Miércoles 24 de abril 2024

Donde miden la Felicidad Nacional Bruta

Redacción 28/11/2021 - 00.32.hs

Bután está al pie del Himalaya. Su Constitución establece como medida de progreso el National Gross Happiness, en contraposición al Producto Nacional Bruto. Una cultura distinta al otro lado del mundo.

 

MARIO VEGA

 

Andar por el mundo resulta sin dudas toda una fascinante experiencia, porque redunda en conocimientos de culturas diferentes, y otorga la posibilidad de acceder al conocimiento del modo de vida de las gentes en otras latitudes, algunas tan lejanas y tan distintas a nuestra tierra. Están los que arman sus valijas y parten a lugares turísticos reconocidos, donde la playa, el mar, o tal vez el paisaje serrano ofrecen la posibilidad del relax y del descanso.

 

Pero están los que buscan otras cosas... conocer que hay en otros lugares del mundo seres humanos que tienen una idiosincrasia y un modo de vida que muy poco se parece a nuestro modo de ser occidental.

 

El profesor Ferri.

 

Gustavo Luis Ferri llegó allá por 1981, procedente de Camilo Aldao, Córdoba. Estudió Licenciatura en Física en su provincia natal, y al tomar conocimiento que en la UNLPam existía la posibilidad de acceder a una cátedra como profesor decidió venirse. Pasó el tiempo y Gustavo pasó a ser "un pampeano más. Por adopción, pero pampeano", ratifica en la charla.

 

Hizo el doctorado en Física en 2006 en la Universidad Nacional de La Pampa, donde se iba a jubilar en 2019 en el cargo de profesor asociado regular, dedicación exclusiva en la asignatura "Física II", del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, cargo que había asumido en 2017; aunque también tuvo un paso por las aulas de distintos colegios secundarios.

 

Un vecino más.

 

Armó su vida en Santa Rosa con su esposa Ana María (también docente), y tuvieron cuatro hijos: Luis y Pablo los mayores que viven en Neuquén (allí también están sus cuatro nietos, Roco, Brisa, Lisandro y Camilo), en tanto Guillermo y Federico residen en Córdoba.

 

A Gustavo es habitual verlo caminando cansino las calles de la ciudad. Y no pasa desapercibido, porque su corpulencia -supera el metro noventa- lo hace fácilmente distinguible, aunque él prefiere mantener su bajo perfil.

 

Hace poco el espacio "El Aire de la mañana" que se difunde por Radio Noticias -en el segmento que conduce Mirta Losada- dio a conocer que el profesor Ferri iba a ofrecer una charla que, ciertamente, me llamó la atención por el tema que abordaría.

 

El reino de Bután.

 

Gustavo -ante mi contacto- accedió a contar con entusiasmo de qué manera regresó sorprendido de un viaje que en 2018 hizo a Bután, el reino budista enclavado al pie del Himalaya. "El eslogan del Ministerio de Turismo reza 'Bhutan, the land of Happiness'. Y ciertamente uno se encuentra con una gente amabilísima, tranquila y, lo que pude apreciar, están en paz con su vida, con lo que tienen y con lo que les pasa. Me enamoré de la gente de Bután. Casi siempre es posible intercambiar algunas palabras en inglés y hacen un esfuerzo por entender y responder, acceden amablemente al requerimiento de una foto, niños, jóvenes y ancianos, en los templos y en las calles, en las ciudades o en el campo, en sus quehaceres o de fiesta", señala.

 

Y sigue: "¿Cómo es que un pueblo, que para nuestros estándares viven en un país pobre, sea feliz o tenga esa paz de espíritu? Para ello tendíamos que conocer un poco de su historia", propone.

 

Banderas de oración ondeando al viento.

 

Enclavado en los Himalayas entre dos gigantes, China e India, las altas montañas protegieron a Bután durante mucho tiempo de los vientos políticos que sacuden a sus vecinos, pero también lo aislaron del mundo.

 

El viajero evoca que "había algo completamente pacífico, sereno, reconfortante en escuchar el sonido de las banderas de oración ondeando en el viento. Muchas veces el único sonido alrededor. Las banderas de oración están inscritas con emblemas, textos sagrados, oraciones por la felicidad, la prosperidad, la protección contra todo mal. Cuando el viento mueve las banderas, incluso con la más mínima brisa, estas oraciones y bendiciones se transportan por el aire a los alrededores y todas las cosas y todos los seres sintientes que son alcanzados se benefician de ellas".

