Cristian Aliaga editó un CD
"Un ring para Dios" se titula el primer trabajo discográfico de Cristian Aliaga, poeta de Buenos Aires afincado desde hace décadas en la patagonia, más precisamente en la provincia de Chubut. Su nombre es conocido en la provincia por sus producciones literarias vinculadas al poeta Juan Carlos Bustriazo Ortiz: "Herejía bermeja" (En Danza, 2008), "Desorbitados. Poetas novísimos del sur de Argentina" (Fondo Nacional de Artes, 2009) y, en prensa, escribió "Excéntricos. De Bustriazo Ortiz a Zelarayán".
Mixtura: poesía y rock.
Sobre su primer trabajo discográfico, que fue editado el año pasado, Aliaga manifestó que el disco "Un ring para Dios" es el resultado de un recorrido largo de experimentación con músicos, especialmente con Titín Naves, y con el poeta Andrés Cursaro. "Nació como un proyecto con la banda de rock "113 Vicios", de Comodoro Rivadavia, y luego la seguimos con Naves y otros músicos, y Andrés hizo la producción artística. La cuestión surgió de la idea de mixturar poesía y rock, y de sacar a la poesía de sus escenarios frecuentemente chatos, aburridos, cerrados. A mí, por lo pronto, me inspiran aquellas lecturas vibrantes de Olga Orozco, Coco Madariaga o Bayley, o las cuasi performances de Bustriazo Ortiz", manifestó el artista a LA ARENA.
Todas las personas que participaron del disco conocían de antes una parte de lo que Aliaga escribe. "Les propuse un paquete distinto de textos diferentes a cada uno, pensando en su perfil y sus estilos, pero ellos eligieron finalmente lo que querían grabar. Empezó Andrés, que es directamente un coautor del disco. Después le dije a Arturo Carrera, que es un lector extraordinario, y aceptó enseguida. A Ingrid Pelicori, una actriz impecable, le propuse que interpretara el único "poema escénico" que escribí (Ínfima suite), y ella hizo una versión bellísima. Palo Pandolfo, que además de su obra rocker tiene una obra poética muy buena, se mandó con versiones muy personales de los poemas que eligió. Y Osvaldo Bayer, con quien trabajamos en varias cosas en el sur, le puso su tono seco, conmovedor a algunos textos que están muy conectados con él, y los redimensiona". El artista reconoció que el disco terminó siendo una antología mínima de su obra y que el proceso para llegar ahí fue "colectivo, cambiante, y bastante azaroso". "Quedaron muchas grabaciones de todos, un montón de textos que suenan diferentes, que se enriquecen con la percepción de los otros. Todos ellos mejoraron, realmente lo creo así, mis ideas iniciales sobre cómo quería que fuese el disco. Para mí, "Un ring para dios" es una ópera rock marginal, una crónica de los confines que ahora son casi todo el planeta", puntualizó.
La obra de Ortiz.
En relación a si editar la obra de Juan Carlos Bustriazo Ortiz fue para él un arduo trabajo, el escritor manifestó que fue "una experiencia de revelación y de conocimiento de su obra secreta".
"Sólo había leído "Unca bermeja" cuando entré en contacto con él en 1988, a través de Juan José María Alvarez. Intercambiamos correspondencia desde ese momento y, por mucho tiempo, recibí de sus manos "Elegías de la piedra que canta", "Aura del estilo", "Los poemas puelches" y "Quetrales". Conocerlo años después fue una bendición. La búsqueda de los numerosos textos inéditos resultó muy difícil. Hubiera sido imposible hallarlos sin la ayuda de Miguel de la Cruz, Sergio de Matteo, Leonardo Santesteban y la gente de La Arena".
Junto a Andrés Cursaro y De Matteo se propusieron poner en circulación la obra del maestro, lo que pudieron lograr en 2008 con la edición de "Herejía bermeja". Los viajes reiterados a Santa Rosa realizados por Aliaga fueron una suerte de peregrinación y los encuentros con Ortiz y con Lidia son "parte de un aprendizaje irrepetible". Un momento de gran alegría que compartieron junto al fallecido escritor fue su presentación en el Festival de Poesía de Rosario, donde él fue "la estrella conmovedora e indiscutida, en uno de esos días que se dan pocas veces en la vida".
Pérdida y soledad.
"La muerte de Bustriazo Ortiz nos deja infinitamente solos. La Pampa ha perdido a su gran poeta, claro, pero también lo ha perdido toda la lengua castellana, de la que fue un maestro. Nos deja sin revelar el enigma de su mirada profunda, intensa, irónica y pura a la vez, y una obra impar, que no admite comparación con ninguno de sus contemporáneos", puntualizó Aliaga.
"Quienes lo conocimos vimos parte de su aura, su magnetismo, sus ojos que abarcaban otros mundos aunque estaban en éste. Él sufría intensamente ante el recuerdo de cada amigo muerto. Ahora él es el muerto que recordamos con congoja mientras nos aferramos a su poesía sin fin. Su obra pertenece a un fondo común de la humanidad. Desde un sitio u otro, Bustriazo nos sigue hablando", destacó el escritor.
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