Viernes 06 de junio 2025

Un autodidacta que desafió al tiempo

Redacción 09/04/2012 - 04.25.hs
El industrial comenzó con la fabricación de escobas y se convirtió en uno de los creadores más requeridos por el mercado. Realiza elementos para la mayoría de las empresas de asfaltado y vende sus productos a comerciantes de Mar del Plata, Río Negro, Córdoba y la Patagonia.
En los recovecos de Santa Rosa se esconde una gran cantidad de industriales autodidactas dedicados a la conformación de elementos indispensables para la vida cotidiana. Fabricantes que, con el correr del tiempo, crecieron hasta convertirse en vendedores a gran escala que ofrecen sus productos más allá de las fronteras pampeanas.
José Hoses tiene 70 años pero la vitalidad de un joven emprendedor. Vive en una modesta vivienda de la avenida Circunvalación donde, en el único piso superior, tiene su galpón para fabricar artículos de limpieza. Empezó a trabajar en la creación de escobas con 20 años, allá por la década del 60. En un principio comenzó desempeñándose laboralmente solo, con escasas herramientas y las ganas a flor de piel. "Con el paso de los años, incorporé a mi familia", sintetiza.
Comenta que, en ese entonces, la creación y la venta de escobas formaba parte de una importante salida laboral. "Un hombre, de apellido Literini, me dio los hierros por lo que fabriqué una máquina armadora, una cosedora, una cepilladora y me puse a trabajar", expone.
Hoses se mantenía económicamente mediante la venta de artículos en un comercio local más allá de
la fabricación de escobas. Define a esos momentos como "muy duros" por lo que, al año siguiente, la incipiente fábrica se fundió. "Por este motivo, tuve que empezar a trabajar como portero en un monoblock", recuerda.

Autodidacta.
La experiencia de quebrar no opacó la intención de José de seguir adelante. En 1969, el industrial regresó con la fábrica de escobas pero, a diferencia de su primer comercio, determinó ampliar sus capacidades. "Volví en 1969 cuando coloqué un galpón al aire libre, y comencé a fabricar escobillones, plumeros y cepilladoras", añade.
El fabricante remarca que todo lo que aprendió lo hizo por si mismo aunque esta situación le generó desventajas a nivel personal.
"Uno aprende a usar más la cabeza, ver a los demás y tratar de copiarlos pero, por otro lado, es muy importante tener maestros para tu disciplina", reconoce. Y califica: "Todo lo que hice me llevó trabajo y la rotura de muchas máquinas". En la década del 80, colocó un comercio de ventas de este tipo de artículos que conserva hasta hoy en la calle Quintana, en el centro santarroseño.
Resume que, a partir de esa época, las ventas comenzaron a mejorar. La particularidad de José radica en que trabajó, desde hace muchos años, junto a su esposa y sus dos hijos varones.
El proceso de fabricación de los artículos de limpieza, según Hoses, es simple y no demanda mucho tiempo. "Para fabricar una escoba, por ejemplo, pongo un alambre dentro de un trozo de madera que luego voy enroscando y estirando hacia arriba para culminar con la colocación de un hierro o un cabo", describe.
En la actualidad utiliza, en su mayoría, una importante cantidad de dobladoras para trabajar con los hierros como así también máquinas específicas para las telas. En su taller, tiene más de diez máquinas de coser y, en el sector trasero de su casa, cuenta con innumerables herramientas, trabajos ya terminados, por culminar y otros proyectos futuros.

 

Familia.
José se levanta, todos los días, a las cuatro de la mañana y va a su galpón donde trabaja, junto a un operario, y en horarios cortados, hasta las 22. "Si cuento las horas que trabajo, me retan", ironiza. Y añade: "Ahora las cosas cambiaron, por suerte, pero fueron muchas horas de estar en el galpón".
En el transcurso de la entrevista, el hombre generaliza que su taller de fabricación comenzó a crecer hace quince años y que, desde ese momento, "no paró más". Pasó de conformar escobas y escobillones a complejas máquinas cepilladoras para el desarrollo laboral de empresas de asfaltado que trabajan en las rutas o firmas de la construcción. Su número de clientes aumentó, en forma considerable, por lo que en un momento llegó a vender mil escobillones a un comerciante del medio. Hoy, el industrial vende sus productos a comerciantes de Mar del Plata, Córdoba, Río Negro, provincia de Buenos Aires y parte de la Patagonia.
Para el fabricante, el crecimiento de la pequeña industria fue posible debido a la fuerza de trabajo constante y dedicada, sin decaer antes las dificultades que se puedan presentar. "Mi trabajo es fabricar, comprar y vender no obstante no llevo la cuenta de la cantidad de ventas que llevo realizadas", expone.
El tiempo fue testigo del crecimiento insostenible de José y su familia. En todo momento, dice que no se arrepiente de todo lo que hizo pero reconoce que trabajó "mucho tiempo de gusto". Sin embargo, su "éxito" radicó en mantener, pese a las dificultades del tiempo y las inclemencias de las situaciones financieras, una fábrica por tanto tiempo junto a sus seres más queridos.

 


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