“Soy el mejor ‘10’ de la historia”
En la Argentina hay algunas familias totalmente futboleras. Está la dinastía de los Solari, la del los Batista, los Enrique, y algunas otras. Y por aquí nomás tenemos una, el clan de los Mac Allister.
MARIO VEGA
Eran dos chiquilines que apenas se alzaban del suelo… el rubiecito tenía una pelota apretada contra el piso con su pie zurdo; el otro apenas un poco más chico, con el flequillo sobre la frente de su pelo rojizo y lleno de pecas, era el más charlatán de los dos. Cómo si los estuviera viendo… Era la siesta de una tarde cuando comenzaba a pintar el verano, y ahí estaban los dos pibitos para dar “una nota”… quizás la primera de tantas que vendrían luego con sus exitosas carreras futbolísticas.
El escenario la vieja cancha de General Belgrano –de cuando tenía el “anillo embrujado” y esa pista de atletismo donde a veces se corría en moto--, al pie de la pequeña cabina de transmisión que estaba ubicada (¿está todavía) a un costado y cerca de la casita que solía utilizarse de vestuario. Eran los chicos Mac Allister… Carlos Patricio (Pato) tendría 11 ó 12 años, y el chiquito Carlos Javier (Colores) un par menos.
Ya se destacaban entre los purretes de su edad, y pasaban las horas en el estadio tricolor donde –pronto-- iban a debutar en primera división.
Con afecto.
Ha pasado mucho… más de 40 años seguro, y conservamos –ellos y yo-- algo que se parece mucho a la amistad, si es que existe una relación así. Ponele que sí. Lo cierto es que hay un afecto.
Los dos faltaron años de Santa Rosa, aunque recurrentemente venían porque aquí sigue su familia más cercana. Empezando por mamá Verónica que fue el sostén de sus sueños futboleros; y su hermana Marita. Y muchos otros amigos con los que vivieron tantas historias de la niñez y adolescencia.
Al fútbol profesional.
Ya se sabe, Colores triunfó en Argentinos Juniors, Boca –nada menos--, la Selección Nacional, Rácing y Ferro de Caballito. Y también Pato tuvo una trayectoria jalonada de experiencias increíbles, que incluso lo llevaron en un momento a vivir en el exótico Japón, y un tiempo también en México.
Monumento a la pelota.
Tuvieron lindas historias relacionadas con el fútbol, pero tal vez ambos deben esten pasando ahora mismo la época más feliz de sus vidas. Porque seguro habrán sentido lo que es tocar el cielo con las manos cuando uno de ellos, la joya del clan Mac Allister –Alexis--, se consagró campeón del mundo en Qatar. Con toda la familia en las tribunas del Lusail.
Los dos tienen sus vidas resueltas desde el punto de vista económico, porque supieron no despilfarrar lo que supieron ganar. En virtud de cómo les ha ido en el fútbol se me ocurre –una idea nada más-- que a esta altura los Mac Allister deberían estar considerando realizarle a la pelota el mismo monumento que un tal Alfredo Distéfano le hizo en el patio de su casa madrileña. ¿Por qué no?
Sangre, sudor y lágrimas.
Pero hay que dejarlo claro, y usando una frase que se popularizó, “no fue magia”. Porque hubo que poner sangre, sudor y lágrimas para llegar donde llegaron. Basta recordar que siendo chiquilines, con sólo 41 años falleció el padre, Carlos José (ingeniero agrónomo), dueño de Agrotec, y entonces tocó a Verónica ponerse la familia al hombro. Marita, la mayor de las hermanas (contadora del club, hoy presidenta del Tribunal de Cuentas de la Provincia) se la iba a hacer más fácil; pero Pato y Colo un poquito la hacían renegar… “Mamá está muy bien por suerte… cuando éramos chicos andábamos mucho, y pasábamos horas en el Club Belgrano, o en el Colegio de Curas jugando a la pelota… no mucho más que eso. Pero fueron momentos muy duros”, admite Pato.
Siempre la pelota.
Los padres habían llegado de Pergamino, y Carlos era uno de aquellos profesionales que había traído a La Pampa –como una necesidad de ese tiempo-- el gobernador Ismael Amit. A su desaparición Verónica ingresó a trabajar en la Municipalidad de Santa Rosa donde fue una destacada empleada.
