Viernes 09 de mayo 2025

“No es sólo palitos al aire”

Redacción 11/03/2025 - 08.34.hs

Dicen los que dicen saber que su denominación viene de Malabar, una región al sur de la India, que por siglos estuvo controlada por la Compañía Británica de las Indias Orientales. Que los malabaristas eran hábiles realizando trucos y piruetas utilizando pelotas, clavas, bolas de fuego y otros objetos con los que entretenían a la gente.

 

Los primeros malabaristas hacían trucos “mágicos” manipulando esos elementos. Después fueron incorporados a los espectáculos circenses, y hoy en día de los puede ver en las esquinas de cualquier ciudad. Son precisamente eso, artistas callejeros que en los semáforos practican sus habilidades y reciben la recompensa de algún dinero de su público, ocasionales automovilistas.

 

Están los que son de regularcito para abajo, y otros que son muy buenos. Estos verdaderos artistas del malabarismo.

 

Erick “Sonriente” Squiatini (30), ayer mismo maravillaba a los automovilistas y paseantes en la esquina de Avenida San Martín y Rivadavia. No sólo que manejaba las clavas con maestrías entrecruzándolas en el aire, sino que lo hacía montado en un monociclo que obviamente agrandaba la dificultad. Sí, un artista y de los buenos.

 

“Mi nombre artístico es ‘Sonriente’, hago esto desde que tengo 18 años y soy de General Pico. Ahora mismo estoy volviendo a mi ciudad porque durante tres días participé de una Convención de Malabares que se hizo en Chakra Raíz, en Toay. Fue un lindo encuentro, con muy buena onda, y en el que pudimos intercambiar experiencias. Ahora lo que estoy haciendo es juntar una platita para el pasaje a General Pico”, indicó.

 

Aprender y nutrirse.

 

Sobre la “Convención” amplió diciendo que hubo “gente de Chile, Colombia, Brasil y diferentes provincias de nuestro país. En un caso así lo que hace uno es aprender a nutrirse y entender que no debe existir ningún tipo de discriminación, que a veces pasaba”, amplía.

 

Sobre su experiencia personal contó que “tenía un amigo que hacía malabares en Pico, me llamó la atención, empecé y me enamoré de este arte. Con Carla mi compañera que me banca en todo tenemos a nuestros hijos Itan y Gema, que tienen 7 y 8 años, y además de esto me dedico a la construcción”, con lo que el malabarismo es más que nada un hobby que “Sonriente” hace con alegría.

 

Ningunos vagos.

 

Comenta que el malabarismo es para él “un cable a tierra… una conexión con el alma, una manera de expresarme”.

 

Tiene claro que los que hacen malabares en las esquinas no siempre son bien mirados, pero Erick no se preocupa. “Yo aparte de esto trabajo en la construcción, y le dedico un tiempo a malabarear con una sonrisa todos los días, siempre con buena onda”.

 

También señala que antes andaba por distintos lugares, pero hace un tiempo se dedica más que todo a la familia y ya no sale “de gira”. Si bien tiene el secundario incompleto está decidido a terminarlo en un colegio nocturno. “¿Mis hijos? Espero poder darles lo mejor y estar para lo que ellos necesiten. Pero que en la vida hagan lo que les guste, lo que los haga felices… ¿Si quieren hacer malabares? Yo no se los inculco, pero sé que les gusta lo que hago, y además conocer a mis amigos que están en el mismo palo…”.

 

Sobre la estigmatización a los artistas callejeros “Sonriente” lanzó un desafío: “Que los que nos acusan de vagos vengan a malabarear todos los días con buena onda después de haber trabajado en la construcción… Para mí es un arte, una manera de expresar lo que se siente, y no es sólo tirar palitos al aire”, afirmó.

 

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