Domingo 20 de julio 2025

Preguntan de dónde soy

Redaccion Avances 20/07/2025 - 06.00.hs
Jorge Enrique Adoum creó la letra de esta canción.

Don Atahualpa Yupanqui y su interés por conocer la procedencia de otros ritmos e instrumentos. Así llegó a sus manos este “danzante”, cuya letra pertenece a Jorge Enrique Adoum y la música a Gerardo Guevara.

 

Ernesto del Viso *

 

Se ha dicho en varias ocasiones que Yupanqui no solo exponía su obra, la compuesta por él mismo o aquella cuya poesía de don Ata, musicalizara Pablo del Cerro, su esposa Paula Pepin.

 

Cuando brindaba sus repertorios por Europa, Japón, Michigan (EEUU) -diré a propósito de este sitio que acaba de ser editada en Youtube y Spotify la cinta que contiene su recital del 30 de octubre 1983, brindado en la Universidad del mencionado lugar-.

 

Bien, decía que, en conciertos en otros países distantes de Argentina, don Ata abordaba muchas obras de autor anónimo o directamente de otros autores nacionales. Creía fervientemente en esto de hacer conocer el repertorio sonoro de Latinoamérica, en comarcas alejadas.

 

Andaba los senderos, brindaba sus actuaciones y se interesaba o averiguaba de esos instrumentos profundos, lugareños, para ensanchar sus alforjas de saberes. Recordemos que así lo hizo conociendo Santiago del Estero donde se acercó a echar de ver, a dos músicos populares, shalacos (del Salado), como fueron los Hnos. Díaz -Francisco Benicio (el Soco) y Julián Antonio (el Cachilo)- que, en bandoneón y guitarra, salvaron del olvido hermosas melodías como “La amorosa”, “Andando”, “El ciudadano”, “El Pintao”, “La Olvidada”, a la que le pone letra Yupanqui y relata en ella cómo encontró su melodía en manos y voces de estos dos silvestres musiqueros.

 

Otra vez, en los años 30 del siglo pasado, hizo un viaje al Caribe con un amigo que había ganado la lotería, verdadero relato que me hizo su hijo el Coya Chavero, y de allí se trajo un texto que con el tiempo consagró Atahualpa, en Argentina, España, Alemania, Puerto Rico, como es “Duerme Negrito”, bella canción de las madres obreras, donde cabe el relato de una mamá morena que acuna a su hijo para que concilie el sueño y así ella poder ir a trabajar.

 

Pero fue en París, allá por 1968 que les escucha a dos estudiantes ecuatorianos de sociología y música (Adoum y Guevara): “Preguntan de dónde soy” que grabará en el año 1969 con arreglos de Waldo de los Ríos, un disco para la RCA española , y una versión con su guitarra sola grabada en Argentina el 2/1/70 para su disco “La Nadita” (LDS 1029).

 

En su origen, esta obra se denomina “Danzante del destino”, compuesta en el año 1967. Yupanqui toma el primer verso de la letra para una nueva titulación de la composición, por eso aquello de “Preguntan de dónde soy”. Acá surge la pregunta entonces, de qué es un “danzante”; nos explican que es el bailarín que, con atuendo especial, danzará en las festividades religiosas.

 

Ese nombre se traslada así mismo, para referir un determinado género musical: “el Danzante”, habiendo trascendido a los repertorios mestizos. No solo así se denomina al género musical, sino a personajes que participan de varias tradiciones, especialmente en la zona andina ecuatoriana.

 

En definitiva “Danzante” es nombre del baile y género musical, como de quien o quienes lo bailan.

 

Danzante versus Yumbo.

 

A mediados del siglo XX, surge una fuerte diferenciación de este género musical, denominado Danzante, con otro cuyo nombre es “Yumbo”.

