Jueves 08 de mayo 2025

“La salud no puede depender del mercado”

Redacción 05/02/2025 - 00.41.hs

El titular del Centro Empleados de Comercio y la mutual gremial Amusim, Rodrigo Genoni, opinó sobre la desregulación del sistema solidario de salud que el gobierno nacional impulsó. Dijo que “desde hace décadas, el sistema de salud argentino funciona bajo un principio de solidaridad: los trabajadores aportan a una obra social sindical que, a su vez, garantiza la cobertura médica no solo a quienes gozan de buena salud y tienen bajos costos, sino también a quienes más lo necesitan”.

 

“Es un modelo que permite que jóvenes y mayores, familias numerosas y trabajadores individuales, sanos y enfermos, reciban atención sin distinción”, explicó el dirigente.Y agregó que “el gobierno nacional ha decidido modificar las reglas de juego. Con las últimas resoluciones de la Superintendencia de Servicios de Salud, las empresas de medicina prepaga ahora pueden recibir aportes del sistema de seguridad social sin intermediarios. La eliminación de la triangulación de aportes entre obras sociales y prepagas, presentada como una medida de transparencia y libre elección, oculta una verdad incómoda: en el mercado de la salud, las prepagas no buscan afiliados, buscan clientes rentables”.

 

El negocio.En esa línea, Genoni dijo que “si la salud se transforma en un negocio de libre competencia sin regulaciones claras, las prepagas atraerán a los afiliados de mayor poder adquisitivo, a los trabajadores jóvenes con baja tasa de uso del sistema de salud y a quienes no tienen familias numerosas. ¿Y quién se hará cargo del resto?”, cuestionó.

 

“Las obras sociales sindicales han sido, históricamente, el sostén de un sistema solidario. No seleccionan a sus afiliados: brindan cobertura a los trabajadores de todas las edades, con enfermedades preexistentes, con familias que necesitan tratamientos costosos, a jubilados que siguen afiliados tras décadas de aportes. Si la estructura del sistema cambia sin un plan que garantice su sustentabilidad, la consecuencia será previsible: las obras sociales sindicales quedarán con la población de mayor riesgo y mayor costo, mientras que las prepagas absorberán los aportantes más rentables”, detalló.Y agregó que el resultado “será una fragmentación del sistema de salud, donde la solidaridad se desmorona y la atención médica dependerá del tamaño de la billetera. La ‘libre elección’, presentada como un beneficio, puede convertirse en la antesala de un modelo donde los que menos pueden se queden con menos”.

 

Transparencia.

 

Asimismo, el secretario general del CEC dijo que “ahora bien, no todas las obras sociales han operado de manera transparente en los últimos años. La existencia de pequeñas obras sociales que no brindaban servicios, sino que simplemente actuaban como intermediarias, derivando aportes a las prepagas a cambio de un margen de beneficio, es una distorsión que debía corregirse”.

 

“Esas triangulaciones no agregaban valor ni mejoraban la atención de los afiliados; solo servían para que ciertos sindicatos o grupos empresarios se quedaran con un porcentaje del dinero de la seguridad social sin ser prestadores reales de salud. Ese negocio debía terminar, y en ese sentido, la decisión de eliminar la triangulación es acertada. Pero una cosa es cortar con las intermediaciones injustificadas, y otra muy distinta es abrir la puerta a un modelo donde los aportes de los trabajadores se conviertan en un botín para la medicina privada, sin preservar el principio de solidaridad del sistema”, aseguró.“Este cambio, que podría haber sido debatido, analizado y estructurado con una transición ordenada, se ha implementado de manera abrupta, dejando a muchas obras sociales sin tiempo para adaptarse. Y cuando la salud entra en una lógica puramente comercial, lo que está en juego no es solo quién presta el servicio, sino quién accede a él. El derecho a la salud no puede depender de la lógica del mercado. No podemos permitir que la solidaridad sea reemplazada por la selección de clientes”, concluyó.

 

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