Nominan para un premio a cuatro mujeres pampeanas

La Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) será sede el 18 de marzo de la segunda edición de los premios "Lía Encalada", organizados por la organización no gubernamental Mujeres Rurales Argentinas. El galardón, que lleva el nombre de la primera mujer que se graduó en el país como Ingeniera Agrónoma, tiene entre sus postulantes a cuatro mujeres de nuestra provincia, dos de Colonia Barón y dos de Santa Rosa.

 

Las nominadas son Alicia Repetto, de Colonia Barón, en la categoría Agricultora; Jorgelina Montoya, de Santa Rosa, en la categoría Investigación y Desarrollo; María Celia Vicente, de Colonia Barón, en la categoría Ganadería, y Rocío Severino, de Santa Rosa, en la categoría Agroindustria.

 

"Desde el año pasado, Mujeres Rurales Argentinas, organiza este premio. El objetivo es reconocer a mujeres que realizan tareas rurales o afines, que son agentes de desarrollo en sus comunidades, para visibilizarlas, con la fuerza que tiene como mujeres", explicó Ana Urioste, ex decana de la Facultad de Agronomía de la UNLPam e integrante del jurado de los premios Lía Encalada.

 

Para esta edición del galardón, hubo 180 mujeres propuestas en 14 rubros. Además de Urioste, el jurado está integrado por Marcela Galli, ex decana de la Facultad de Agronomía de la UBA (se sumó para esta edición), Susana Mirazú, ex presidenta del INTA; y Alicia Ciciliani, ex ministra de la Producción de la provincia de Santa Fe.

 

"Nos juntamos virtualmente y vamos analizando cada una de las presentaciones y en esa compulsa, viendo con distintos criterios, decidimos quién debe ser reconocida en cada categoría, pero, en realidad, todas deberían ser reconocidas, porque todas son historias interesantes, de muchos años de esfuerzo y de dedicación", explicó Urioste.

 

En la primera edición, el año pasado, la docente Mónica Sainz, de La Adela, fue reconocida en el rubro Educación Rural, mientras que la militante ruralista Lucy de Cornelis, de Winifreda, recibió una mención por su lucha por el sector agropecuario desde el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha.

 

Las candidatas.

 

Alicia Repetto es productora hortícola, con agregado de valor. En la selección se valoró que tiene un perfil emprendedor e innovador, generadora de trabajo local que fortalece el arraigo de jóvenes, productora de alimentos frescos para el mercado local, colaboradora y participante en espacios educativos y técnicos. Resaltaron también que posee una actitud permanente de mejora y superación en lo personal y con mirada cooperativa y de desarrollo local.

 

Jorgelina Ceferina Montoya es técnica del INTA, coordinadora de proyectos, lleva adelante ensayos, ha realizado publicaciones y también capacitaciones. Como ingeniera agrónoma y doctora en Ciencias Agrarias, se especializa en producción vegetal, gestión de fitosanitarios, manejo de malezas y otros temas relacionados a cultivos extensivos en La Pampa. Además, participa como docente invitada en diferentes cátedras de la Facultad de Agronomía de la UNLPam. Tiene más de dos décadas trabajando, es reconocida por productores y colegas. Forma parte de un grupo de mujeres reducido que hace tiempo se volcó a una actividad donde la presencia femenina no era tan frecuente como en la actualidad.

 

María Celia Vicente vive en el campo, donde trabaja a la par de su esposo en agricultura y ganadería. Fue propuesta por su arraigo, el impacto social solidario, ser la cuota femenina en un rubro tan masculino, acompañamiento y apoyo familiar, sostenimiento de vínculos familiares aún en las grandes adversidades. El jurado destacó su compañerismo, coraje, valentía y resiliencia.

 

Rocío Severino es una empresaria dedicada a la comercialización de árboles cítricos, un emprendimiento novedoso para La Pampa, que además se destaca por su innovación en el mercado por su forma de comercialización online, llegando de forma accesible con su producto a todo el país, así como la educación y asesoramiento para el correcto cuidado de la planta en un clima pampeano. También aporta al ambiente al realizar un control orgánico de la sanidad de los árboles dentro de los invernaderos, haciendo de este un emprendimiento sustentable y eco-friendly.