 

Es por estos momentos, también, que nacerán obras emblemáticas del danzante como “Vasija de Barro” (que también Yupanqui graba el 2/1/71 para su disco “La Nadita”) cuya letra y que ya alguna vez comentáramos, es escrita a cuatro manos (Jorge Carrera Andrade, Jorge Enrique Adoum, Jaime Valencia y Hugo Alemán) y el “Danzante del destino” de Gerardo Guevara Viteri (música) y Jorge Enrique Adoum (letra).

 

Claro que con este título, existen otras obras del repertorio nacional ecuatoriano como “Cuchara de palo”, en nuestro N.O. argentino sería “Caspi Cuchara”.

 

Ecuador, como Argentina, posee un amplio panorama de géneros musicales, entre los que ubicamos el Danzante, el Albazo, Sanjuanito, el Pasillo, los Pasacalles.

 

Técnicamente, el “danzante” se escribe en compás de 6/8, y podemos inferir parentesco con nuestra zamba. Se trata de conectar esos vasos comunes del repertorio de Latinoamérica, por donde corre sangre hispana iniciática, con las consabidas adaptaciones que los pueblos del nuevo continente hicieron a su vez a manera de recreaciones, y nuevas gestaciones.

 

Claro que “El danzante” se baila y ese ta-tatá (una negra y dos corcheas), que se ejecuta sobre el parche del tambor, ellos lo relacionan con los golpes del corazón, por lo que el bailarín, al iniciar el baile, se coloca su mano derecha sobre el corazón. Se comienza la danza con el pie derecho, alternándose con el izquierdo. También se realizan movimientos del cuerpo en avances y vueltas.

 

El ritmo del Danzante es, como ya expresamos: negra-corchea. Es decir: una figura larga (la negra) y una corta (la corchea).

 

Es ritmo ternario que sería un 3/8 (tres corcheas por compás), pero se escribe en 6/8, como el vals, como nuestra zamba. Es duplicado del 3/8 para darle amplitud a la melodía.

 

Seis corcheas por compás, quiere expresar el 6/8, que le otorga una enérgica rítmica, aunque Yupanqui, en su versión de “Preguntan de dónde soy”, mantiene esa fibrosa y caudalosa cadencia, apaciguándola en lo que respecta a su interpretación, priorizando la atención en el texto.

 

Ya que citamos la diferenciación del “Danzante” con el “Yumbo”, deberíamos decir que éste también es un género de origen prehispánico, al igual que aquel. Significa: “danzante disfrazado que baila en las fiestas”. Su zona de realización es la amazonia ecuatoriana y páramos. El Yumbo, es el personaje que interpreta este baile de carácter mestizo.

 

Festividad de agradecimiento.

 

Hoy en día, hay festividades, en este país (Ecuador), que exaltan a estos personajes, en festividades como “Corpus Christie”, paralelo al “Inti Raymi” y la “Natividad”.

 

Él, se baila en los andes ecuatorianos donde precisamente pacta su iniciación como “Danzante de Pujili”, movimientos que experimentan los cuerpos, en honor a los dioses de la región, en calidad de agradecimiento a las cosechas obtenidas, en lugares que pertenecen a la provincia de Cotopaxi, en el centro de Ecuador.

 

El danzante (bailarín) va vestido con un traje que consiste en: faldón blanco, camisa, pechera cubierta con espejos, oropeles y cascabeles atados a los tobillos con que se marca y acentúa el baile, ritmo y compás.

 

Se habla con firmeza de creencia, de orígenes precolombinos del Danzante, teniendo vigencia aún en las comunidades aborígenes ecuatorianas como así también formando parte del repertorio de bandas de música y conjuntos populares.

 

Al decir de Luis Moyano (musicólogo ecuatoriano), los españoles denominaban “Danzante”, a todas aquellas danzas rituales de los habitantes del lugar, antes de su llegada.

 

En las culturas precolombinas, existían danzantes como en: Tolita, Tuncachuán, Jama Coaque.

 

La mayoría de sus músicas son acompañadas al son de Pingullos y la Paya o Palla, instrumento andino aerófono, fundamentalmente una Flauta de Pan. Según las regiones, también están los tamboriles y los tambores.

