Miércoles 13 de agosto 2025

Lihué Calel pudo haber sido un poblado más en la provincia

Redacción 28/03/2022 - 00.04.hs

Una reciente documentación revela un intento serio y planificado, hace más de 50 años, de establecer un poblado en el interior de la sierra de Lihué Calel. La idea no se pudo concretar porque en 1976 la zona se convirtió en parque nacional.

 

WALTER CAZENAVE

 

Desde siempre la sierra de Lihué Calel ha constituido una singularidad para los pampeanos, especialmente los del noreste, poco acostumbrados a los desniveles de una geografía que, algo exageradamente, indica el nombre de la provincia. Lo cierto es que los antecedentes de esas elevaciones, tan especiales en el desierto que las rodea, tienen una historia de larga data. El comienzo de ella está acaso en la índole histórica que la rodea y que más allá de lo documental, se acerca a la leyenda.

 

Esa leyenda arranca con la posibilidad de que alguna orden religiosa de Chile -posiblemente los jesuitas- estuvieron en la sierra allá por el siglo XVI o comienzos del XVII. Muy posiblemente, ellos serían responsables de la plantación de duraznos que hubo allí y de la que, acaso, queda algún ejemplar aislado.

 

Los documentos fehacientes en torno al conocimiento y/o poblamiento cristiano son mínimos pero sugestivos. En 1620 partió desde Córdoba una gran expedición en busca de la mítica ciudad de los Césares, con rumbo general sur. En un increíble viaje plagado de peripecias, al pasar por Lihué Calel refiere al lugar como "unos cerrillos", denominación que se comprende si se compara el macizo con las sierras de Córdoba. Sobre este viaje merece una mención el notable trabajo que hicieron los profesores Oscar Nocetti y Lucio Mir.

 

Los duraznales.

 

Dos siglos después, en 1811, la expedición de Pedro Andrés García viaja desde Buenos Aires a lo que es hoy Salinas Grandes, precisamente en busca de sal. Aunque no llegan al sitio, al preguntarle a sus guías indios por la índole de los terrenos que había siguiendo el valle de las salinas, los paisanos le hablan de grandes duraznales en el interior de una colina, tan abundantes que todos se surten de ellos y que, cuando sopla el viento del suroeste, usan la expresión "sopla el viento del lado de los duraznos"

 

La sierra también aparece referenciada en el viaje que por el entonces vigente sistema Atuel-Chadileuvú realiza el sanrafaelino Edmundo Day, quien en 1854 desciende en balsa por el sistema fluvial hasta aproximadamente la latitud de Limay Mahuida. También él recibe noticia acerca de los duraznos y la sierra.

 

En 1879, Estanislao S. Zeballos, que acompañaba a las tropas en su ocupación del "desierto", hace una mención específica de las sierras y su entorno, incluido el por entonces espectacular complejo lagunar de Curacó, hoy desecado por las obras extraprovinciales de aguas arriba. Posteriormente pasan por el lugar otros viajeros, Juan B. Ambrosetti entre ellos, en cuya interesantísima descripción se ve corroborado lo que años después señalara el lingüista Rodolfo M. Casamiquela: Lihué Calel no significa precisamente Sierra de la Vida.

 

Estación obligada.

 

Ya a fines del siglo XIX Lihué Calel, con el territorio ocupado por los cristianos, aparece como una estación casi obligada para los primeros viajeros que siguen la vieja Rastrillada de los Chilenos, que venía desde Choele Choel. Ya por esa época eran varios los establecimientos de campo que poblaban en torno al macizo.

 

En medio de la sierra, acaso donde estuviera el más antiguo de los poblamientos, el geógrafo francés Dellachaux, que relevó el conjunto serrano a comienzos del siglo XX, señala el sugestivo topónimo "Pozo del Cura". En el lugar vivió la familia Otero hasta aproximadamente la década del setenta del siglo pasado.

 

Hacia 1942, la familia Gallardo compró las tierras que la comprenden y pobló las estribaciones del oeste. Poblador tradicional y encargado del lugar fue don Pedro Gauna y más tarde, como encargado de la por entonces reserva provincial, Serviliano Salas. Todos ellos, en mayor o menor medida, contribuyeron a la historia y la leyenda de Lihué Calel.

 

Finalmente, puede hacerse constar que el firmante de esta nota detectó en la zona contigua a la sierra y a través de la fotografía aérea, un extraño rectángulo -hasta ahora inexplicable- de orientación norte-sur y con medidas perimetrales coincidentes con la legua española.

 

Es fácil advertir que, en su condición de oasis en medio del desierto pampeano-patagónico, la sierra se convirtió en una estación obligada para quienes recorrían el largo "Camino de los Chilenos". De allí que el poblamiento (excluido el de condición prehistórica), en el nivel de establecimientos rurales en el entorno, haya sido muy temprano en lo que hace al desarrollo histórico de La Pampa. En cercanías de la sierra hubo un sitio de explotación de minerales de cobre que, en mapas de hace algo menos de un siglo, llegó a figurar como una localidad: Minerales de La Pampa. Hoy aparece con la condición de estancia, con las instalaciones mineras abandonadas.

 

Con los antecedentes señalados -en manera alguna exhaustivos, más algunos otros que sería largo consignar- sorprende que no se haya efectivizado un poblamiento urbano en el interior de la serranía o en las inmediaciones, acaso por la reducida extensión del macizo que, en cualquier caso, ofrece un lugar positivamente anómalo respecto del entorno desértico.

 

Un poblado en la serranía.

 

Por lo anterior, resulta más que notable una documentación recientemente hecha llegar a LA ARENA, en la que se esboza con seriedad la idea de establecer un poblado en el interior de la sierra, esto en época contemporánea. Fue un intento planificado racionalmente. Los planos que tenemos a la vista están avalados por el arquitecto Ubaldo Sacco y se remiten al año 1971, aunque, al parecer, la idea era la continuación de un plan piloto originado siete años antes. Por cierto, que resulta una idea muy original, frustrada seguramente por los posteriores cambios de titularidad en la posesión del lugar.

 

El núcleo urbano al que apuntaba se desarrollaba en uno de los valles interiores de la sierra y constaba de 91 parcelas, cada una de ellas con una superficie de 800 metros cuadrados. Los solares estaban alineados sobre tiras irregulares en cuanto a longitud y rodeaban el tanque de agua que abastecería a la población.

 

Además de esas parcelas reservadas a viviendas y comercios, había espacios previstos para vehículos y otros espacios verdes para uso público, apuntando seguramente a los visitantes, cuyo número todavía hoy suele ser crecido, en especial porque junto a la serranía pasa la ruta que conduce a los lagos del sur, una versión moderna de la antigua rastrillada.

 

El diseño de este original núcleo urbano, obviamente, es algo anterior a su expropiación, cuando la Provincia incautó la zona serrana y le dio condición de reserva provincial. En 1976 se convirtió en parque nacional, con una parte indicada como "reserva natural estricta". En el año 2000 se amplió la superficie del parque.

 

Lo esencial de la presente nota está en que el hábitat humano en la sierra es muy antiguo y destacado en lo que hace a los cristianos. Desde este punto de vista resulta notable que no se haya concretado un poblamiento efectivo y semiurbano, siendo que, como ya señaláramos, el interior constituye un ambiente excepcional dentro del desierto que rodea a las serranías. Acaso en esa ausencia de concreción influyera la presencia humana en Curacó, posteriormente Puelches, por entonces más redituable en cuanto a producción, dado el complejo fluvial que lo rodeaba.

 

Más allá de esas especulaciones, queda como una rareza el intento de urbanización aquí comentado.

 

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