“Vivíamos en Villegas 676, el colegio Normal nos quedaba a dos cuadras, y las canchas del Colegio Domingo Savio también. El cura De Vito organizaba campeonatos y ahí estábamos… a veces tocaba jugar en la cancha de piso de ladrillos, y lo lindo era cuanto lo hacíamos en la de baldosa”. Claro, allí la pelota corría como en un billar y el Pato podía lucir su habilidad.
“En el secundario era un poco vago –admite--, alumno regular pero muy bueno en educación Física… con el Profe Roberto Zamudio hacíamos cajón, y todos los deportes: fútbol, básquet, voley, tenis de mesa…”, rememora.
Loco por el fútbol.
Pero la pelota se hacía dueña de todos sus días. Y con el Club Belgrano jugó y se destacó en cantidad de torneos infantiles en diversos lugares de la provincia y el país. Su hermano, Colores fue el primero en debutar en la primera división, y Patricio aún esperaba… Hasta que el día llegó y de inmediato pasó a ser la figura del equipo.
Un título en el suplemento deportivo de LA ARENA de aquel tiempo expresaba que, en un partido frente al Deportivo Winifreda, en el banco el tricolor tenía “La carta ganadora, Carlos Patricio Mac Allister”. Repasando la formación de ese domingo de agosto de 1985 (¡!!) aparecen en los girasoleros Daniel Armando Martínez (sí, el mismo que después jugó en Argentinos Juniors y hoy es el médico del Seleccionado de Scaloni); y Luis Sosa, que no es otro que el papá de Matías, uno de los mejores jugadores del actual Deportivo Mac Allister. El DT visitante era el inefable Coqui Carnicero.
“Un jugador fino”.
¿Y en Belgrano? El entrenador fue el querido Lalo Suárez Cepeda, y jugaban entre otros Nicky Domínguez, Ñoqui Lescano, Huguito Pérez, Luis Díaz,Miguel Díaz, Caio Valcarcel, Topo Gallinger y su hermano el Colo. Pato ingresó en el segundo tiempo por Carlos Vasallo (el papá de Lucas que tantos años ha sido defensor alboyense).
Ganó Belgrano 2 a 1 y el Pato fue la figura excluyente, gambeteando siempre para adelante… “Un jugador fino, con clase, con fútbol: Carlos Patricio Mac Allister”, decía la crónica
Y lo tiene bien presente: “Fue para mí un espaldarazo enorme… recién empezaba en un equipo donde todos eran más grandes que yo y ese título era terrible…”, se regocija al volver al tiempo de sus inicios.
A La Plata.
Después vendría el fútbol profesional. Se radicó en La Plata para estudiar Educación Física (no concluyó) y enseguida su virtuosismo lo puso en la mira de Eduardo Luján Manera, que dirigía primera división. “En las prácticas enfrentaba a Julián Camino, Bocha Ponce, Miguel Angel Russo (luego entrenador de Boca y Central, entre otros), Trobbiani, El Loco Dalla Líbera, Rivadero, Alfredo Killer, Pelusa Cardoso, Yorno… yo no tenía miedo porque había jugado siempre con gente más grande, así que los encaraba y un poco de bronca me tenían. Cuando precalentábamos me acuerdo de Camino diciendo en voz alta: ‘¡Hoy Pato a la naranja!’. Me salían a buscar, pero no me importaba nada. Al tiempito éramos compañeros”, sonríe en la evocación.
A Tokio.
Un día le llegó una oferta para jugar en Japón y recaló en el Mitsubhisi FC (ahora se llama Urawa Red). “Fue una experiencia tremenda… tienen una forma de vivir forjada en el respeto, el orden, la disciplina, la limpieza y la honestidad. Todo increíble… ¡Sabés lo que era andar en tren bala! … Un mundo distinto”, reconoce.
Tuvo un problema con el cuerpo técnico (reconoce ahora que fue su culpa) y regresó: “Pero me quedó un gran recuerdo… ir subiendo las escaleras mecánicas y ver 15 compañeros despidiéndome en el aeropuerto de Tokio”, se emociona. Un día volvió a tierras niponas a pasear y se reencontró con varios de ellos.
Regreso al fútbol argentino.
Otra vez Estudiantes de La Plata, un paso por Maipú de Mendoza: “Tenía todo arreglado para ir a Ferro de Pico, pero (Jorge) Dominicchi me insistió para ir a Mendoza y le dije que sí. A la noche tenía que ir a Retiro para viajar con el entrenador (Jorge Ginarte) y otros jugadores a Pico y tuve que decirle que me iba para otro lado. El tipo me quería matar…”, se ríe ahora.
