Lunes 05 de mayo 2025

Los pistoleros

Redaccion Avances 24/11/2024 - 15.00.hs

Siempre con un tono amigable y desde el humor, Aldo Umazano comparte con los y las lectoras de Caldenia un cuento de pistoleros y sorpresas.

 

Juan Aldo Umazano *

 

Era un pueblo olvidado. El cartel de entrada estaba agujereado a balazos; no se podía leer.

 

Una tarde, un niño llega a la Estación de Tren y cuando camina por el andén ve un pistolero que desenfunda y enfunda su revolver. Tiene los vaqueros pelados, camina hasta sentarse en el banco que estaba debajo de la campana, y se queda pensando. “¿Cuándo será el encuentro con el otro pistolero?”, se pregunta el niño.

 

De pronto el pistolero saca dos botellas del bolso, se pone de pie, y mirando la pared arroja una al aire sin mirar hacia atrás, y mientras se da vuelta, saca el arma y dispara; la botella se hace añicos en el aire y el vidrio llueve sobre las vías. Después sopla el olor a pólvora que sale del caño y haciendo un molinete con el revolver, lo enfunda. En ese momento ve al niño que viene caminando hacia él: -Hola-. Lo saluda. -Hola señor-, dijo el niño con el respeto inspirado por la habilidad del pistolero.

 

-Siéntate-, dice el pistolero, y le ofrece un lugar en el banco cubierto de tierra.

 

El niño saca un palito que tenía por pistola y le tira al hombre: -Ta, ta, tá-, y termina imitando el silbido de las balas. Después camina hasta el banco y se sienta.

 

El pistolero sonríe; le mira el jardinero azul y la camisa floreada bastante usada:

 

-Debemos practicar más si queremos ser veloces.

 

-Sí señor-, aseguró el niño-. ¿Cuándo es el día del encuentro?

 

- El martes 17.

 

- ¿A qué hora?

 

-No la sé; debo estar preparado.

 

-¿Lugar?

 

-Tampoco.

 

-¿Y entonces?-, pregunta el niño.

 

-Habrá que esperar. Hay encuentros que no se programan.

 

En ese momento se escucha caminar un caballo por el andén. El hombre que lo monta viste de payaso, tiene un pañuelo en el cuello y calza un revolver en la cintura. Se baja, revisa el arma si está cargada, pone el dedo en el gatillo, lo hace girar y enfunda. Repite ese movimiento varias veces. Prueba si la altura de la culata del revolver le rosa los dedos. Se afloja el cinto y la deja a la altura necesaria para sacar con velocidad. Después enfunda y desenfundar.

 

Lo mismo hace el pistolero que le tiró a la botella. Pero le da la espalda; parecía no querer enfrentarlo.

 

-Oye, Chimango- dijo fuerte el payaso-pistolero.

 

-Chimango serás tú-. Y se puso de frente bajando las manos listas para desenfundar. -No te darás el lujo de que carroñen mi cuerpo.

 

Mientras dice esto el de la nariz colorada con pistola, deja caer sus manos hasta la altura del revolver: -Quiero saber si has aprendido algo durante estos días-, dijo. Debajo de su cara pintada de payaso había una seriedad con responsabilidad de trabajo. Quizás tenía bajo el pañuelo colorado la estrella de Serif. Su tranquilidad le daba seguridad. -He practicado bastante-, dice. Arroja la otra botella que está en el banco, desenfunda, le tira, y la botella cae sana entre las vías. Libera una estruendosa carcajada parecida a la Burt Lancaster en la película Veracruz, después de evitar que lo maten a Gary Cupe, el otro pistolero que estaba desarmado.

 

Los dos, se acercan a mirar la botella. Corroboran que tiene una bala adentro.

 

-Veo que has practicado-, dijo el pistolero mientras se escucha un vehículo que se detiene.

 

-Llegaron-, dijo el payaso-pistolero.

 

El pistolero preguntó: -¿Y vos?

 

-También iré-. Saca debajo de la montura una mochila. Suelta el caballo, se pone la montura al hombro y camina hacia el lugar que entró-. Hacía tiempo que no galopaba. Me duelen los riñones.

 

El que estaba en el andén alza la botella sana: -Me estaba olvidado la botella. Tenés que llevarla para que nadie dude de tu puntería-, le recordó el pistolero.

 

-Tenés razón.

 

- Sí, pero quién debe mostrar la botella al público sos vos, Payaso-pistolero. Porque tu número viene después del mío. Ya está todo coordinado. La bala de goma denuncia tu puntería porque entró por el pico de la botella.

 

Ríen.

 

-Tengo varias más en el caso que necesitemos-, acotó el payaso-pistolero.

 

- Espero que vaya gente.

 

Desaparecen detrás de la Estación.

 

Se escuchan dos puertas que se cierran y la camioneta se va lentamente.

 

El niño, corre por el andén, gira, y mira el vehículo donde los pistoleros acaban de subir.

 

En la puerta dice: “ El Circo del Cielo”.

 

El niño le tira tiros con el palito mientras el vehículo se aleja: -Ta, ta, ta!

 

Se escucha desde una casa cercana la voz de su madre: -¡Tenés que hacer los deberes!

 

El niño guarda el palito en el cinto del pantalón. Cuando entra a la casa dice fuerte: -Mamá, cuando sea grande quiero trabajar en un circo y jugar a ser pistolero.

 

FIN

 

* Escritor, dramaturgo, titiritero

 

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