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Domingo 21 de diciembre 2025

Mónica Quinteros, la artista del mosaico

Redacción 21/12/2025 - 00.12.hs

Destacada artista pampeana no sólo exhibe sus obras en distintos salones, sino que además tiene gran cantidad de alumnas en su atelier. Pero es sólo una parte de la cantidad de actividades que realiza.

 

MARIO VEGA

 

Las obras son una verdadera belleza. Las manos de una artista de mosaico son capaces de fusionar historias, colores y significado, concluyendo en magníficas creaciones que otorgan un colorido muy especial al diseño de interiores modernos.

 

Es una práctica que, dicen los que dicen saber, se remonta a la antigüedad. Incluso se han encontrado mosaicos que datan del tercer milenio AC, en un templo de la Mesopotamia. Estaban hechos de piedras, conchas y marfil, la mayoría de los cuales eran productos disponibles localmente. Y otros similares fueron hallados en América y serían al menos del año 250 DC -y tal vez antes- en la civilización maya.

 

Mosaico, o mosaiquismo.

 

En los tiempos que corren, aquí mismo, en nuestra ciudad, nos vamos enterando de más y más personas que participan de esa movida. ¿Pero cómo es la forma correcta de llamar a esa técnica? ¿Mosaico o mosaiquismo?

 

Algunas profesoras son celosas con el tema y refieren que lo correcto es decir que se hace “mosaico”. Y están quienes sostienen que ambas acepciones son correctas, aunque se refieren a cosas ligeramente diferentes: mosaico es la obra de arte terminada (la imagen o diseño hecho de piezas pequeñas), mientras que mosaiquismo es el nombre de la técnica artística que consiste en crear esos mosaicos, usando pequeñas piezas llamadas teselas (azulejos, vidrio, cerámica). En resumen, se indica, el mosaiquismo es la acción, y el mosaico es el resultado.

 

Atelieres y alumnas.

 

Cualquiera sea el término correcto, lo que hay que decir es que cada vez se conoce de más personas que se suman a esa actividad. Aquí mismo, en Santa Rosa, hay diferentes grupos que, guiados por profesoras con experiencia, se van formando para llevar adelante sus propias obras.

 

Hay por aquí excelentes maestras, que tienen sus atelieres y alumnas, que trabajan con una dedicación digna de encomio. Hace algún tiempo en estas columnas hablábamos con Vilma Lobato, prestigiosa artista que incluso expuso sus obras en el conocido Palacio Barolo en Capital Federal.

 

Pero también cabe mencionar entre otras muy destacadas a Mónica Quinteros, quien en 2012 comenzó a vincularse con el arte del mosaico, capacitándose en Buenos Aires y Pilar. Ha realizado cantidad de obras, que expuso en diferentes e importantes muestras. Hoy además da clases formando alumnas en su atelier de calle Arturo Illía 1485.

 

Quién es.

 

Mónica Quinteros, nacida en Intendente Alvear, es hija de Dolly Nels Romero, docente y directora de la Escuela 17 de la localidad; y su papá era Lito Quinteros, que se dedicaba a la construcción. “Mi padre era una persona muy habilidosa y prolija con las tareas de carpintería… pero además un excelente bandoneonista”, cuenta.

 

Tiene dos hermanos: Graciela, fonoaudióloga, que vive en Realicó; y Ruben que sigue en Intendente Alvear y hace tareas de parquización.

 

Está casada hace 40 años con Carlos Pinto, ingeniero agrónomo, dedicado a la explotación agropecuaria, también es socio de las empresas Agro Uriburu y Dekalden. “Él era de General Pico, pero lo conocí en Alvear en esas salidas al boliche. Estuvimos seis años de novios, y la verdad es que es quien me banca en lo que hago... con el tiempo que dedico al mosaico, a mis alumnas, y cuando puede me acompaña a algunas muestras. En síntesis, me tiene paciencia, sobre todo ante el caos y el bullicio que se genera en mi casa los días previos a cada instalación de un mural”, reconoce.

 

Los hijos deben volar.

 

Tiene asumido que a los hijos no hay que poseerlos, de modo tal que desarrollen su vida, aunque eso sí ofreciéndoles amor y apoyo. Pero Mónica parece entender que se trata de un proceso de desapego, y que los sueños de los jóvenes son de ellos, no los que los padres pudieran imaginar.

 

“La verdad es que es así, porque en nuestro caso en un par de años se fueron los dos. Y tenemos incorporado esto de que cada uno debe elegir su carrera y qué hacer de sus vidas”. Maria Florencia es licenciada en Economía (recibida en la Universidad Nacional de La Plata). Doctora en Economía (graduada en París). Hoy es docente de la UNLP e investigadora del Cedlas (Centro de Estudios que funciona dentro de la universidad), y realiza consultorías para el Banco Mundial y otros organismos. La joven está en pareja con Joaquín, que es ingeniero aeronáutico y trabaja en Invap.

