Domingo 08 de enero 2023

¿Un cambio de historia para La Pampa y la vía?

Redaccion 17/07/2021 - 21.06.hs

Las intensas gestiones para el retorno del tren de pasajeros a La Pampa traen una nueva esperanza para la provincia, en la misma semana en la que arribaron más colectivos propios de la Empresa Municipal de Transporte Urbano de Santa Rosa. Que se garanticen los traslados para las clases populares, a precios justos, tanto por las vías férreas como en los micros, no es poca cosa en días de agobio, donde las buenas noticias quedan tapadas por el intenso bombardeo mediático que pretende hacernos creer, entre otras cosas, que el único pueblo que protesta en todo el mundo es el cubano y que en Bolivia no hubo golpe de Estado con ayuda de un gobierno argentino para apoyar la caída de un presidente electo democráticamente.
Pero, más allá de estas cuestiones que exceden nuestro pago chico, queda por analizar el regreso del tren, gestionado tenazmente por las autoridades provinciales y apoyado por quienes tienen el recuerdo de los tiempos felices y no tan lejanos.
El camino de la reactivación es largo, ya se sabe. Pero también es sabido que si un gobierno del mismo signo que el actual pudo hacerlo -aunque después otra gestión liberal volvió a cerrar ramales con el libreto del salvaje capitalismo en la mano- ahora se pueden volver a dar los mismos pasos, y con más experiencia sobre cómo hacerlo.

 

Lunfardo y tango.

 

Cada vez que se habla del ansiado retorno del tren a la provincia resuena aquello de «Pampa y la vía». Para quienes no conocen de donde viene la frase que más de una vez han escuchado, hay que recordar que según cuenta la historia todo viene a cuento de un lugar porteño. Fue en terrenos que habían pertenecido a Juan Manuel de Rosas, que luego pasaron a manos del Estado, que se convirtieron en un parque. Allí, por 1875, comenzaron a funcionar dos hipódromos, en una zona cercana a donde hoy se encuentra el estadio Monumental de River Plate. El lugar se transformó en centro de reunión social y deportiva, pero por aquella época tenía un solo problema: estaba alejado del centro y por eso, para llegar había que tomar el tren hasta las Barrancas de Belgrano y desde allí quedaban dos opciones: caminar o abordar un tranvía en Pampa y Montañeses, junto a las vías de ferrocarril. Los usuarios compraban el único boleto posible, de ida y vuelta, que costaba diez centavos.
Al finalizar la jornada hípica, eran varios los desafortunados que habían perdido todo el dinero que habían llevado y ni siquiera contaban con una suma para volver a sus hogares. Lo único que tenían era el boleto de regreso a Pampa y la vía, donde quedaban varados. Allí algunos hasta solían vender alguna pertenencia para poder contar con el dinero que necesitaban para continuar su itinerario. Ese hipódromo cerró sus puertas en 1926 y con él se perdió el ingrediente fundamental que gestó una popular frase que de todo modos sobrevivió hasta llegar a nuestros días. En 1935 se hizo el último viaje que depositaba a los burreros en ese lugar. Ahora, con la modernidad, aquellas vías se elevaron para eliminar barreras y ya ni siquiera queda el cruce de Pampa y la vía. Pero fue gracias a ese servicio que nació el famoso dicho de «me quedé en Pampa y la vía», acuñada en principio por los burreros que habían perdido todo el dinero y solo les quedaba el boleto para la vuelta, hasta la calle Pampa.
El lunfardo la adoptó como léxico y hasta hay un tango que recuerda la frase que cantaba Julio Sosa, diciendo: «Estoy en Pampa y la Vía, como viola en un empeño». Años más tarde, la calle Pampa pasaría a llamarse La Pampa.

 

Presente y futuro.

 

Más allá de toda esta historia y del tango que recuerda aquella frase, viene ahora el planteo: ¿Por qué no se puede ganar la batalla cultural sobre esa asociación mental entre La Pampa y la vía que siempre lleva hacia el concepto negativo?
Solo hay que ver si es posible cambiar ese pasado vinculado al juego y a la mala suerte de los apostadores por un presente en el que la unión de La Pampa y la vía pueda ganar con los años otra connotación, que muestre un futuro de prosperidad vinculado al trabajo y al desarrollo productivo.
Si esa chance se transforma en realidad, quedará el desafío para un músico de las nuevas generaciones, uno que pueda resignificar ese concepto con una idea positiva. A tono con los tiempos que corren, tal vez no sea un tanguero sino un rapero el que nos hable de una nueva «Pampa y la vía», en la que decidió quedarse porque el futuro se veía promisorio. Ojalá que así sea, y que cambie la historia de una buena vez por todas y para siempre.

 

DANIEL ESPOSITO

 

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