Después otro tiempito en el pincha; un paso por México,en la Universidad Autónoma de Tamaulipas; y la vuelta para jugar en Argentinos Juniors. Y finalmente algunos meses en Aldosivi de Mar del Plata, donde decidió que no jugaría más.
Volver a Santa Rosa.
¿Y entonces? Buscar refugio entre su gente… volver a Santa Rosa, tratar de readaptarse y seguir… No la pasó bien en los primeros meses, le costó aceptar que el fútbol profesional había terminado, y un poco su ánimo decayó. “Es verdad, me invitaban a jugar y no quería saber nada”, reconoce.
De todos modos hubo un momento que comenzó un lindo proyecto de fútbol de inferiores en Atlético Santa Rosa, pero al final no pasó demasiado y desistió.
De nuevo a jugar.
Un día lo dijeron de sumarse a Belgrano que iba a jugar el Federal A y aceptó el convite: “Dirigía Tito Mansilla, y aunque hacía mucho que no entraba a una cancha me di cuenta que podía. Me entusiasmé y volví”, cuenta.
Y lo hizo de muy buena forma, jugando y haciendo jugar. Y además convirtiendo muchos goles: “Más de 30… soy el pampeano goleador histórico de ese tipo de torneos… buscalo”, desafía.
Luego llegaría la etapa del entrenador, precisamente en el club por el que conserva un gran cariño: “Es que en Belgrano nos criamos”, acepta.
Nace el Deportivo Mac Allister.
“Teniamos estos terrenos y empezamos armando una cancha… todo bastante elemental. Pero teníamos claro para dónde teníamos que apuntar…”. Primero con el Colo de presidente, y posteriormente con Pato ocupando el cargo desde que Carlos Javier se dedicó a la política (otro que presidió un tiempo fue Julio Silva). Marita fue al principio tesorera del club, y hoy oficia de contadora.
“Nuestro propósito con el club fue tratar de imponer un sentido de pertenencia, de amor por el escudo, por la camiseta. Con un proyecto deportivo escrito, que mezcla visión y misión. Teniendo en claro el qué y el cómo; con valores, orientado a armar una infraestructura que nos lleve a ser un día el mejor club de La Pampa”.
¿Y las SAD?
Le pregunto –porque mucho se dice sobre la cuestión-- qué clase de institución es desde lo legal: “Somos una asociación civil sin fines de lucro, manejada de manera vertical. ¿Cómo que no tenemos socios? Todos los chicos y muchos padres que vienen aquí son socios…”.
Naturalmente tiene opinión sobre las Sociedad Anónimas Deportivas (SAD), y no le cierra la puerta a nada. “Primero que no son obligatorias; y además hay clubes como Ríver, Boca, Rácing que no las necesitan… pero para otros pueden ser útiles en algún momento, y pasar que un empresario o una empresa les haga un complejo deportivo, o una pensión, o mejorar el equipo. A cambio por ejemplo de un porcentaje de venta de jugadores no me parecería mal. ¿Por qué no se puede pensar en una cosa mixta?”, razona.
“Ir por cuestiones lógicas”.
“Sabés que me parece: que hay que parar con eso de ir para la derecha, o para la izquierda… hay que amalgamar un poco e ir por cuestiones más lógicas”, agrega.
“Lo que estoy seguro es que el amor por los clubes no se va a frenar nunca… la gente es la que da el sentido de pertenencia. Es el modelo tradicional que tenemos, pero para crecer por ahí se necesita otra cosa. Y quizás una no va en contrapunto con la otra”, completa.
Primer campeón del Provincial.
Hay que decir que al cabo de casi 30 años no le ha ido nada mal a Mac Allister, porque no sólo sacó muchísimos jugadores que se proyectaron en el fútbol profesional –incluso con muchos en el exterior, y también algún DT que dirigió afuera--, sino que ganó campeonatos. “¿No se acuerdan que fuimos el primer equipo de la Liga Cultural que ganó el torneo Provincial?”, pregunta y tiene la respuesta a mano. “Yo era el entrenador y en el partido final con Costa Brava en cancha de ellos me habían echado… cuando ya quedaba poco Nani Muñoz agarró una pelota y se fue solo hasta el arco contrario, y en vez de meter la pelota se puso a bailar… y yo a los gritos porque tenía miedo que el árbitro cobrara que se estaba burlando, o algo así. Fue gol y ganamos”, se regocija como si estuviera viendo ese momento.
