De Lonquimay a ser becado para una Academia en Nueva York
“¡Que onda cabrones!”. Su voz llega nítida a través del aparato. Entre risas Walter Campos saluda y responde a si ya está adaptado a las tierras mexicanas. El talentoso artista hace varios meses que anda por las playas caribeñas junto a su compañera Priscilla Aguirre, y tiene lindas novedades en cuanto a su carrera: “Me llegó una excelente noticia: audicioné y gané una beca importante para capacitarme en una academia en Nueva York”, dice con entusiasmo.
¿De qué se trata? “Es una beca para TEB NYC, que ofrece la oportunidad a artistas de todo el mundo para poder entrenar en Nueva York durante dos semanas, con los mejores coaches de la industria de la música. Son programas intensivos, innovadores y desafiantes, diría”, comenta Walter.
Agrega el joven: “Está buenísimo para conocer gente de otras partes, personas que van con el mismo sueño de ser el artista que cada uno soñó”.
Se trata de una beca parcial, porque tendrá que bancarse parte de la estadía: “Me toca pagar los pasajes y la comida, y allá me aseguran el alojamiento y el plan de estudios, en pleno centro de Manhattan”. Walter por supuesto está muy entusiasmado con la posibilidad, pero obviamente preocupado porque tiene que juntar el dinero (léase dólares).
¿Cómo hacerlo? “Bueno… seguimos muy conectados con nuestra tierra, con nuestras familias, y continuamos con las clases on line. Priscilla de canto y yo de guitarra, manteniendo alumnos allá en Santa Rosa. Es una de las formas de ir juntando el fondo que nos hace falta para llegar a Nueva York”, señala él.
Los dos juntos.
Walter Campos hace algunos meses partió con Priscilla a hacer una experiencia en la zona del Caribe, y por supuesto la idea ahora es viajar los dos durante el mes de julio –mientras dure la beca-, y a partir de allí seguir por el camino de la música. “Esa es la idea: ir los dos. Acá estamos trabajando como dúo, pero Priscilla también hace otras presentaciones”, explica el joven.
Se fueron cargados de sueños para hacer una experiencia, “algo distinto”. Aquí son sumamente conocidos, porque integraron diversos grupos, y actuaron en teatro en la laureada obra “Lápices”. Se puede decir que sus carreras han sido paralelas, creciendo en lo artístico y presentándose en distintos escenarios de la provincia.
Walter, nacido en Lonquimay, desde sus 10 años toca la guitarra. “En el pueblo era infaltable en los actos escolares”, rememora. Ahora, seguro, le debe parecer un sueño abrir los ojos y encontrarse con un público heteregóneo teniendo como telón el Mar Caribe. En Santa Rosa formó parte del grupo “De paso tangazo”, junto con Emil González y Mauricio Suárez Becerra.
En tanto Priscilla, oriunda de Macachín, se ha lucido primero como solista y más tarde como cantante de “La Banda Fina”, y también en “Mutantes”, e interpretó a la Merello en la obra “Tita”. Después de recibirse en “Canta Escuela” en Buenos Aires –obtuvo su título de cantante profesional en el Conservatorio Fracassi-, en Santa Rosa se dedicaba a dar clases en diferentes centros institucionales, así como talleres y seminarios.
Música en México.
Hace algunos meses quisieron hacer algo distinto y emprendieron un viaje que los llevó primero al Distrito Federal -anduvieron unos días por el norte mexicano, en “Aguas Calientes”-, pero rápidamente se establecieron en Puerto Morelos, un pueblito que está en el Caribe a unos 30 kilómetros entre Cancún y Playa del Carmen.
Priscilla también dice lo suyo: “La idea fue probar en otro lado lo que estábamos haciendo allá: música y teatro... venir y replicarlo acá (en México). Y para eso era necesario darnos el tiempo de conocer a la gente, hacer relaciones con las agrupaciones que hay en esta zona, con las bandas, con los centros de arte... Así fue que tocamos en el Centro de Arte de Puerto Morelos, y estuvo re bueno… era un lugar chiquito, como muy íntimo, y ahí expusimos nuestra propuesta, nuestra música y nuestro repertorio, que está conformado generalmente por milonga, huella y ritmos argentinos como la chacarera y la zamba. Pero también hacemos mucho tango, porque acá gusta mucho”.
No obstante Walter suma señalando que “no nos quedamos sólo en eso, porque hacemos el folclore latinoamericano, y folclore de acá, mexicano. Incorporamos canciones de Chavela Vargas y de Lila Downs (a quien se considera la heredera de la costarricense nacionalizada mexicana). Y le sumamos otros géneros, porque este es un lugar eminentemente turístico y se hace necesario llegar a la mayor cantidad de gente posible”, completa.
Ganas de volver.
Aunque están felices por este presente –y no lo ocultan-, la tierra tira y tienen ganas de “darse una vuelta” por aquí. “Admitimos que un poco se extraña… está bien que uno se puede comunicar todo el tiempo, pero el abrazo con los familiares, o con los amigos, es necesario. Así que en cuanto terminemos con lo de la beca en julio es posible que regresemos… y luego veremos”, coinciden.
Son jóvenes, inquietos, se capacitan y quieren seguir con su carrera artística. Por ahora, mientras toman mate mirando el mar Caribe, se permiten soñar… Con triunfar con la música, pero también con volver… quizás por aquello de que uno vuelve siempre a los viejos sitios…
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