Domingo Molinari cumplió cien años
Domingo Molinari cumplió cien años y anoche celebró el contecimiento con una gran fiesta familiar. Su vida guarda un símbolo del territorio pampeano, poblado por tantos inmigrantes que llegaron al país en busca de prosperidad y mejores oportunidades.
Ayer cumplió cien años de vida don Domingo Molinari y los celebró junto a sus hijos, nietos y bisnietos, llegados desde distintos lugares, con una gran fiesta familiar en el hotel Mercure.
Domingo es un conocido vecino de Santa Rosa. Durante casi siete décadas mantuvo Casa Molinari, un comercio dedicado a la venta y reparación de maquinaria ubicado sobre la calle Hipólito Yrigoyen, y durante muchos años fue también activo dirigente de la Sociedad Italiana.
Hace exactamente un siglo, el 22 de febrero de 1925, nacía en Zané, una pequeña localidad de Vicenza, en la región del Véneto, Italia. Lo bautizaron Doménico y con ese nombre llegó a Argentina, aunque luego de algunos años en La Pampa, terminó adoptando el castellanizado Domingo por el cual lo conocemos aquí.
En una nota publicada el año pasado por este diario, recordó que tenía 24 años cuando llegó al país. Superado aquel triste capítulo histórico de la Segunda Guerra Mundial, el miércoles 4 de agosto de 1948 embarcó en el puerto de Génova rumbo a América, decidido a buscar nuevas oportunidades y una mayor prosperidad. Durante la Gran Guerra combatió como soldado y antes de alistarse, en su pequeño pueblo natal había pasado una infancia con muchas carencias junto a cinco hermanos.
Su barco ancló en Buenos Aires el lunes 23 de agosto de 1948 y en el puerto lo esperaban “dos amigos italianos que me ayudaron. Después de trabajar un tiempo ahí me prestaron 95 pesos y tomé un tren para La Pampa. Aquí me esperaban mi abuelo materno, en Toay; y mis tíos D’ Adam, en Santa Rosa, que estaban dedicados a la construcción”, recordó.
Casa Molinari.
Hábil e inteligente, Domingo se daba maña para arreglar o fabricar cualquier elemento. Descubrió que en Santa Rosa no había un técnico dedicado a la reparación de radios y se dedicó a eso, “hasta que surgió una oportunidad. Me hice amigo de un gerente del Banco Hipotecario a quien le gustaba conversar en italiano. Me propuso encargarme de arreglar máquinas de escribir, una tarea que hacía Henry Giovanetti. Me contrataron y con el tiempo fui sumando máquinas de coser y tejer, muebles de oficina. Y así armé Casa Molinari”, recuerda.
Con esa tarea recorrió “toda La Pampa vendiendo y comprando muebles, escritorios y maquinarias que podía restaurar y vender”. Originalmente se instaló en Hilario Lagos 113 y posteriormente se mudó a Yrigoyen 186, en un local lindero a su hogar.
Una gran familia.
Cuando estuvo bien instalado en Santa Rosa, invitó a venir a su novia, Lucía Bertoldi, que permanecía en Zané. Apenas llegó, se casaron. Y tuvieron siete hijos: Emilio, Alesio, Lina, Alberto, Daniel, Andrea y David.
Lucía había partido de Génova en enero de 1953. Sus vecinos en Santa Rosa la identificaban como una italiana que siempre estaba alegre y cantaba. Sus canzonetas la ayudaron a vencer la nostalgia, hasta que aprendió el castellano y comenzó a relacionarse más.
Domingo también fue agente de Alitalia y con los pasajes que recibía de esa empresa, dos veces al año, ambos pudieron regresar varias veces a su tierra natal y también recorrer otros países de Europa.
Domingo llegó a sus cien años con buena salud. Diariamente camina y hace media hora de bicicleta fija en su taller, donde también pasa muchas horas escuchando música y leyendo el “Corriere della sera”. Por eso anoche pudo cantar, bailar y celebrar un siglo bien vivido. ¡Felicidades Domingo!
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