El Pato y la política.
Es conocido el tema. Un día Colores Mac Allister le dijo a este diario que quería ser “gobernador de la provincia”. De inmediato Mauricio Macri –ni lerdo ni perezoso--, que lo conocía de Boca lo apalabró para que se sumara al PRO. Y claro… hubo adhesiones, pero también llovieron las críticas. Como no se trata aquí de hablar de Carlos Javier, sino de Carlos Patricio, no voy a extenderme mucho sobre eso.
“No hay que mezclar”.
Pero Pato acepta hacer una referencia. “Le dije que no se metiera, pero no me hizo caso… a él le gusta, organizar, relacionarse… es una persona inteligente que podría aportar mucho. Me habló de acercarme pero le dije que no… no porque no me interese la política; sino porque me parece que no hay que mezclarla con lo deportivo. Porque decime, de verdad... ¿alguna vez viste aquí en el club un cartel que hiciera referencia a la política?”, señaló.
El mejor 10 de La Pampa.
Le pido en un momento que me diga cuáles fueron los mejores con los que le tocó jugar… Y vaya si hay nombres: “El Bichi Borghi era una cosa de locos; otro puede ser el Pipa Gancedo; y uno más Bocha Ponce… y Cristian Traverso (ex Boca). Tuve la suerte de jugar en dos escuelas distintas: la de Estudiantes de La Plata, que te da una estructura; y en Argentinos Juniors que te da más libertad… y bueno, ves, ahí, en el medio me parece que está el secreto… por eso, ni para la derecha ni para la izquierda. Un poco más para el centro para combinar lo bueno de las dos cosas”, define.
Los mejores de por aquí.
Sobre el fútbol lugareño ofrece una formación con los que vio: “Al arco El Loco Galant, al que alcancé a ver… Bafundo de cuatro; de dos Hugo Pérez; de 6 El Mula Aymú; y Colores (Mac Allister) de tres; de cinco Nicky Domínguez o el Chueco Ramírez; de 8 mi sobrino Luciano Guaycochea, que tiene la técnica y la pegada de ‘tío Pato’ (se autoelogia); de 10 yo que fui el mejor de La Pampa en el puesto (no se pone colorado para nada); de 7 Nani Muñoz, o podría ser Julio Pérez; de 9 Miguel Díaz pero también me gustaba Urtiaga; y de 11 Chachi García. ¿El entrenador? Alfredo Sauro, porque lo quiero mucho y sabe mucho…”. Definiciones de El Pato.
Lo cierto es que está muy bueno charlar con alguien que conoce tanto del fútbol… del nuestro y de cualquier parte del mundo, porque Patricio anda por todos lados, viajando todo el tiempo. Y sigue aprendiendo… “¿Sabés para los pibes lo que es ir a jugar contra un equipo del Real Madrid”, dice recordando que hace unas semanas una divisional del Depo estuvo varios días en España.
“Soy feliz…”.
Le pregunto qué más quiere decir y no duda… “Que soy feliz con nuestro proyecto deportivo, con mi familia, con mis amigos; con los chicos que vienen al predio todos los días…”.
“Me preguntaste si me afectaba cuando nos critican –vuelve sobre el tema-- y te contesto que ya no… Porque me centro en lo positivo, en el afecto de un nene o una nena de cinco años que me dan un beso como si yo fuera su tío, o su abuelo. Y respondo tratando que perciban ese sentido de pertenencia que hay que tener con las instituciones, con los clubes... para que puedan seguir creciendo. Con eso es con lo que me quedo”, dice y casi se puede decir que la pone en un ángulo.
¿El mejor?
Vuelvo la mirada atrás y me parece verlos… La cancha de Belgrano y dos chiquilines y sus sueños… Iguales a los de tantos pibes que corren detrás de una pelota.
Y en el final me pregunto, ante su firmeza al expresarlo: ¿Ha sido Carlos Patricio Mac Allister el mejor “10” de la historia de La Pampa?
Y sí, Pato, algo de ese puede haber… has sido bueno de verdad.
Nadie es profeta en su tierra.
