Vendieron alfajores para salvar a su perro y se convirtió en emprendimiento
"Alegre, alegre, alegre, como los perros saben ser felices, sin nada más, con el absolutismo", escribió Pablo Neruda sobre su perro. Alegres queremos a nuestras mascotas, siempre felices, siempre con nosotros. Ese es el caso de Mayra (28) y Micaela (26) Chávez, dos hermanas que habían adoptado a un perrito al que llamaron Arkham, enfermó y tuvieron que salir a vender alfajores para salvarle la vida.
Hace cuatro años, las hermanas descubrieron que Arkham, el perrito que ya habían rescatado de la calle, "andaba medio decaído, comía muy poquito y, en un momento, estábamos limpiando y vimos que había sangre. Entonces nos preocupamos", contó Micaela en una charla con LA ARENA. Lo llevaron al veterinario, le hicieron todos los chequeos necesarios y les dijeron que tenía unos tumores, que le iban a tener que hacer se tenía que hacer un tratamiento oncológico.
En ese momento, las chicas estaban saliendo de la pandemia, Mayra no tenía trabajo y no llegaban con los costos de los medicamentos y el tratamiento. Al principio su mamá les prestó la tarjeta de crédito, pero tenían que pensar en otras opciones para poder darle continuidad al tratamiento de Arkham. Lo más importante era salvarlo.
A las hermanas, lo primero que se les ocurrió fue hacer y vender budines para poder costear el tratamiento. Sin embargo, ese proyecto tenía un problema: la ganancia no era tan alta y obligaba a redoblar los esfuerzos para costear la inyección, la atención veterinaria y otros cuidados adicionales de Arkham. Entre la angustia y la urgencia, a Mica se le ocurrió hacer alfajores.
En su momento, ellas habían elaborado alfajores marplatenses para una fiesta navideña. En Facebook vieron cómo una pastelera argentina los elaboraba y decidieron probarlos. Les gustaron mucho y supieron que era por ahí. Tenían que probar. No quedaba otra.
Micaela cuenta que de la receta original tuvieron que hacer algunos cambios, adaptarla, "mi hermana es vegana, así que hicimos esas opciones veganas. Entre pruebas y errores hasta que pudimos dar con una masa bastante linda y de ahí empezamos con los rellenos. Mi mamá nos hizo la mermelada de los frutos rojos, uno de los sabores que todavía vendemos. Hicimos de dulce de leche, mousse de chocolate, así pudimos hacer ocho sabores de alfajores, los primeros que tuvimos. Y quedamos muy contentas. Era probar y probar. A la gente le encantó la primera tanda y seguimos las semanas siguientes haciendo más. Re contentas por lo que logramos".
Los primeros clientes fueron familiares, amigos, gente que las conoce y ellas quedaron realmente agradecidas porque con eso pudieron costear las siguientes sesiones. "Nosotras estábamos re contentas porque él iba mejorando semana a semana. Él seguía decaído, pero agarraba esa fuerza que tenía antes", cuenta Micaela.
A los pedidos de la primera tanda (14 docenas que ya eran un montón) se le sumaron más y más pedidos las semanas siguientes. “Había cuatro veganos y cuatro clásicos con dulce de leche: el de maicena, el marplatense, el negro y uno que era glaseado con merengue”. Trabajan con recetas propias, además de que tratan de incluir materia prima local como frutos secos, algunos frutos del Cordón Forestal, licores y algunos dulces de otras productoras.
Entre ellas se llevan "súper bien. Siempre hay diferencias como en cualquier familia. Sobre los alfajores a veces pasa que una quiere probar un nuevo sabor y la otra dice hay que esperar, ya tenemos muchos. Y sí vamos sumando más y más y más producción. A una le gusta más el chocolate blanco y a la otra el negro. Pero eso siempre se charla".
Con el tiempo pudieron empezar a delegar y contrataron a su mamá para que se ocupe de las mermeladas, su prima se ocupa del dulce de leche y el mousse, pero la distribución en las actividades familiares no se termina, su papá y hermano también las ayudan con toda la parte del etiquetado y el packaging.
Hoy Micaela y Mayra son las dueñas de “Cerro y Mar”, un emprendimiento de alfajores artesanales de autor que crece a paso firme y elaboran más de 200 unidades por semana. Las hermanas suelen participar en ferias y grandes eventos, pero además venden a través de las redes sociales (Instagram @_cerroymar_) y del boca a boca, que nunca deja de ser lo más efectivo.
El emprendimiento fue avanzando y, lo más importante, Arkham se recuperó. Las hermanas decidieron continuar con la venta de alfajores y hoy lo convirtieron en su trabajo, día y noche, se preparan en familia, se acompañan y se ayudan para hacer los alfajores más ricos de Comodoro Rivadavia.
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