Mary Coller y la medicina paliativista
Nacida en Doblas, se graduó en la UBA. Es médica prestigiosa y hoy reside en Río Negro, donde es Coordinadora del programa de cuidados paliativos. Valora lo que se hace en La Pampa en materia de Salud.
MARIO VEGA
Cuando somos chicos, y aún de adolescentes –y tal vez hasta un poco más adelante- no la percibimos, ni la tenemos en cuenta. Casi puede decirse que no nos percatamos de la finitud de la vida. Si ya adultos caemos en la certeza que hay un final, que existe un límite inexorable que nadie podrá eludir.
Lo observamos cuando a nuestro en derredor empezamos a advertir que en las familias, o en los círculos cercanos, se producen fallecimientos. Recién ahí es cuando la pena por las ausencias se hace presente.
En ese momento el pensamiento, el raciocinio, nos pone en autos que la muerte es ineluctable, algo contra lo que no se puede luchar. Cada uno desde sus creencias podrá pensar distintas cosas acerca de eso: que es ese fenómeno natural que marca el fin de la vida, que es el paso a otro plano y el acceso a un mundo nuevo, y que en todo caso es en definitiva algo que ni siquiera podemos imaginar.
El mayor temor.
Hay quienes toman el tema sin mayores ambages –porque al cabo qué más sencillo que entender que algo que empieza un día termina-- y así lo expresan ante el resto de sus congéneres. Lo que sí creo es que el mayor temor de la mayoría de las gentes no es ese paso propiamente dicho, sino y más precisamente la antesala.
El desasosiego de muchos es ese proceso que desemboca en el final, y por eso suele decirse que uno le tiene más miedo a la enfermedad que a la muerte propiamente dicha.
Porque quién no ha tenido familiares, amigos, conocidos que sufriendo, o padeciendo distintas enfermedades, debieron soportar una larga agonía, un penoso proceso antes del desenlace fatal.
Confieso que en lo personal me tocó ver con impotencia como mis padres, y otras personas muy queridas, se vieron postrados, sufriendo, afectados de tal manera que ya la vida había dejado de tener sentido.
El “buen morir”.
En muchas oportunidades hemos escuchado hablar a médicos acerca de tener calidad de vida. Esto es procurar que los pacientes recorran el último tramo con la mayor dignidad posible, tratando de minimizar los sufrimientos propios de la enfermedad que pudieran tener.
Dicen los que dicen saber que fue después de la Segunda Guerra Mundial que se produjo una movida en cuanto a la atención médica a pacientes en estados terminales. Que ese sería el inicio del movimiento moderno de cuidados paliativos, caracterizados por un enfoque en el alivio del sufrimiento y la mejora de la calidad de vida de los pacientes y sus familias.
Conociendo a Mary Coller.
Hace unos días Fabricio Coller –nuestro compañero periodista de La Arena y Radio Noticias- comentó que necesitaba un ejemplar del diario La Nación, porque salía una nota que le habían hecho a su hermana. ¿A tu hermana; sobre qué tema?, le pregunté.
“Mi hermana Mary es médica paliativista”, contestó. Obviamente me llamó la atención, porque conozco –sólo elementalmente- de qué se trata. Luego, leyendo el diario porteño y la nota de tres páginas que le hizo la periodista Gabriela Navarra a la profesional pampeana, entendí que era algo absolutamente importante, y que bien valía la pena volcar en estas columnas conceptos de aquel formidable reportaje para que más gente conociera por aquí de qué se trataba. Eso más otras apreciaciones que tendría a partir de mi propio encuentro con Mary.
Mary, de Doblas.
Dicho así, mencionar a una médica destacada sólo como “Mary” parecería algo atrevido, pero es lo que a ella le gusta, según dice. Su nombre completo es María de los Ángeles Graciela Coller (sí, es verdad, Mary es más corto y cómodo), no tuvo inconvenientes en que nos juntáramos para tomar un café y conversar.
A veces, vaya a saberse por qué, nos encontramos de manera imprevista conque hay pampeanas y pampeanos que andan por allí, destacándose en diversas actividades. En distintas áreas, en lo científico, en lo deportivo o en alguna otra actividad.
Es el caso de esta profesional, nacida en Doblas y en este tiempo radicada en Cipolletti, Río Negro. Es hija de José Osvaldo y de Graciela Esmeralda, tiene dos hijas, y también tres hermanos: Julio César Osvaldo (gestor, que heredó el trabajo del padre); Mónica (vive en Santa Rosa y es maestra jardinera); y Fabricio (periodista, nuestro compañero en Radio Noticias)
"Los viejos fueron fanáticos del laburo. Papá se dedicaba a llevar papeles, lo que era el antiguo ‘contador', para la firma Ramiro Gutiérrez, y mamá es docente jubilada que hoy reside en Santa Rosa”.
La familia.
En Doblas los Coller vivían a dos cuadras del centro, en la calle Sarmiento, y tienen toda una historia en ese pueblo de 2.000 habitantes. Al punto que el abuelo materno, Amador Durango, fue el primer intendente de la democracia, y tan reconocido es que el ingreso desde la ruta al casco de la localidad lleva su nombre.
