Jueves 05 de junio 2025

Elba Guevara volvió aliviada tras la operación

Redacción 08/01/2011 - 01.10.hs
Fue mucho tiempo de una verdadera tortura, y para Elba Guevara el no sentir dolor se le nota en su rostro y en su voz. Ayer volvió a Santa Rosa luego de la operación donde le implantaron un neuroestimulador que le ayuda a combatir el dolor crónico y refractario, que por primera vez en más de dos años casi no lo siente en su cuerpo.
"Tengo que volver al médico a fin de mes, a control. Del dolor me siento mejor, no lo tengo", fueron las escuetas palabras que dijo en el hangar de la Provincia al bajar del avión, minutos después de las 16.30. Todavía estaba cansada por el viaje, pero pudo bajar por sus medios de la aeronave y subirse a la ambulancia. Cuando viajó el domingo 19 de diciembre, tuvo que subir en camilla porque ya directamente no podía caminar.
Más tarde, en Radio Noticias, contó como se siente ahora y cómo enfrenta lo que viene, un tratamiento que no es fácil pero que para ella es pura esperanza. "El dolor desapareció completo de uno los costados, me queda un poco por delante. Me quedan muchas cosas, el dolor que he sufrido durante tanto tiempo, más todo lo que he tenido que pasar para conseguir los turnos o la medicación, la agresión a mi cuerpo. No tengo el dolor y eso es bueno, porque puedo caminar. No puedo hacer muchas cosas pero puedo caminar, y no estar todo el día tirada en una cama respirando. Secuelas por todo esto me han quedado, veremos como las recupero".
-¿Cuánto tiempo estuvo con el dolor crónico?
-Hasta que la medicación y los tratamientos no respondieron, posiblemente dos años y medio. Y ya a lo último no pude caminar, desde el 26 ó 28 de octubre.

Apoyo.
En Buenos Aires, mientras fue operada, estuvo acompañada por su hijo y su mamá. También recibió algunas visitas de allegados de Santa Rosa. Jonathan, su hijo que la ha cuidado todo este tiempo, tuvo que volver el 30 de diciembre por un problema de salud de su hijo menor.
"Yo digo que ahora parezco un televisor -ironiza Elba-, porque tengo que andar con un control remoto por si me agarra mucho dolor poder levantar la frecuencia" del neuroestimulador. Un sistema de cables y electrodos insertados en la columna le permite que esa frecuencia suba o baje dependiendo de sus movimientos.
Aunque el tratamiento debe seguir (ahora tiene un pequeño dolor en una pierna, a partir de que ha comenzado a caminar otra vez) y tendrá que ser asistida por dos médicos, su talante es otro. Y aún así le resulta imposible olvidar lo que vivió, incluso los contratiempos provocados por la burocracia estatal que para ella eran otro paso más al infierno. "Viajé el domingo 19, tenía turno a las 7 de la mañana en quirófano y no sabía; lo perdí. Tuvimos que esperar hasta el miércoles. Yo nunca pedí plata por lo que me pasó; pedí que los médicos que me hicieron esto no trabajaran más. Pero sí también pueden ver que yo no trabajo, yo no vivo... Necesito alguien que me haga la cama porque no la puedo hacer. Está mi nuera, que ahora se hará cargo de las cosas de la casa. No tengo dolor, pero hay cosas que no puedo hacer", enumera.
Sabe que tiene todavía que enfrentar muchas cosas, y lo refleja cuando señala que "esto es para toda la vida, para todo lo que me resta". "Tengo 48 años y no sirvo para nada. Esto por más que me quite el dolor no me sirve para hacer cosas. ¿Quién me va a dar trabajo a los 48 años?". El dolor ya no está, y es un paso gigante hacia su bienestar. Pero apenas el primero.

 


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