 

"Estaba en Bután y contemplaba ondear las banderas por todas partes. Frente a casas, templos, monasterios y lugares de importancia espiritual. En los valles y en las laderas. En puentes, ríos y pasos de montaña. Adosadas a los árboles, entre arrozales y junto a las estupas protectoras contra deidades malignas. Las banderas de oración son parte de la vida cotidiana de los butaneses y de su religión budista".

 

El relato de Gustavo es preciso y delicioso. Recorrer este pequeño país significa desplazarse lentamente por sinuosos y estrechos caminos de montaña entre bosques de pinos y rododendros. Y describe: "Cuando el camino gana altura se pueden divisar las cumbres del Himalaya plateadas por la nieve hacia el norte, o más abajo, pintorescos paisajes bucólicos en valles cultivados. Casas con decoraciones pintadas de vivos colores con techos de tejas verdes o azules, retazos de verdes arrozales, parcelas de trigo, un puente de madera, cercas de intrincados tejidos de bambú, una mujer tejiendo a telar al aire libre, yaks que pacen en el bosque, son escenas difícil de olvidar. Es otoño y ya han llegado en su migración anual las grullas de cuello negro al valle de Phobjikha".

 

Llegando a una aldea se divisa desde lejos la enorme silueta del dzong. Durante el siglo XVII se construyeron varias de estas fortificaciones con una finalidad defensiva frente a ataques provenientes del exterior, principalmente del Tíbet. Muros de piedra encalados inclinados hacia adentro, techos a dos aguas de color rojo, entradas mediante escalinatas muy empinadas. Una fila de habitaciones perimetrales rodean un patio enorme y en el centro una torre algo más alta que los muros externos. Dentro de un dzong hay templos, monasterios y oficinas de la administración civil.

 

Siempre Buda.

 

Y narra: "Es necesario quitarse los zapatos para entrar al templo (lhakhang). Camino descalzo sobre el piso de madera pulida, estudio los frescos de las paredes, los pilares tallados y el altar cargado de lámparas de mantequilla, cuencos de agua, ofrendas de arroz, frutas, flores, incienso, paquetes de galletas. Las pinturas de las paredes muestran decenas de Budas serenos y amables, sonriendo. Detrás del altar hay un enorme Buda, pintado de oro, con ojos negros y cabello azul oscuro y la misma sonrisa amable.

 

Las oraciones comienzan suave, rítmicamente, en parte entonadas, en parte cantadas. De repente suenan los cuernos (dongchens). El sonido es largo, algo entre música y un grito. De los cuernos más largos, brotan las notas más bajas. Un tambor comienza a latir. El canto comienza de nuevo y la campana enhebra notas plateadas en las voces susurrantes, luego un silencio breve y repentino, seguido de una nueva oración cantada. Mi cabeza está llena del sonido. Es discordante y austero, pero también es de alguna manera reconfortante", señala.

 

Tierra del Dragón de Fuego.

 

Cada aldea tiene su fiesta popular, el tsechu. "En la pequeña aldea de Tang, una soleada mañana de otoño, veo a las familias llevando en sus espaldas canastos con comida y debajo uno de sus brazos una estera enrollada para pasar el día de picnic en el lugar de las ceremonias. Las danzas están dedicadas a las deidades protectoras locales, y finalmente la acrobática pacham o danza de los héroes representa la energía iluminada encarnada en los gráciles movimientos de seres espirituales".

 

Lo que no falta en una casa de campo butanesa, es una olla para el arroz, otra para el chili, una habitación con un altar budista, y una foto de los reyes. En algunos casos la planta baja está reservada a los animales y se accede a la vivienda por una empinadísima escalera que lleva al primer piso.

 

Bután, o Bhutan es el nombre con el que lo conocemos en occidente. Para ellos su país se llama Druk Yul, que significa Tierra del dragón del trueno. Debido a su particular geografía de valles enclavados entre grandes montañas, los truenos de las tormentas retumban varias veces en las laderas de los valles. Las antiguas supersticiones atribuyeron esos sonidos a un dragón.

 

Monumento icónico.

 

El Takstang Lhakhang, o Nido del Tigre es quizás el monumento icónico de Bután, enclavado en una pequeña hendidura de una pared de roca vertical de más de 700 metros de desnivel. Está dedicado al Gurú Padmasambhava quien introdujo el budismo en la región y es la deidad tutelar del país. Data del siglo VII, pero lo que se ve es una reconstrucción de principios del siglo XX. El camino para llegar allí discurre entre frondosos bosques al principio y luego por angostos senderos de vértigo pegados a la roca, todo en medio de banderas que bendicen nuestro camino a cada paso.

 

Paisaje majestuoso.