Mary y sus hermanos han tenido una infancia y adolescencia marcadas por el estudio –ella fue abanderada en el colegio secundario José María Estrada-, y practicaron deportes. En su caso desde cestobol, pasando por vóley y también el paddle, con el Club Independiente como el centro de esas actividades.
Tenía nada más que 17 años cuando se instaló en Buenos Aires para seguir Medicina en la UBA. Una vez con el título hizo la residencia de medicina general en Bariloche, y más tarde se convertiría en médica rural. ”Fueron varios años al pie de la Cordillera, donde tuve experiencias increíbles”, señala.
La muerte de aquel niño.
Sentados en la mesa de La Capital, Mary me cuenta como si estuviera hablando con un amigo que conoce hace mucho tiempo, y explica cuál fue el disparador que la llevó a realizar la actividad que hoy en día la mantiene tan ocupada. “Ya te conté que he sido médica rural, y viví al pie de la Cordillera donde me tocó de todo: atender embarazos, partos, accidentes… pero hubo una situación especial que de alguna manera hizo que me volcara decididamente a lo que hoy hago. Trabajaba en el Hospital de Las Lajas, un pueblito de 5.000 habitantes, y vi morir de cáncer un chiquito de dos añitos… Lo recuerdo en detalle: era domingo a las 3 de la tarde, y estaban ahí su madre y los hermanitos… murió con dolor porque la verdad no supe qué más hacer… le había dado el tratamiento que conocía, pero no alcanzó”.
Fue el hecho determinante. “Entendí que tenía que capacitarme más, y me dí cuenta que los cuidados paliativos me estaban llamando”, sostuvo.
Y cuando relata ese hecho –y en otros momentos de la charla- no puedo evitar conmoverme, al punto que por instantes se me humedece la mirada.
El miedo de morir.
La misma médica –así se lo confesó a la periodista de La Nación-, experimentó “en carne propia el miedo a morir”, cuando tuvo una cirugía cardiovascular.
Después de aquel episodio del chiquito, y su propia experiencia, la doctora Coller concluyó que para reducir el sufrimiento al final de la vida eran fundamentales los cuidados paliativos y darle al paciente y sus seres queridos apoyo emocional.
Esa práctica procura aliviar el dolor y otros síntomas, tratando de mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades graves o terminales; y apunta además a facilitar la comunicación abierta y honesta, respetando la dignidad del paciente y sus deseos. Ofrece apoyo emocional y espiritual en esa etapa final que puede durar meses, semanas o días.
Una referente.
Mary decidió capacitarse y ha sido becaria de la Fundación Pallium, que dirige Gustavo de Simone (institución y médico decanos en cuidados paliativos en el país). Hoy integra equipos de investigación en la Universidad de Río Negro y la Universidad del Comahue y se desempeña desde 2017 como Coordinadora del Programa Provincial de Cuidados Paliativos de la provincia de Río Negro.
Es además especialista en Políticas de Cuidado con Perspectiva de Género por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). En ese ir y venir –con periódicos regresos a La Pampa- se mudó “nada menos que 27 veces”, dice con una amplia sonrisa.
En Río Negro.
Actualmente y desde 2006 vive en Cipolletti, Río Negro, desempeñándose en el Ministerio de Salud donde coordina el Programa de Cáncer y de Cuidados Paliativos. “Es una provincia modelo, porque de los 36 hospitales, tenemos 28 con equipos de cuidados paliativos interdisciplinarios: médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, kinesiólogos, psicólogos, nutricionistas, que salen a la comunidad. Casi el 70% de nuestros pacientes mueren en el domicilio: un porcentaje mucho más alto que en cualquier otra parte”, puntualizó.
Y agregó: “El sistema está basado en los derechos humanos, abierto para todo el mundo, dignificante. Tenemos el único modelo de internación domiciliaria con guardia médica y de enfermería permanente los 24 horas del día los 365 días del año. Y el modelo de nuestro trabajo es además más barato que el tradicional”, sostuvo.
Trabajar con la familia.
Hay distintas enfermedades que conducen a una medicina paliativista. Entre esas mencionó el cáncer, el ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), EPOC (Enfermedad Obstructiva Crónica), insuficiencias hepáticas y cardíacas, la demencia y el Alzhemimer. “Todas aumentan la dependencia, la fragilidad. Y eso nos lleva a trabajar mucho con la familia porque se cansa. Imagínate que a veces son años de acompañar ese proceso, y por eso los equipos de cuidados paliativos lo que hacen es ayudar a la familia a organizarse”.
La doctora Coller explica que tiene hecho un estudio “con un equipo un trabajo de investigación que salió publicado incluso en revistas internacionales. Ahí hicimos una comparación entre una persona que fallece con o sin cuidados paliativos. Y la cuenta fue que es más barato tener los equipos de paliativos... porque el costo más grande ¿sabés quién los lleva? Las horas de cuidado que las personas tienen en la casa. Es muchísimo más caro eso que tener un paciente internado en un hospital”.
