Domingo 01 de junio 2025

Aporte intangible ante el desguace

Redacción 31/05/2025 - 00.05.hs

Profesionales jubilados de INTA e integrantes del Centro Pampeano de Estudios Sociales y Políticos explican la importancia del organismo, que el gobierno libertario de Javier Milei está destruyendo.

 

Francisco J. Babinec,

 

Daniel O. Bedotti,

 

Oscar Frank *

 

“¿Ustedes sabían que el INTA gasta $400.000 millones, tiene 6000 personas, tiene 3000 vehículos y no se sabe muy bien qué es lo que hacen?”, la desafortunada frase pertenece a una presentación de Federico Sturzenegger, Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, en el 42° Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas, hace un par de semanas.

 

En una entrevista posterior en un canal de noticias, el funcionario intentó subsanar su desconocimiento de la labor del instituto, pero indujo a confusión al relacionar el presupuesto con el monto percibido por el Estado de las retenciones a las exportaciones de maíz. Son demasiadas muestras de la superficialidad con la que el Gobierno Nacional está encarando el tema de la investigación científica y tecnológica, lo mismo que con la educación y la salud públicas. Nadie discute la necesidad de buscar una mayor eficiencia en el uso de los recursos del Estado, pero eso no avala el recorte indiscriminado de fondos en servicios y funciones esenciales.

 

Repaso.

 

Nunca está de más repasar qué hizo y qué hace el INTA, y en qué ha contribuido al progreso del sector agropecuario. La institución fue creada en 1956 para “investigar sobre los problemas relacionados con los recursos naturales y con la técnica de la producción” y asistir al “productor rural y su familia, y mejorar la comunidad que integra”. Es decir, está dirigida a un amplio sector de la sociedad, que va desde los productores agropecuarios grandes y medianos hasta los más pequeños y aún los marginales, aquellos que sin un estado presente estarían privados de una mínima asistencia técnica. En La Pampa, el INTA es la Experimental de Anguil y las siete Agencias de Extensión, y su aporte va de la introducción y difusión del pasto llorón y los trabajos de conservación de suelo en sus primeros años, a los estudios sobre labranzas y cultivos de cobertura, sanidad animal y vegetal, al desarrollo de variedades forrajeras y la evaluación de cultivares de granos y oleaginosas, y la creación y difusión de la raza ovina Pampinta, por dar algunos logros. Pero hay otro aporte intangible, que se aprecia a medida que nos alejamos de los centros urbanos, donde el INTA está asociado al programa Prohuerta. Este programa hoy discontinuado recuperó la autoproducción de hortalizas en momentos críticos de la economía. La imagen del INTA fuera de las urbes está representada por el sistema de extensión, que acerca los conocimientos a los productores pro más más alejados que estén.

 

En todo el país.

 

Por supuesto que el INTA, presente en todo el país, tiene en su haber muchos más logros, que van desde el desarrollo de la vacuna antiaftosa a la obtención de cientos de variedades de cereales, oleaginosas, cultivos industriales, frutales, forestales y hortalizas, entre otros aportes. Con sus más de 50 experimentales y 250 agencias de extensión (no "sucursales") presentes en todo el país, no sólo se ocupa de investigar y difundir tecnología para la producción extensiva de granos y carnes en la región pampeana, sino que atiende a la producción de frutas y hortalizas a gran y pequeña escala, a la producción forestal, a la conservación de los recursos naturales, y al estudio del clima entre otras cosas. De ahí la dotación de personal, que no sólo es función de lo que se hace hoy, sino que debe prever las necesidades futuras. Y en cuanto a vehículos, los autos, camionetas, tractores, cosechadoras y micros, son necesarios para las labores de campo, el desplazamiento interno, llevar y traer al personal donde no hay transporte, y para cubrir el territorio. Hay vehículos relativamente nuevos, pero hay unidades con 20 años o más, que ya deberían haber sido dadas de baja hace tiempo (eso no es fácil ni rápido en el Estado, por cierto).

 

Presupuesto.

 

El presupuesto del INTA se cubre desde hace muchos años con una tasa sobre las importaciones, pero el instituto no la percibe en su totalidad, sino que se le asegura una suma determinada, por debajo de la cual el Gobierno nacional aporta la diferencia, y si se la supera, va a un fondo sin fondo del que se apropia el Tesoro Nacional. Y en la gobernanza del INTA participan las organizaciones nacionales de productores agropecuarios, decidiendo en el Consejo Directivo qué se hace y cómo se dispone de los recursos. Esto parece haber sido olvidado, por lo menos a nivel nacional. Dicho esto porque muchos de los Consejos Regionales, en los que también participan los productores a través de sus representantes locales, se han manifestado en contra de los recortes de personal y enajenación de inmuebles.

 

¿Esto quiere decir que está todo bien y que el INTA no debe cambiar? De ninguna manera. El INTA ha modificado sus estructuras y su forma de trabajo a lo largo de los años, buscando una mayor eficiencia, adaptándose a las nuevas realidades del sector agropecuario y abriéndose al control social. Pero los cambios deben ser paulatinos y en función de las distintas realidades de un país tan extenso y heterogéneo como Argentina, y no como un experimento diseñado en un escritorio capitalino.

 

*Profesionales jubilados de INTA e integrantes del Centro Pampeano de Estudios Sociales y Políticos.

 

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