 

"Los yaks nos observan desinteresadamente mientras vamos llegando al paso de Chelai La, a más de cuatro mil metros de altura. Nos adentramos en el paisaje más vacío y limpio que he visto en mi vida para tener una vista espléndida del Jhomolari, una majestuosa montaña de unos 7300 metros. En Bután hay bellísimos senderos de trekking en los Himalayas todos entre cuatro y cinco mil metros de altura, desde los cuales se alcanzan aldeas más aisladas y con sus tradiciones en estado puro, pero la escalada a las cumbres está prohibida. Por un lado las montañas tienen un carácter sagrado y por otro desean mantener para siempre limpias las fuentes de agua que alimenta los campos", describe el profesor.

 

Capital, sin semáforos.

 

La capital del país, Timphu, es una tranquila ciudad de unos cien mil habitantes, donde la característica principal es que no hay semáforos, y el tránsito fluye tranquila y desestresadamente como todo en el país. Las construcciones, que no pasan de siete pisos, tienen las mismas características que las viviendas rurales: paredes encaladas, marcos, ventanas dinteles y puertas de madera tallada y polícroma, y techos con dos o cuatro pendientes, de color azul o verde. Los ríos que la cruzan por el centro son límpidos y de aguas cristalinas que dejan ver el lecho con todos sus detalles. No hay delito. Uno puede transitar cualquier callejón oscuro a medianoche sin más peligro que encontrarse alguna de las deidades malignas que alimentan las supersticiones de los butaneses, pero no peligros reales.

 

Este pequeño país es muy singular y esa singularidad la percibimos apenas llegar. El aeropuerto es distinto a todos los aeropuertos del mundo. Tiene el mismo color local, el mismo estilo de construcción que las casas rurales, las viviendas urbanas, los templos y los dzongs. No hay dudas que llegamos a Bután.

 

Un buen gobierno.

 

El país se abrió al turismo en 1974, la televisión e internet llegaron en 1999. Hoy el alfabetismo de los menores de 30 años es del 95%. La educación primaria es pública y gratuita. La esperanza de vida de 69 años. Los caudalosos ríos que bajan del Himalaya son embalsados para producir energía eléctrica que venden a India. A esto se suman los ingresos que produce el turismo. A esto se suma la venta de artesanías a los visitantes, principalmente tejidos y adornos de excelente calidad. Bután todavía es un país pobre. La vida rural (el 60%) de la población sigue siendo dura y está poco mecanizada. Pero es un pueblo con esperanza. Saben que dentro de algunos años van a estar un poco mejor. Sobre todo las personas mayores lo saben porque desde hace treinta o cuarenta años es así. Durante mi visita pregunte varias veces: "¿Usted piensa que tiene un buen gobierno?". "Absolutamente" fue la respuesta invariable.

 

Monarquía parlamentaria.

 

El cuarto rey abdicó al trono en 2006 en favor de su hijo mayor, Jigme Khesar Wangchuk, y convocó a la redacción de una nueva constitución, que en 2008 consagró como forma de gobierno una monarquía parlamentaria, al estilo de las europeas, con división de los tres poderes. La Asamblea Nacional es quien elige al primer ministro que se hace cargo del gobierno. Además la Asamblea, con el voto de los tres cuartos de sus miembros puede destituir al rey si lo considera necesario. El rey sigue siendo jefe del estado pero sus funciones son más bien protocolares y diplomáticas. Debe ser el único caso en la historia en que un rey absolutista renuncia voluntariamente a su absolutismo.

 

La Felicidad Nacional Bruta.

 

La nueva constitución consagra al FNB como objetivo político de primer orden, y específicamente establece que debe conservarse el 60% del territorio nacional cubierto de bosques para siempre. Actualmente la cobertura de bosques es del 75%, sólo se ha desmontado lo necesario para abrir caminos. Los Parques Nacionales cubren la tercera parte de la superficie. Es una constitución sin precedentes al crear una protección tan específica para sus espacios naturales vírgenes Se han tomado muy en serio la satisfacción de sus objetivos de diversidad ecológica: de ello depende el futuro del país y de su turismo.

 

Orgullosos de sus tradiciones.

 

Algunas rémoras del pasado se van superando gradualmente. La poligamia estaba permitida sólo para el rey. Así es que el cuarto rey tiene cuatro esposas (hermanas entre sí), pero el quinto rey renunció públicamente a esa prerrogativa al anunciar el compromiso con la suya. La homosexualidad estaba penalizada. En el momento que estuve allí era tema de discusión, pero en diciembre del año pasado, finalmente la Asamblea Nacional sancionó una ley eliminando esa penalización.

