El mundo sabe que no se trata de narcolanchas
La llegada del mayor portaaviones estadounidense al mar Caribe, donde recientes ataques militares del Comando Sur mataron a decenas de civiles sospechosos de ser narcotraficantes, desencadenó cuestionamientos desde diversos países y amenazó con agravar más las tensiones regionales. Con la incorporación del Grupo de Ataque del Portaaviones Gerald R. Ford, liderado por el portaaviones más grande del mundo, el despliegue sobre el Caribe superó los 15.000 efectivos y supone la mayor concentración militar en la región en tres décadas.
“Estas fuerzas mejorarán y aumentarán las capacidades existentes para desarticular el tráfico de drogas y debilitar y desmantelar las organizaciones criminales transnacionales” en el hemisferio occidental, afirmó el Comando Sur de las Fuerzas Navales de Estados Unidos.
La respuesta de Venezuela fue iniciar ejercicios militares con una concentración de efectivos a gran escala para contrarrestar la presencia naval estadounidense frente a sus costas. Según el ministro Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, unos 200.000 soldados participaron el martes en un ejercicio para contrarrestar las “amenazas imperiales” y garantizar que el país permanezca “salvaguardado, protegido y defendido”.
“Violan el derecho”.
El enfrentamiento provocó preocupación y condena de diversas partes. Al margen de la reunión de cancilleres del Grupo de los Siete celebrada el martes en Canadá, el ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Noel Barrot, denunció que estas operaciones militares en el Caribe “violan el derecho internacional”. Su homólogo ruso, Sergei Lavrov, manifestó ese mismo día que los ataques estadounidenses mostraban acciones de “países sin ley” o ejecuciones propias de “quienes se consideran por encima del derecho”.
Desde principios de septiembre, las fuerzas estadounidenses atacaron más de 20 embarcaciones en aguas internacionales, matando al menos a 76 personas, según cifras publicadas por Estados Unidos. Sin embargo, aún no se han presentado pruebas ni evidencias de que esos objetivos fueran utilizados para el tráfico de drogas.
Ademaás, durante una reunión informativa celebrada el 30 de octubre en la Cámara de Representantes, funcionarios del Pentágono admitieron que desconocen las identidades de todas las personas que murieron en esos ataques.
Trump contra Maduro.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, condenó repetidamente las acciones de Washington y advirtió que están orientadas a sacarlo del poder y ampliar la influencia militar estadounidense en América Latina. “Están asesinando a personas indefensas, sean o no narcotraficantes, ejecutándolas sin el debido proceso”, denunció el ministro venezolano de Defensa.
Según los expertos en derechos humanos, estos ataques equivalen a ejecuciones extrajudiciales incluso si estuvieran dirigidos contra conocidos traficantes.
A principios de este mes, el presidente Donald Trump acusó a Maduro de ser un narcotraficante y predijo que sus días estaban contados. Y el 24 de octubre, la Casa Blanca impuso sanciones al presidente colombiano, Gustavo Petro, en pleno deterioro de las relaciones bilaterales.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos acusó a Petro de permitir “que prosperen” los cárteles de la droga. Como respuesta, Petro denunció que Estados Unidos utiliza su política antidroga como pretexto para justificar el uso de la fuerza en la región del Caribe y que su objetivo principal es tomar el control de las reservas de petróleo.
(NA)
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