 

Federico es el otro hijo de Mónica y Carlos. También es ingeniero aeronáutico y trabaja fiscalizando proyectos de infraestructura aeroportuaria de todo el país en ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil). Incluso le tocó venir dos o tres veces a Santa Rosa cuando se estaba ampliando el aeropuerto local. Su esposa es Ayelén, es portuguesa, ha bailado en el ballet “Raíces” en su país, y hoy trabaja en una empresa japonesa.

 

Estudios y después.

 

Mónica transcurrió, como quedó dicho, su infancia y adolescencia en Intendente Alvear. “Fui a la primaria a la Escuela 17; y el secundario lo hice en el Instituto Heguy de la Sagrada Familia; y después me vine a Santa Rosa donde hice el Profesorado para la Enseñanza Primaria y la carrera de Bellas Artes. Mis inicios como docente fueron en la Escuela 24 de Uriburu donde fui maestra y directora y estuve 12 años, y allí mis hijos transcurrieron su niñez y concurrían precisamente a la escuela 24”.

 

La docencia en Santa Rosa.

 

Más tarde llegó el momento de venir a Santa Rosa, donde siguió ejerciendo la docencia: en la Escuela 37 como maestra; y en la 143 fue maestra y vicedirectora (turno tarde) hasta su jubilación. Mónica recuerda que tuvo un cargo en el equipo técnico del Ministerio de Educación (a la mañana) durante 17 años, desempeñándose en el Centro de Designaciones, en Comisiones de Transferencias y en la Dirección de Personal Docente. “De todos esos lugares tengo hermosas anécdotas e historias, viajes por toda la provincia trabajando en escuelas, grupos de amigos, y los mejores recuerdos”, dice ahora.

 

El arte del mosaico.

 

“Desde niña aprendí a tejer, bordar, hacer tapices, dibujar, pintar, amar las actividades artísticas… por eso al jubilarme como docente decidí emprender la carrera de Formación Profesional en el Arte del Mosaico en el Instituto TEM de Pilar. Actualmente doy clases formando a mis alumnas en el arte del mosaico, e incentivando en cada una de ellas el amor y la pasión que yo siento por el muralismo”.

 

Y sigue: “Durante tres años viajé a Lonquimay dando clases en la Casa de la Cultura; hoy soy profesora también en la Unión de Jubilados, Pensionados y Retirados Civiles de La Pampa donde hace pocos días inauguramos la segunda etapa de un mural de más de 20 metros cuadrados”.

 

Artesanos en la familia.

 

En su casa de Avenida Illía 1485, tiene su atelier de mosaicos, “donde asisten muchas alumnas con ansias de aprender. Pero por sobre todas las cosas , con muchas ganas de compartir una tarde de charlas, arte y meriendas llenas de afecto, de contención, de risas, de terapias”, apunta.

 

Mónica tiene una relación con el arte que se remonta a sus tiempos de niñez. “Siempre nos incentivaron con las actividades artísticas, y vengo de una familia de artistas y artesanos. Mi abuelo Zoilo Quinteros fue un sobresaliente trabajador en sogas, y hacía cintos de cuero, cuchillos, emprendados para caballos… Incluso sus obras fueron exhibidas y premiadas en un stand de la Asociación Rural de Palermo”.

 

Bailando folklore.

 

Y completa: “En mi familia en cada cena, en cada cumpleaños había música y danzas folklóricas. Tenía tíos que tocaban la guitarra, otros el bombo, mi padre el bandoneón… y todos sabemos bailar folklore, con lo que las fiestas que se armaban, o los domingos en familia eran de esa manera”.

 

Baila danzas folklóricas desde sus cuatro 4 años, es profesora recibida en el Zonal "La Huella" del IDAF, y actualmente baila en el grupo "Sentimiento". Es una persona extrovertida, que le gusta entablar relaciones, y por eso pudo conocer “mucha gente buena con la que hemos compartido viajes. En mayo fuimos a bailar con el grupo al escenario Próspero Molina de Cosquín”.

 

Mónica también fue integrante durante 10 años del Coro de la Universidad Nacional de La Pampa y posteriormente del "Coro Médanos y Luna".

 

En galerías de arte.

 

En el atelier de Mónica se puede ver parte de la gran producción que ha llevado adelante, con objetos que no dejan de asombrar con su belleza, y que muestra con orgullo.

 

Su obra ha sido presentada en distintas exposiciones. “Sí, por suerte pude exhibir mis obras en mosaico en distintos ámbitos y galerías de arte como el XI Congreso Internacional del Mosaico organizado por Fernanda Jatón; MAM (Muestra de Arte Musivo) en Caba; Muestra de Tessellis en el Centro Cultural Malvinas de La Plata; y la Muestra de Museo Mumart, de Pasaje Dardo Rocha de La Plata”, enumera.

 

En el Palacio Barolo.

 

Pero sin dudas una muestra especial fue “La Noche de los Museos” en el mítico Palacio Barolo, uno de los edificios más emblemáticos de Buenos Aires. Allí presentó “Amor Infinito”, que es un retrato de su sobrina Valentina con su perro… “El cuadro es de Valentina que lo tiene en su casa”, cuenta.

