¿Cómo tener una segunda casa en solo ocho meses?
En medio de una semana convulsionada por los ecos unas elecciones primarias y un recambio ministerial que intenta ponerle fin a una crisis política pocas veces vista, una familia como tantas, de esas que se largan a la aventura de la vida por las rutas argentinas, acaba de marcharse de Santa Rosa dejando un sentido mensaje para todos los pampeanos.
Es que los Ledesma, que arrancaron desde Rafaela con todas sus ilusiones a cuestas para encarar una larga travesía que se propone unir Ushuaia con Alaska, tuvieron un tremendo problema hace ocho meses, cuando se les rompió el motor de la casa rodante en la que se trasladaban.
Fue así como en plena pandemia no tuvieron más opción que instalarse en la capital pampeana y buscar alternativas para seguir con su viaje.
Para quienes no conocen demasiado la historia, en resumidas cuentas, tuvieron que parar, buscar la forma de arreglar su vehículo, ver como juntar la cantidad de dinero que les insumiría esa reparación y mientras tanto, vivir varados en Santa Rosa. Pasaron los meses, reunieron el dinero necesario vendiendo alimentos y adornos, consiguieron tener su motor hecho a nuevo y solo les quedaba salir a probarlo por pueblos cercanos. Ya terminadas las pruebas y el correspondiente «ablande», este último viernes siguieron viaje rumbo al sur.
Solidaridad y agradecimiento.
Pero, antes de partir, coincidieron en asegurar que en solo ocho meses La Pampa se transformó en su «segunda casa». Y más que eso: relataron lo que quizá muchos sabemos pero no andamos repitiendo orgullosos todos los días y por todos lados: que tenemos en esta tierra a gente solidaria, que siempre está dispuesta a dar una mano, y que también tenemos hermosos lugares por conocer.
Sin saberlo, casi como parte del guión de una película que bien podría hacerse en un futuro cercano (si alguien la hace no se olvide de dar crédito a este humilde columnista en los títulos finales), los Ledesma contaron que fueron recibidos por los pobladores de cada localidad como si fueran visitantes ilustres, los invitaron a comer, les ofrecieron alojamiento y les contaron la historia del lugar.
¿Cómo no enamorarse de esta tierra con tantas atenciones? Es por eso que los Ledesma, así como cuando se quedaron varados pidieron hacer pública su situación para que los ayudaran, hace pocos días quisieron despedirse dando a conocer su agradecimiento, contando que se la pasan escuchando temas de nuestra tierra y que hasta adoptaron una gata que se llama «Pampita». Y más aún, se fueron con la idea de llevar con ellos una bandera de la provincia, a la manera de embajadores itinerantes, para difundir las bondades del lugar.
Demoliendo mitos.
Los Ledesma revelaron que cuando planificaban el viaje y contaban que pasarían por La Pampa, sus interlocutores les decían invariablemente «pasen de largo que ahí no hay nada». Y ellos, que debieron quedarse obligadamente acá, ahora quieren terminar con esa especie de mito popular, rebatir esa idea y contar a los cuatro vientos que esta provincia puede transformarse en pocos meses en «segundo hogar» de cualquier familia argentina.
Este escriba puede dar fe de la certeza de esas palabras, porque hace algunas décadas le dijeron lo mismo y le llevó menos tiempo enamorarse de esta tierra y de su gente. Casi el mismo tiempo que le llevó sorprenderse con las lágrimas rodando por sus mejillas después de escuchar ese verdadero himno pampeano que es la «Huella de ida y vuelta», sobre todo cuando dice que uno no sabe en qué madrugada pegará la vuelta y que por ese mismo motivo ir «pa’delante» tanto nos cuesta.
Es así como esta familia vino a mostrar, sin proponérselo, esta realidad nuestra de cada día. Siguen su viaje, pero ya nunca se olvidarán de La Pampa. Es el primer capítulo de su travesía, y como el primer amor, ya se transformó para ellos en inolvidable. Dicen que de ahora en más esta es su «segunda casa» y lo aseguran tan convencidos y agradecidos que no queda más alternativa que creerles. Lo bueno será que cada vez que lo cuenten, quienes los escuchen podrán entusiasmarse y pensar en venir a conocer estas tierras y a su gente. Se transformaron en nuestros promotores de viajes «ad honorem» y es probable que de este modo el mensaje se multiplique. Y no estaría mal tomar la idea para impulsar en esta provincia un gran encuentro de «familias rodantes», aprovechando la centralidad de la ubicación pampeana.
En definitiva, los Ledesma nos vinieron a decir que vivieron en un lugar que no será como el ideal de «Imagine» que planteó John Lennon hace cincuenta años y que bien recordó hace exactamente una semana el amigo «Petronio» en esta misma página, pero bastante se le parece.
DANIEL ESPOSITO
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