lugar cercano a las serranías del Sur, instalándose una estafeta relacionada con el paso de galeras y el transporte de objetos y documentación de viajeros; en realidad, fue un grupo de jesuitas los que dieron cuenta de las citadas minas, relevando el lugar con un bosquejo de su localización relativa, de la que se apropiaron quienes la explotaron durante un tiempo…
- ¿Y… respecto de las llamadas “pinturas rupestres”?
- Sí, hay estudios hechos con distintas dataciones e interpretaciones; las más precisas dan cuenta de unos 1300 a 1400 años atrás. Algunas han sufrido alteraciones, producto de su extremada exposición al sol y la calidad de los materiales con los que fueron realizadas; otras, han sufrido la impertinencia humana de intentar dañarlas, motivo que llevó a realizar mayor sistema de protección de los aleros y, en algunos casos, evitar exponer para su observación, a las más ocultas por la vegetación.
- ¿Hay algún de referencia de la presencia jesuita en el lugar?
- Sí, vinieron desde Chile y, por referencias de lugareños, sólo lo usaron como lugar de paso; en un cerro más aislado, ubicado al NW del grupo principal, hay una cruz en la cima.
Incluso, esa cruz no es la original, ya que hubo otra ubicada en cercanías de esta, existiendo algunos vestigios que dan cuenta de ello
Incluso, esa cruz (si bien es la original), fue la familia Gallardo -quienes habitaron la antigua “casona”, destruida por la intemperie y la acción de los loros- quienes la corrieron hacia el Sur (unos 100 metros aproximadamente), para obtener una vista permanente desde su vivienda. Algunos vestigios que dan cuenta de ello.
- Miguel, durante esos extensos y activos recorridos ¿encontraron algún lugar que se relacione con ciertas celebraciones de los primeros habitantes?
- Bueno, hacia el Oeste del cerro alto, hay una enorme roca, con forma casi cuadrada, rodeada de unas pircas (en círculo); llama la atención la disposición y las características, como si fuese un lugar “sagrado”, destinado a “rogativas”; más hacia el Oeste, en cercanías de la antigua “casona”, existe una disposición de rocas planas, encimadas, posiblemente destinadas a ciertos cultos propios de estos grupos originarios (algunas están caídas y, según mis conclusiones, producto de “curiosos” que querían saber que se escondía allí). También se habló que allí estaba oculto el “tesoro” de Namuncurá, sin llegarse a comprobar nada hasta el momento.
Siempre en la búsqueda de identificar algunas dataciones o interpretaciones “novedosas” a ciertos lugares enigmáticos de la “travesía pampa”, estos relatos expuestos con tanto sentimiento y soltura, dan cuenta de un proceso extenso y complejo con la presencia del hombre respondiendo a distintas culturas de los tiempos remotos al presente.
(Un reconocimiento muy particular al Guardaparque Miguel Romero, por su predisposición y apertura al diálogo).
* Profesor. Colaborador
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