Una vida entre el verde
Oscar ‘Pato’ Rodríguez tiene un largo recorrido vinculado a las florerías. Tuvo La Mayko y hoy sigue al frente de “La Violette”, donde venden plantas de interior. Junto a su hijo también es dueño de un vivero sobre la ruta nacional 35.
“El negocio estuvo un tiempo cerrado porque hubo malos momentos en lo personal, pero lo reabrimos porque es algo que muy lindo, tenemos clientela fiel y ahora la idea es reacondicionarlo, así que eso me entusiasma”, dice ‘Pato’ mientras recibe el saludo afectuoso de una clienta que pide un ramo, una maseta y se toma unos minutos para conversar y saber cómo está el dueño de un comercio de los más tradicionales de la ciudad. De esos negocios que cuando se nombran, muchos lo identifican. Por trayectoria, por buena atención y por la presencia de un hombre que siempre le puso el hombro a las flores y las plantas.
‘Pato’ es Oscar Rodríguez, que a sus 76 años muestra vitalidad para seguir al frente de La Violette, la florería de la calle 1° de Mayo 750 (celular 2954-748303) y que tiene su complemento en el vivero de la ruta nacional 35 (kilómetro 323, en el ingreso sur a Santa Rosa), sobre la calle de entrada hacia el Cementerio Parque.
“Empecé a trabajar de chiquito, era canillita y le repartía los diarios a la distribuidora Zenón Mariani, que estaba en la calle Gil frente a la Asistencia Pública de Santa Rosa. Y a los 13 años me fui a trabajar con Mónaco, en una florería que tenía sobre la calle Pico, así que ahí aprendí los primeros secretos de este oficio. Estuve casi cuatro años en ese lugar hasta que el papá de un amigo, que tenía una funeraria (La Nueva), me ofreció ir a trabajar. Ahí hacían coronas para los velatorios, así que algunos fines de semana ellos se iban y yo quedaba cargo. Al tiempo me propuso poner una florería. Yo tenía 17 años pero le dije que sí, así que nos fuimos a Buenos Aires, compramos todo y abrimos en la calle Pellegrini, al lado del Banco Pampa. Al año ya era socio, pero de mano de obra nomás porque como capitalista no tenía mucho como para aportar”, se ríe Rodríguez al evocar su trayectoria como empleado y luego como emprendedor.
“Un año después vino Arballo para querer comprar la florería y el dueño no quería seguir, así que arreglaron, en esos tiempos era todo de fiado, pero la condición era que yo siguiera trabajando. Acordaron todo y seguimos, hasta que fui haciendo mi camino y abrí la florería Maiko en la calle Alvear, eso fue hace como 40 años. Estuve mucho tiempo con la florería y luego me mudé a la avenida Spinetto, en donde está ahora el local de Listo el Pollo. Fueron tiempos de mucho trabajo, cuando la ciudad era más chica también. Pero además venían desde muchos pueblos a comprar y a hacer encargos”, le cuenta Oscar a LA ARENA.
-¿Y cómo fue cambiando el rubro con el transcurrir del tiempo?
-En su momento vendía plantas de interior y hacía coronas, pero eso vale una fortuna y con la pandemia del Covid se produjo un cambio notable porque no te daban tiempo a nada, era 15 minutos el velatorio y listo, entonces se modificó el panorama y eso hubo que dejarlo de lado. Hoy tengo sólo plantas de interior y macetas, la gente busca mucho el verde, es algo que atraviesa las edades y la condición social entonces siempre hay demanda. Por suerte en Santa Rosa a la gente le gusta mucho las plantas y las flores.
La etapa de la pandemia mundial del coronavirus también generó que mucha gente conectara de otro modo con la naturaleza, por eso las plantas tuvieron una gran demanda. “Una linda flor está presente en cada etapa importante de la vida”, resume el ‘Pato’ al analizar otro costado de esa bisagra que significó diversos cambios en los aspectos personales y sociales de las comunidades.
Casa de Piedra.
El negocio de Rodríguez se amplió a inicios de la década del 2000, cuando adquirió varias parcelas sobre la ruta 35 y allí montó el vivero, que también se llama La Violette. “Era un terreno todo pelado, no había nada ahí, y lo fuimos levantando. Hoy está mi hijo Leonardo al frente de todo y también vende flores y plantas de interior. Por suerte le va bien y entre los dos negocios se complementan”, subraya el ‘Pato’.
Buena parte del crecimiento que tuvo Rodríguez con su emprendimiento fue gracias a la gran cantidad de licitaciones que se adjudicó a lo largo del tiempo, tanto del Estado provincial como del municipal, por eso muchos lugares parquizados tienen el sello de La Violette.
“Antes también hacíamos parquización en los campos. En la laguna Don Tomás hemos colocado infinidad de plantas. Y tuvimos la suerte de ganar la licitación cuando se abrió Casa de Piedra, ahí se colocaron como 5 o 6 mil plantas que les vendí, así que fue algo importante, que nos permitió tener muchísimo trabajo y crecer”, remarca Rodríguez.
Antigüedad y presente.
“Pato” cuenta detalles y anécdotas de su negocio mientras recibe saludos, atiende algún pedido y prepara un ramo para lucir en las fotos. En el último tiempo le tocó atravesar momentos personales muy duros, pero está claro que en su vida el sacrifico y la lucha nunca estuvieron ausentes.
“Ya estoy grande, por supuesto, pero es un incentivo para mí que el negocio siga en pie. La he pasado mal con el fallecimiento de varios seres muy cercanos a mí y hace poco tuve un problema serio con una pierna, por eso fue que el local estuvo cerrado. Pero estando acá la gente se acerca a saludar, a conversar, y eso es muy gratificante”, relata con humildad alguien que desde chico supo germinar, crecer y también sobreponerse a las penurias. Como una planta de buena raíz.
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