Cultivan verduras en la Antártida
Es un proyecto conjunto del INTA y la universidad pública. “Para el personal que allí trabaja, una simple hoja de rúcula marcó un antes y un después”, afirmaron.
En momentos de cuestionamientos presidenciales y recortes presupuestarios a universidades y organismos públicos, el INTA difundió un informe sobre los cultivos hortícolas en la Antártida, una innovadora y exitosa experiencia que sus técnicos llevan adelante junto a investigadores de la Universidad Nacional Patagonia Austral (UNPA). En el inhóspito paisaje antártico “una simple hoja de rúcula marca un antes y un después”, advirtió Emiliano Olmedo, subsecretario de Producción de Tierra del Fuego, en el artículo publicado por la web oficial del INTA.
La producción hidropónica de hortalizas de hoja en el continente blanco comenzó en 2017 mediante “un proyecto conjunto del INTA, el Comando Conjunto Antártico y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral”, denominado Módulos Antárticos de Producción Hidropónica (Maphi). En 2022 comenzaron a cosechar las primeras plantas de rúcula y lechuga, variedads Morada y Grand Rapid, lo cual permitió “mejorar la calidad de vida y la dieta de las personas” que trabajan en las bases antárticas.
A partir de 2023, fueron incorporando nuevas especies y variedades “transformando la estadía de cientos de personas que hacen ciencia y soberanía en ese territorio”, añadió.
Innovación.
En el continente helado, donde las temperaturas extremas y la ausencia de luz solar en gran parte del año desafían la existencia de vida, los Maphi cambiaron las reglas de juego. Hace unos días, el ingeniero agrónomo Eduardo Cittadini, director del Centro Regional Patagonia Sur del INTA, visitó las instalaciones de la Base Marambio junto a Olmedo, Fabián Boyeras, titular del INTA Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y Jorge Alberto Birgi, artífice de esta iniciativa desde el INTA Santa Cruz.
“Esta experiencia, que posibilita el consumo de verduras frescas en la Antártida, es un símbolo de innovación. Además de producir en un entorno extremo, mejora la calidad de vida de quienes habitan las bases y fortalece nuestra soberanía territorial”.
Los Maphi comenzaron en Marambio y se replicaron luego en las bases Esperanza y Belgrano 2. Son sistemas modulares de cultivo hidropónico “indoor” diseñados dentro de contenedores marítimos de 6 metros, acondicionados con un aislamiento tricapa y sistema de calefacción alimentado con energía eléctrica. En forma automatizada, durante todo el proceso se controlan condiciones de luz y temperatura con parámetros que permiten el desarrollo de cultivos hortícolas.
El módulo inicial, en la Base Marambio, es un contenedor de seis metros de largo, con dos sectores de producción y tres niveles en cada uno. Para la germinación utilizan semillas certificadas del laboratorio de fitopatología del INTA Mendoza y las especies fueron seleccionadas teniendo en cuenta la demanda de alimentos de la base, porque el objetivo esencial es mejorar la alimentación del personal civil y militar que opera allí.
Controles on line.
El INTA Santa Cruz y la UNPA-Uarg (Unidad Académica Río Gallegos) monitorean las condiciones en los módulos en tiempo real, mediante sensores que relevan información para acompañar el manejo del proceso productivo con datos que registran las condiciones de producción (temperatura y humedad relativa, pH y conductividad eléctrica, entre otros) e imágenes diarias de los cultivos.
Los tanques de solución nutritiva tienen sensores ultrasónicos de nivel y temperatura y el sistema mide el consumo eléctrico, cantidad de agua que ingresa y caudal de entrega en cada línea de producción. Además, puede detectar derrames, humo y alertar a los responsables. El ingeniero electrónico Leonardo González, explicó que “el monitoreo funciona mediante una plataforma IoT Cloud. Que permite conectividad a través de objetos como sensores y actuadores”.
Esta novedosa estructura electrónica fue diseñada y adaptada por profesionales de la UNPA-Uarg y el INTA Santa Cruz y permite evaluar a distancia los parámetros productivos de los cultivos. “Los sensores adquieren datos de interés y los suben a la nube, donde se almacenan, procesan y exportan. Los usuarios con permiso de acceso visualizan los datos en vivo o los descargan para su procesamiento posterior”, añadió.
“El equipo de UNPA-UARG contribuye con la ingeniería de sistemas, de software, electrónica y eléctrica. Actualmente hacemos desarrollos de software embebido, hardware de IoT para sensores/actuadores, modelado e impresión 3D, integración de sistemas e ingeniería eléctrica para los Maphi”, concluyó.
Por estos días están dedicados al Maphi 3, que tiene una superficie total de 9,28 metros cuadrados y un aprovechamiento vertical que permite tres niveles de producción con 8,55 metros cuadrados de cultivos y otros 4,50 metros cuadrados para servicio y almacenamiento. El plan apunta a instalar 34 contenedores de producción con capacidad para producir 136 plantas en forma simultánea.
Artículos relacionados