Ayer se conmemoró el "día del historiador"
Las formas de transmitir el pasado han recibido fuertes críticas y modificaciones en los últimos años. En esta nota, distintos docentes hablan de las dificultades que plantea el aprendizaje de una de las asignaturas más "largas" del colegio.
"Si bien prácticamente ya no se enseña el pasado a través de sus fechas y nombres, los chicos llegan con la expectativa de aprender un relato aferrado a sus aspectos descriptivos y cronológicos y sienten aversión por la materia de antemano porque piensan que no van a poder evocar los contenidos en el futuro", explica Vanina Hauser, profesora de las unidades educativas 4 y 10 y del Colegio Manuel Belgrano de nuestra ciudad. Ayer se conmemoró el "Día del Historiador" y LA ARENA consultó a distintos docentes para conocer cómo se recibe en las aulas la materia que, sin fama de difícil, hace rezongar a varios por su extensión y tiempos de lectura.
Primera impresión.
La Ley Federal de Educación instaló la premisa de que todo aquello que se enseña debe tener una "aplicación práctica" y con esta idea llegan muchos alumnos a las primeras clases de historia, advierte Zulma Castignani, profesora de los colegios Normal y República Argentina. "En los últimos tres años, se revirtió un poco la situación: me encuentro con más preguntas, posiblemente, debido a que la memoria ha sido retomada por el gobierno y los medios de comunicación", indica. Los hechos vinculados al pasado reciente "movilizan" más a los chicos, quienes perciben la historia como una cuestión "más cercana".
El rechazo viene al comienzo, cuando aún no están familiarizados con los contenidos, y no encuentran sentido en poner su esfuerzo en cosas que "ya fueron", apunta Lorena Fornerón, profesora del Colegio Nacional. "Cuando conocen a los hombres y mujeres de 'carne y hueso', detrás de los acontecimientos, se conmueven y cambian su actitud hacia el aprendizaje", señala.
Los procesos del pasado relacionados con la extrema violencia, como el nazismo o el fascismo, los comprometen y multiplican las inquietudes en torno a la materia. Como las demás docentes entrevistadas, coincide en que los chicos demandan en las clases más temas relacionados con la historia argentina, tal vez, por su proximidad.
Lo que cuesta.
La noción de tiempo, que requiere el aprendizaje de la asignatura, es uno de los mayores obstáculos. "Los procesos están muy naturalizados en los chicos, por ejemplo, muchas veces perciben la globalización, como si fuera una etapa que hubiera existido desde siempre", añade Fornerón.
Comprender la totalidad de actores que intervienen en una serie de acontecimientos y los intereses subyacentes también causan dificultades. "La historia positivista, la que omite los grises y hace hincapié en fechas, nombres y lugares, tiene mucho arraigo aún y a los chicos les cuesta advertir los matices", dice.
Una base fáctica es necesaria, principalmente en cuanto a la ubicación espacio temporal de los hechos, agrega Hauser, pero no puede reducirse a estos aspectos la enseñanza de la historia porque es necesario entender la época en la que se inscriben los acontecimientos. "Hay que hacer foco en los procesos y conceptos, que hacen posible comprender un período determinado", explica.
La tendencia en las últimas décadas es acercar a los chicos a las fuentes para que ellos mismos puedan hacer un análisis y no quedarse sólo con la versión ya interpretada que propone el libro, relata Hauser. "El trabajo con los documentos resulta arduo porque carecen de espíritu crítico, manejan poco vocabulario, les cuesta leer entre líneas y adecuar su lenguaje a una situación de discurso formal".
Los obstáculos que representa el aprendizaje de la materia se desprenden de problemas más amplios, como las dificultades para leer de corrido, elaborar una idea para un trabajo escrito y la expresión oral en general, coinciden las docentes. A esta situación, se suma la pérdida dramática de horas que sufrió la asignatura con la Ley Federal de Educación, tanto en el nivel EGB 3, como Polimodal.
Para Margarita Bastián, profesora de la Escuela Normal y de los colegios Aeropuerto y Manuel Belgrano, el aula refleja el desinterés y la indiferencia de la sociedad. "Los docentes debemos plantearnos para qué enseñamos: la historia es un conjunto de procesos muy injustos que se reiteran, pero podríamos preguntarnos acerca de la posibilidad de ser protagonistas y hacer un cambio porque los chicos no valoran su capacidad de pensamiento crítico y de reflexionar por sí mismos; en definitiva, sentirse actores".
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