 

Como si fuera un caminar.

 

A esta obra, “Preguntan de dónde soy”, la descubrí hace unos 40 años, en una compilación de temas musicales de Yupanqui. Tuve la sensación, al escucharla, que la misma invitaba a una especie de contemplación. Inspira un paisaje y aire de recogimiento, de misticismo, adoptando un carácter de profundidad tal, que invita a la reflexión.

 

Se me ocurre que, en este punto, habría un contacto con nuestra milonga pampeana, con clara funcionalidad en el argumento que expresa cosas de hondura y espiritualidad. No un texto para entretener y mucho menos para divertir.

 

A su vez una melopea de danza lenta, si se quiere, como si fuera un caminar, atado a ese “Andante” que se indica al inicio de la obra en la partitura, ese “andaré” o andar, igual a caminar.

 

Es en esta forma con que el poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, expresa desde el inicio: “Preguntan de dónde soy”. Esto por si lo inquiriera un citadino o un extranjero al país, sobre su origen, su identidad.

 

A veces la culturalidad occidental, lo lleva al originario, como sucede a lo largo de toda Latinoamérica, a ocultar su pasado, su de “dónde viene”. No es que no sabe qué responder, sino que el desalojo, la profanación que ha hecho el blanco a su cultura le ha instalado que dijera “…de tanto no tener nada/no tengo de donde ser”.

 

Es cierto que, por años, la cultura dominante, ha intentado devastar a la originaria o primeras habitantes de esta América, antes de que así se la llamara a esta porción extensa de tierra. Pero “la dominada”, no ha dejado de entrever su pasado, el devenir de allí, de los abuelos, o tatarabuelos que enarbolan otra Patria, de libertad, sin mensuras ni alambradas.

 

Es cierto que ha regado con sangre del antiguo dueño de las flechas y de las tierras, vastedades de campo verde, que hoy luce verde, abonado de roja sangre antigua.

 

Algo de todo esto acaeció en la segunda parte del siglo XIX por el sur de nuestra Patria. Tampoco cesó en la segunda década del S. XX, en el norte del trópico argentino, Napalpí mediante, o cantidad innumerable de toba reducido, al decir de Félix Luna. Todos antiguos habitantes de La Cangayé del siglo XVIII. Pues como expresábamos, historia reiterada a lo largo de esta América del Sur.

 

Pero bien claro lo expone Adoum: sangre invisibilizada en lo profundo del terreno, lo que no evita el saber de dónde se viene. Un don de identidad, que las nuevas generaciones parecen desechar.

 

En el texto queda plasmada, la siempre lucha de los pueblos aborígenes con sus historias de injusticia social y marginación. Lo que en definitiva ha construido la colonización y la explotación.

 

En la segunda estrofa de la canción que relatamos, canta la esperanza, siempre presente en todo ser humano. La esperanza, ese horizonte a alcanzar con más certezas que utopía, manifestada en estos dos versos: “Un día voy a quemar / todo el trigo del dolor…”, es decir: dar por tierra todo ese sufrimiento de siglos y ocultamiento en injusticia.

 

Yupanqui abre un camino.

 

Todo un alegato a lo más hondo del ser pre-americano, esta canción cantada por distintas voces, no solo por Yupanqui, como lo revela la plataforma de YouTube, sino por otras voces que, en su mayoría, no todos, toman el tema de don Atahualpa Yupanqui. Su influencia ha sido tal que muchos le adjudicaron “Preguntan de dónde soy” al propio Don Ata y en el caso del cantante italiano, Antonio Francesco Quarta, dice que los autores de esta obra son R. Cuello y Yupanqui (“Las dos Cruces”) o en su defecto texto de Guevara y Adoum y música de Yupanqui.