Tener cuidados paliativos.
No obstante indicó que en Río Negro tienen “una modalidad que es la de internación domiciliaria. El 70% de nuestros pacientes fallecen en la casa, y se produce eso de la cercanía familiar. No es lo mismo que alguien muera rodeado por familiares, con su perro al lado, con su plantita, en su cama… Igual tener cuidados paliativos en el hospital también es muy bueno porque es mejor tenerlo que no tenerlo”, amplió.
Mary indica que cuando el deceso se produce y la persona “se va bien ayuda a sus familiares al duelo posterior”.
Deslizó una frase que da lugar a alguna duda. ¿Todos los equipos de paliativistas están bien preparados para el servicio que deben prestar? “Hay gente que va a la casa y te mide la presión y eso sólo no son cuidados paliativos. Tiene que ser un especialista, y no se trata nada más que de cómo poner la morfina. Sino cómo escuchar, qué decir, qué no decir, cómo utilizar los silencios. El paliativista hace eso... Pregunta qué es lo que vos querés saber porque capaz que vos querés saber, y la persona que está al lado no… Hay que usar las palabras justas: ‘¿Usted quiere contarnos qué le está pasando? ¿Prefiere que hablemos con sus hijas?’. En ocasiones la familia por detrás nos hace señas para que el médico no diga porque cree que el enfermo se puede poner peor. Por eso se trabaja con el acompañamiento, con el abrazo… y ahí pasa que uno mismo se conmueve y llora… es en síntesis lo que le pasa a un ser humano con otro ser humano”, relata.
La salud pública.
La verdad es que la charla con Mary Coller podría extenderse por horas, porque son muchas las preguntas que quedan pendientes. Como por ejemplo sobre la eutanasia, la muerte asistida, la posibilidad de interrumpir o no el retiro del soporte legal. Y tantas otras, pero será motivo de otra nota.
La médica de Doblas es ferviente defensora de la Salud Pública. “Y como yo hay mucha gente que la defiende… Acá en La Pampa, en Río Negro, en Neuquén, en la Provincia de Buenos Aires. Somos muchos a los que nos interesa que las personas tengan buena salud… Aunque después no nos paguen buenos sueldos que es otro tema, que tiene que ver con los gobiernos. Pero que uno cree en eso profundamente, es así”, enfatizó.
Un elogio para La Pampa.
La doctora Coller destacó que en La Pampa también se avanza en lo que es medicina paliativa. Marcó claramente en materia de salud las diferencias con “un Gobierno nacional como éste que te da miedo. Da temor que estas cosas empiecen a fallar.. y diría que ya empezó a deteriorarse, porque teníamos un programa desde el Instituto Nacional del Cáncer que repartía morfina y metadona, que es la medicación que se usa para el dolor fuerte y desde Nación se cortó. La tuvieron que empezar a comprar las provincias, pero hay algunas que no las compran”.
Fue más allá y mencionó una de las recientes frases de Javier Milei. “El presidente dijo de sí mismo ‘soy cruel…’, y es terrible eso. Da para decir ¡qué degradación la humanidad! La escuché después a Rita Segato manifestar: ‘Yo no quiero ser parte de la humanidad, me declaro ex humana’. Y yo pienso eso… porque brego por la humanización de la medicina, y así como está es un comercio más que otra cosa”.
La salud en La Pampa.
No obstante Mary Coller destacó que así y todo “hay gente que está peleando en los sistemas de salud pública, para que la humanidad sea mejor. En La Pampa el Estado trata de estar presente, y siempre digo que aquí tiene el brazo largo porque llega a mucha gente. De hecho ayer mirando la tele con mi mamá vi que se inauguró un centro infantil. Esos centros infantiles ayudan muchísimo en situaciones de cuidado de las familias. Las mujeres necesitan eso porque sino ¿dónde dejan a los chicos para poder ir a trabajar? Esas cosas acá en La Pampa afortunadamente pasan”, ponderó.
Agregó que en Río Negro, donde hoy trabaja, “también hay políticas de cuidado; y en lo que es salud, que es lo que más miro tenemos una muy buena cobertura de cosas que, por supuesto, siempre pueden mejorar. Porque los sueldos que tenemos son bajísimos”, reprochó.
Finalmente, consultada sobre la medicina paliativa en La Pampa, la doctora Coller opinó que se está consolidando, y nos invitó a hacer una nota sobre qué sucede por aquí, mencionando a la doctora Marcela Pedetti (entre otras) como una referente que “hace un gran trabajo”.
Una vida en tres imágenes.
En un congreso.
Mary –así la llaman-- en un Congreso de Gerontología en la Universidad del Comahue. Destacó “el brazo largo del Estado” en La Pampa que “llega a mucha gente”.
Con una paciente.
Mary con una paciente de Cipolletti. “A Silvia, paciente con cáncer, la acompañamos casi 8 años con el equipo de cuidados paliativos”, recordó.
Con colegas.
La doctora Coller con colegas, luego de participar en uno de tantos congresos de la Asociación Argentina de Medicina y Cuidados Paliativos.
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