Héctor Tomaso mató a Lucila Martín y sigue manejando
Redacción 10/11/2009 - 01.34.hs
Héctor Rubén Tomaso, el hombre condenado en agosto de 2008 por el homicidio culposo de Lucila Belén Martín, de 13 años, fue descubierto ayer conduciendo una camioneta Ford 150. No sería la primera vez que se lo ha visto manejando un vehículo en la ciudad, a pesar de que hace quince meses, la Cámara en lo Criminal 2 lo sentenció a una pena de tres años de prisión en suspenso y lo inhabilitó por ocho para conducir vehículos. Ese fallo está firme ya que el Tribunal de Impugnación Penal rechazó la apelación.
Tomaso fue fotografiado por LA ARENA ayer a las 15.30 cuando circulaba por la calle Telén, en el barrio de Villa Parque, donde vive en Ferrando y Maure. El condenado estaba al mando de una F-150 color celeste con cúpula, con la que se dedicaría a realizar fletes de materiales de la construcción. La camioneta estaría a nombre de él y no tenía patente visible.
Según indicaron autoridades policiales, los uniformados estaban en antecedente de esta situación ya que habían sido alertados de que estaba manejando. Hace pocos días llegaron a pararlo cerca de la laguna Don Tomás, pero explicaron que no pudieron hacer nada porque Tomaso adujo que la sentencia condenatoria no estaba firme.
Eso no es así porque el T.I.P. le rechazó la impugnación que presentó contra el fallo de la Cámara 2. Por lo tanto, en lo que tiene que ver con su condena, está firme. Sí es cierto que la familia de la adolescente llegó al Superior Tribunal de Justicia con un recurso de apelación pero por cuestiones secundarias. Fuentes judiciales explicaron ayer que a Tomaso ya deberían haberle retirado el carné de conducir.
El homicida arrolló a Lucila el día 2 de octubre de 2007, por la tarde, en la calle Convención Provincialista, cuando manejaba un tractor adoptado a pala mecánica. La niña iba caminando por el pavimento junto a dos amigas.
El homicidio culposo en accidentes de tránsito prevé una pena de dos a cinco años de prisión, si la muerte hubiese sido ocasionada por "conducción imprudente, negligente o inexperta". Los jueces, Carlos González, Abel Depetris y Elvira Rossetti, consideraron en su fallo que Tomaso no tuvo intención de matar por lo que sólo recibió tres años y evitó la cárcel. Un día más de condena lo hubiese llevado a ella.
Los ocho años de inhabilitación especial son por "conducir vehículos automotores". Ese fallo fue apelado por el abogado del homicida, pero el TIP rechazó el recurso y lo dejó firme.
Durante el juicio, la familia de Lucila consideró insuficiente el fallo de los camaristas. Por eso, oportunamente, habían solicitado que el imputado no sea condenado por homicidio culposo -matar sin intención de hacerlo- sino por homicidio con dolo eventual (debió figurarse el daño que podía causar), pero el TIP no hizo lugar.
En agosto de 2008, cuando el presidente del tribunal, Carlos González, leyó la sentencia contra Tomaso, esto provocó reacciones inmediatas. La mamá de Lucila, Estela Avendaño, con el dolor a flor de piel, le gritó en la cara a Tomaso: "Me la mataste, hijo de puta, y encima vas a estar libre. Yo voy a hacer justicia. ¡La mamá de Lucila va a hacer justicia!".
Cuando repetía la última frase, su hijo, que estaba entre el público, apareció de la nada, saltó entre las sillas, y escupió al homicida, que se estaba retirando. No le dijo ni media palabra. A cambio recibió una brutal trompada de uno de los hijos del condenado en el ojo derecho, que lo hizo caer contra la pared. El agresor, en lugar de comprender la reacción del chico, más allá del salivazo a su padre, pretendió seguir golpeándolo.
Tomaso fue fotografiado por LA ARENA ayer a las 15.30 cuando circulaba por la calle Telén, en el barrio de Villa Parque, donde vive en Ferrando y Maure. El condenado estaba al mando de una F-150 color celeste con cúpula, con la que se dedicaría a realizar fletes de materiales de la construcción. La camioneta estaría a nombre de él y no tenía patente visible.
Según indicaron autoridades policiales, los uniformados estaban en antecedente de esta situación ya que habían sido alertados de que estaba manejando. Hace pocos días llegaron a pararlo cerca de la laguna Don Tomás, pero explicaron que no pudieron hacer nada porque Tomaso adujo que la sentencia condenatoria no estaba firme.
Eso no es así porque el T.I.P. le rechazó la impugnación que presentó contra el fallo de la Cámara 2. Por lo tanto, en lo que tiene que ver con su condena, está firme. Sí es cierto que la familia de la adolescente llegó al Superior Tribunal de Justicia con un recurso de apelación pero por cuestiones secundarias. Fuentes judiciales explicaron ayer que a Tomaso ya deberían haberle retirado el carné de conducir.
El homicida arrolló a Lucila el día 2 de octubre de 2007, por la tarde, en la calle Convención Provincialista, cuando manejaba un tractor adoptado a pala mecánica. La niña iba caminando por el pavimento junto a dos amigas.
El homicidio culposo en accidentes de tránsito prevé una pena de dos a cinco años de prisión, si la muerte hubiese sido ocasionada por "conducción imprudente, negligente o inexperta". Los jueces, Carlos González, Abel Depetris y Elvira Rossetti, consideraron en su fallo que Tomaso no tuvo intención de matar por lo que sólo recibió tres años y evitó la cárcel. Un día más de condena lo hubiese llevado a ella.
Los ocho años de inhabilitación especial son por "conducir vehículos automotores". Ese fallo fue apelado por el abogado del homicida, pero el TIP rechazó el recurso y lo dejó firme.
Durante el juicio, la familia de Lucila consideró insuficiente el fallo de los camaristas. Por eso, oportunamente, habían solicitado que el imputado no sea condenado por homicidio culposo -matar sin intención de hacerlo- sino por homicidio con dolo eventual (debió figurarse el daño que podía causar), pero el TIP no hizo lugar.
En agosto de 2008, cuando el presidente del tribunal, Carlos González, leyó la sentencia contra Tomaso, esto provocó reacciones inmediatas. La mamá de Lucila, Estela Avendaño, con el dolor a flor de piel, le gritó en la cara a Tomaso: "Me la mataste, hijo de puta, y encima vas a estar libre. Yo voy a hacer justicia. ¡La mamá de Lucila va a hacer justicia!".
Cuando repetía la última frase, su hijo, que estaba entre el público, apareció de la nada, saltó entre las sillas, y escupió al homicida, que se estaba retirando. No le dijo ni media palabra. A cambio recibió una brutal trompada de uno de los hijos del condenado en el ojo derecho, que lo hizo caer contra la pared. El agresor, en lugar de comprender la reacción del chico, más allá del salivazo a su padre, pretendió seguir golpeándolo.
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