 

Los butaneses no rechazan su herencia cultural y espiritual a favor de los valores modernos importados. Orgullosos de sus tradiciones, sienten poca necesidad de adoptar ideas simplemente porque vienen de países más desarrollados y poderosos. Utilizando el sentido común, aceptan solo aquellos conceptos que les ayudan a mejorar su forma de vida y desarrollar su país en el marco de sus propias tradiciones sin destruir por completo su entorno.

 

"¿Es el Paraíso? Seguro que no", se pregunta y contesta Gustavo. Y agrega: "Quedan muchos problemas por abordar y aparecen algunos nuevos. Actualmente muchos jóvenes que dejan el campo para estudiar alguna carrera en la ciudad luego no encuentran trabajo y la desocupación juvenil va en aumento. Es la preocupación actual de las autoridades. Espero sepan encontrar la solución como lo han hecho hasta ahora. Tashi Delek, Druk Yul (Buena suerte, Bután)", concluye.

 

Un rey hace la reforma agraria.

 

El feudalismo y la servidumbre persistieron hasta los años cincuenta del siglo XX, la esperanza de vida era de sólo 37 años, el analfabetismo del 90% y no había caminos, ni vehículos motorizados ni electricidad. La historia empieza a cambiar en 1952 cuando llega al trono Jigme Dorji Wangchuk, el tercer rey de una dinastía hereditaria iniciada en 1907. Con sólo 23 años de edad se propone sacar a su país del atraso y el aislamiento y busca en el exterior aliados que contrapesen la reciente ocupación del Tibet a manos de China. Una de sus primeras medidas fue abolir la servidumbre y repartir las tierras asegurando que cada familia tenga el mínimo necesario para su subsistencia.

 

Y se asombra Gustavo: "¡Un rey absolutista lleva adelante una reforma agraria sin que una revolución se lo exija!. Viaja a lomo de mula hasta la frontera a entrevistarse con el primer mandatario Indio. Nerhu, interesado políticamente en tener un estado tapón entre China y sus fronteras, accede sin inconvenientes a los modestos pedido de Jigme Dorji: maestros, médicos y equipos viales. Su reinado se caracteriza por la apertura de caminos, la creación de hospitales y sobre todo de escuelas donde se enseña inglés y el idioma local. Para abrirse al mundo necesitan un idioma con el cual poder comunicarse. También creó la Asamblea Nacional, una especie de parlamento en el cual delegó algunas de sus funciones. A su prematura muerte, en 1972 lo sucede en el trono su hijo Jigme Singye Wangchuk, un muchacho de apenas 17 años. Le queda por delante el desafío de impulsar el desarrollo económico.

 

Priorizar la Felicidad Natural.

 

Cuando tuvo que decidir cuál debía ser la filosofía de su reinado, observó que la lucha por la riqueza económica en muchos países conlleva también grandes desigualdades y junto a ello a menudo son destruidas enormes partes del medio ambiente. Este no podía ser el recto camino para Bután, sino lograr un desarrollo balanceado con el bienestar emocional y espiritual de la población. Un país que nunca fue colonia abraza su cultura como un bien muy preciado.

 

Explica el profesor Ferri que el pensamiento del rey era que "el desarrollo del país debe ser compatible con esa cultura, y medido por la felicidad de sus ciudadanos. Nace así este concepto de la Felicidad Nacional Bruta (National Gross Happiness) en contraposición al Producto Nacional Bruto como medida del progreso del país. El FNB, mucho más holístico que el PNB se basa en cuatro principios básicos: 1) desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo; 2) conservación medioambiental; 3) promoción y preservación de la cultura y 4) buen gobierno. Esa es la política de estado de Bután desde 1976".

 

El FNB es un índice que se elabora a partir de muchísimos indicadores sobre la vida cotidiana de las personas y tiene en cuenta no sólo el ingreso sino su bienestar psicológico, su relación con la familia, acceso a la educación, a la salud, relación con los vecinos, participación en las fiestas populares, tiempo para compartir con la familia y muchos indicadores más.

 

Desde la trinchera.

 

Gustavo Ferri volvió encantado de su viaje, y tiene muchísimo para contar. Y narra una más: "Un hecho me impactó muchísimo... Una sola vez en la historia moderna de Bután sus fuerzas armadas entraron en combate: fue en 2003 contra grupos insurgentes de la India que se refugiaban en el sur del territorio butanés. Allí murieron trece soldados que son recordados en un templo construido en su memoria en el paso Dochu La. Los combates fueron comandados por el cuarto rey en persona, no desde el escritorio sino desde la trinchera... Quise hacer un ejercicio de imaginación y pensar en Galtieri embarrado en las trincheras de Malvinas... paro no pude!", ironiza.

 

El "big fourth" (Gran Cuarto) es un prócer nacional viviente.

 

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