 

Precisamente obsequia muchas de sus obras… “Es difícil vender porque uno toma un afecto especial por las obras. Ahí está el caso de ‘La costurera’, un mosaico contemporáneo con objetos de mi abuela Javiera, donde se puede ver desde el dedal, hasta las bobinas de hilo, cierres, puntillas, botones… todo integrado en un mosaico con el fondo de la mantilla de mi amiga de ir a misa. Se lo regalé a la única tía que tengo, Gladys, que cumplirá 90 años”, agrega.

 

Persona polifacética.

 

Mónica es hiperactiva, y siempre está planeando nuevas cosas. “Quiero seguir haciendo mosaico, conectándome con mucha gente del país. Y voy a dónde puedo, como la Bienal de Arte Internacional de Miramar, donde participé con murales donde expusieron artistas de mucha trayectoria”.

 

Si bien trata de estar en distintas muestras no descuida la enseñanza y la educación. Últimamente con un grupo de alumnas y en forma conjunta con otras profes de mosaico, como Elsa y Lilia, vienen realizando murales que se pueden ver en la ciudad, como el del Hogar de Adultos sobre la calle Mitre, el trencito del JIN3 de la Escuela 143, y uno más emplazado en la calle Falucho en el frente del edificio de APE.

 

Expresa que ya a sus 17 años “había elegido esto. Y la idea inicial era estudiar Arquitectura, pero estaba el antecedente de una familiar que estaba en una lista de desaparecidos en Buenos Aires y mi padre no me dejó. Así que desemboqué en Bellas Artes”.

 

La Cooperadora del Molas.

 

Agrega que la jardinería es otro de sus hobbies, y le dedica buena parte del día. Se puede decir que se hace tiempo para todo, y cada tanto se anota en alguna competencia de regularidad de autos antiguos (ver aparte).

 

Pero como si resultara poco un día decidió que estaría bueno hacer su aporte solidario formando parte de la comisión directiva de la Cooperadora de los Hospitales Lucio Molas y Favaloro. “Soy la secretaria desde hace casi 10 años, y trabajamos con mucha responsabilidad… es una tarea constante y que requiere de algo muy valioso que es tiempo para dedicar a los distintos servicios del Hospital y pacientes que allí se atienden. El accionar de la Cooperadora ha permitido adquirir equipamientos e instrumentales, y uno siente que lo que hace vale la pena porque es gratificante, una tarea de entrega, solidaria y de trabajo en equipo”, dice con satisfacción.

 

Con compromiso.

 

Se puede decir que, en buena medida, Mónica tiene parte de su vida resuelta, pero no obstante tiene deseos que nos resultan comunes a muchas personas. Esto es “un mundo en que los niños tengan paz, y vivan sin hambre ni pobreza. Sueño con un mundo en el que todos los niños y jóvenes del mundo reciban educación, amor y alegría… y no está sucediendo”, dice.

 

Por supuesto está dispuesta desde su lugar a seguir haciendo su aporte de solidaridad y compromiso. Y esto también se puede hacer desde el arte, claro que sí.

 

La corredora de rally.

 

Hay personas que parecieran tener el don de poder hacerlo todo. O casi todo. Son aquellas que no paran y realizan las más diversas actividades. Y Mónica Quinteros es una de ellas.

 

Porque además de artista, docente, profesora de Mosaico y dirigente social, suele correr carreras de regularidad en autos antiguos.

 

Sí, por si le faltara algo. “Soy integrante del Primer Club de Autos Antiguos, Clásicos y Especiales de La Pampa y hace 15 años comenzamos con mi esposo (Carlos Pinto) a correr. Participamos juntos en muchas competencias en distintas partes de la provincia y en otros lugares como el Rally de la Calle Angosta o el Rally de los Glaciares en el Calafate”.

 

Mónica narra que antes corrían juntos, pero después empezaron a hacerlo cada uno por su lado. “Él con un Chevrolet Belair 1953; y yo con una amiga en una Coupé Torino 1971. Mi esposo es muy bueno con los tiempos y los resultados… y yo soy del montón. Diría de mitad de tabla, y nunca corrí para ser ganadora. No me interesa… lo mío va más por lo social, la amistad, la camaradería que se genera a partir de cada carrera”.

 

De todos modos tenía un deseo: “Siempre dije que alguna vez quería ganarle a mi esposo. Que si en alguna carrera yo quedaba en octavo lugar por ejemplo, él quedara noveno o décimo. ¡Y se me cumplió! En una de las últimas carreras lo logré. Deseo cumplido”, dice con alegría.

 

¿Y entonces Carlos?

 

Una vida en tres imágenes.

 

En la galería.

 

La artista junto a la obra que expuso en MAM (Muestra de Arte Musivo) en la Galería de Arte Kennedy, en la Ciudad de Buenos Aires.

 

En familia.

 

Una foto familiar, Mónica y su esposo Carlos al centro, flanqueados por sus hijos María Florencia y Federico, ambos viviendo fuera de la provincia.

 

En carrera.

 

Mónica Quinteros y su amiga Marieli Neveu, con la que compite con el Torino en las carreras de regularidad. Se ufana de haberle ganado a su esposo.

 

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