 

No se trata entonces de un tema desconocido en América Latina, al saber las señales de cantores, cantoras que le han otorgado su voz, como la catalana Silvia Tomás, el grupo de rock argentino BIGGER, que realizan una muy buena versión, Agustina Eleonora cuya interpretación es con su voz y una caja bagualera, al estilo de una canción norteña de nuestro país, también el dúo de jazz argentino Cande (Candela Buasso intérprete de voz y contrabajo) Paulo (Paulo Carrizo) que nos sorprende con una interesante puesta sonora realizada en el 2021, lo que nos habla de que “Danzante del destino”, compuesta por los ecuatorianos ya citados hace 58 años, no ha perdido vigencia.

 

No dejamos de lado lo cantado por el argentino José Ceña y el Grupo Vocal “Agrupación Diez y Cuarto - Diez y Media” y el español “Grupo Toldería”, con un registro de 1974, seguramente escuchado a Yupanqui.

 

Autoría.

 

La letra de este “danzante” pertenece a Jorge Enrique Adoum y música de Gerardo Guevara.

 

J.E. Adoum (1926 - 2009) fue poeta, ensayista y narrador ecuatoriano nacido en Ambato. Autor de 27 obras inéditas. Premio de “Casa de las América” en 1960 por su obra “Dios trajo la sombra”, pero ya había recibido, en 1952 el Premio Nacional de Poesía en Quito, por “Cuadernos de la tierra”.

 

Poeta testimonial y recorredor del mundo, testigo del “mayo francés” de 1968, verdadera fiesta de la juventud y de la clase obrera, entabló relación de amigos con Julio Cortázar.

 

Su primer libro “Ecuador Amargo”, fue prologado por Carlos Drumond de Andrade y Pablo Neruda de quién Adoum fue por un tiempo su secretario privado.

 

Fue muy amigo de Guayasamín, en cuya casa una noche de los años 50 nació a cuatro manos la ya citada “Vasija de Barro”.

 

De Gerardo Guevara Viteri, diremos que fue un gran hacedor no solo de músicas como: “Se va con algo mío” (pasillo), los “Danzantes de la ausencia y del destino” (Preguntan de dónde soy), “Yaraví del desterrado”, sino también creador en 1973 de la Sociedad de Compositores del Ecuador (SAYCE), un año antes había organizado el Coro Universitario de Ecuador. Se comportó por años como director del Conservatorio Nacional de Música en Quito y de la Sinfónica Nacional en cuya gestación tuvo activa participación.

 

En 1959, realizó un perfeccionamiento musical con Nadia Boulanger, en París. Europa lo orientó en lo atinente a la dirección orquestal y de musicología. Todo ello lo pondría en práctica, al regresar a Ecuador, en lo que ya hemos manifestado.

 

Su pensamiento con respecto a la música de su país, lo mostró sumamente preocupado y comprometido con ella. Alguna vez apuntó: “Todos debiéramos sentirnos orgullosos de esta música nacional, a la que no siempre se le da la importancia que ella tiene”.

 

Asimismo, esto no lo encontraba desatento al movimiento de rock que en su momento se dio en Ecuador, dejando aclarado que, si a la juventud de su país esa música le gustaba, entonces sí la misma tenía razón de ser. La tímbrica que introduce la guitarra eléctrica, le llamaba la atención.

 

En razón de su mirada sobre la música del país y su relación identitaria, ponen de manifiesta que no otro podía poner música a la poesía de Jorge Enrique Adoum.

 

* Músico

 

 

Preguntan de dónde soy

 

Preguntan de dónde soy

 

y no sé qué responder.

 

De tanto no tener nada,

 

no tengo de dónde ser.

 

Un día me iré a quemar

 

todo el trigo del dolor:

 

entonces ha de haber patria

 

ahora hay tierra del patrón.

 

 

Debajo del campo verde

 

harta sangre hay en el suelo.

 

Yo no sabré adónde voy,

 

pero sé de dónde vengo.

 

El indio que cae sabe

 

cuánta tierra al fin le toca,

 

pues reconoce el sabor

 

de otros indios en la boca.

 

 

Letra: Jorge Enrique Adoum

 

Música: Gerardo Guevara

 

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