“La vida me enseñó que tenía que defenderme, porque perdimos a papá cuando éramos chiquitos, y tuvimos que salir a la calle que no es tan fácil. Y andando aprendimos muchas cosas; y pasamos muchas otras para jugar en el fútbol profesional”. Pato Mac Allister no tiene problemas en responder todo lo que se le pregunte.
Le digo que hay muchos que no quieren a los Mac Allister, y lo tiene claro. “Lo cierto es que no nos conocen. En mi caso tenían la imagen de un tipo medio asqueroso, de soberbio quizás… pero no lo soy. Lo que pasa es que a veces tenés que pasar muchos obstáculos, imponerte, pelear, discutir… Sin carácter no llegas a ningún lado”, asegura.
--¿Y te dolió que haya gente que los cuestione?
--Ahora no, pero sí cuando era más joven… Pero hoy estoy re-tranquilo y re-feliz, porque soy un buen tipo. Porque todos los pibes que han pasado por acá, diría el 99%, tienen sentido de pertenencia con el club, y recibo muchos mensajes de chicos en las redes sociales… y a veces nos encontramos con algunos en distintos lugares del mundo, no sólo en Argentina, y nos muestran su cariño… Cuando nos atacaron por diversos temas en las redes sociales fue impresionante la respuesta espontánea de chicos que pasaron por acá que valoran justamente lo que se les inculcó, la contención y la ayuda que recibieron. No podemos evitar las críticas, pero tratamos de hacer las cosas bien.
--¿Te ves reflejado en esos pibes?
--¡Y cómo no! Tienen los mismos sueños que tenía yo cuando era chico… hay que ayudarlos a que se formen, ofrecerles un consejo o ponerles una mano en el hombro para darles ánimo. Eso es lo que tenemos que hacer.
“Alguna gente no nos quiere aquí, pero… ¿cómo se explica que somos muy bien recibidos en todos lados afuera? Y bueno… será verdad que nadie es profeta en su tierra y hay que entenderlo Me costó pero lo tengo asumido, soy feliz y puedo mirar a la cara a todo el mundo”.
Sostiene que el Mac Allister “es un club que no tiene ni una deuda, y en casi 30 años hemos ido construyendo cosas y tenemos un montón de proyectos. Y eso es gestión, que no se hace con ‘piripipi’ sino laburando todos los días”.
Mira el reloj y advierte, después de más de dos horas de charla: “Ahora es la 1 de la tarde, y vine a las 8 de la mañana... voy a almorzar y a las 3 de la tarde estoy de vuelta, hasta las 8 de la noche. Y así todos los días”, completa.
La palabra de la Justicia.
“Sé que tenés que preguntar, pero es un tema que ya resolvió la justicia. Hicimos lo que debíamos y no nos reprochamos nada”, dice y es el único momento en que Patricio se pone triste.
“A Patilla (Héctor Kruber, entrenador condenado por abuso) lo conocemos de toda la vida, y nunca imaginamos algo así. Porque todos saben que no trabajó sólo aquí: fue director técnico de las selecciones provinciales de juveniles; muchos años en All Boys, en Atlético Santa Rosa, Guardia del Monte… O sea, estuvo en muchos lugares”.
“Nos dolió mucho y no la pasé bien; el tema me hizo tambalear… porque si formás un club, tenés una idea, trabajás con valores y sos honesto, y pasa una situación así te golpea. Y después se mezclan cuestiones políticas, y en las redes aparecen boludos que dicen cualquier pavada. Pero ya está…”, señala.
Aclaró no obstante que “hay un juicio civil, que era lo que creíamos iba a pasar, contra el club y contra mí. Es un reclamo pecuniario, y también tendrá que resolverlo la justicia”, concluye.
Un momento único.
Para los Mac Allister y el país. Las tribunas del Lusail y la familia en la tribuna, mientras Alexis (sobrino del Pato) la rompía junto a Messi y compañía. El Pato, Francesca, Pamela, Celeste (atrás) y Nicolás.
Debut.
La formación de General Belgrano cuando El Pato debutaba en primera división. Ingresó en el segundo tiempo y la rompió en un plantel de compañeros mayores que él (salvo el Colo, su hermano).
Inicios.
El diario LA ARENA titulaba en 1985 que el equipo tricolor tenía en el banco “La carta ganadora, Carlos Patricio Mac Allister”. El inicio de una gran carrera para el chico que luego pasaría al fútbol profesional.
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