Martes 08 de julio 2025

Moloc sólo espera y su bocado llega

Redacción 10/08/2012 - 03.48.hs

Señor Director:
En mis artículos suelo acudir al dios fenicio Moloc (o Moloch o Baal), con más frecuencia al abordar temas del tránsito.
La imagen que tengo de esa divinidad es la que de un Moloc que, según ciertas tradiciones, se había instalado en rutas muy transitadas y en cruces de ruta, para saciar su necesidad de devorar, siempre por su necesidad de reducir las tinieblas que lo constituyeron desde que, con la creación del mundo, se vio instalado en la materia.
Esas creencias están formalmente muertas, pero hay otra manera de interpretar los cambios que se suceden en el Olimpo y otros panteones celestes. Puede pensarse y de hecho se piensa que esas divinidades simplemente han perdido visibilidad, pero siguen estando en sus lugares y con sus apetitos, tanto las que quieren dañarnos como las que velan por nuestro bien, según la creencia.
Al ver el crecimiento constante del parque automotor argentino en los últimos años, me pregunté hasta qué punto la discordancia entre ese incremento y la poca y morosa actualización del sistema vial harían posible mantener los niveles mínimos de seguridad. La respuesta la dieron rápidamente los hechos: más vehículos en movimiento en una infraestructura demorada implicaban un aumento acelerado del riesgo. Fue entonces cuando reapareció en mi mente aquella imagen vitanda del Moloc que esperaba en las carreteras que los hombres llegaran para saciar su necesidad metafísica. No me place exponer visiones atroces, pero cada vez que se repite un accidente con víctimas fatales, no puedo dejar de asociar esta imagen con la penosa realidad.
También he pensado que asistimos a un efecto de la supresión de los ferrocarriles y el consiguiente incremento de los grandes automotores que se ocupan de las cargas y del transporte de pasajeros. Se sospechó en su momento que la clausura ferroviaria (que es difícil y costoso superar) fue parte de una maniobra para favorecer el crecimiento de ese parque y de los intereses ligados a él. Una de las causas del conflicto entre la CGT y el gobierno puede pasar por ahí, porque el gremio de los camioneros creció a favor de esa infausta medida de los noventa y cambió algunas proporcionalidades, al tiempo de que se ha valido de su mayor poder para introducirse en otras áreas, entre ellas la recolección de basura. Otra consecuencia visible es su aumento de pretensión política.
Quienes andan los caminos de las llamadas naciones más desarrolladas, aun en estos días en que las aflige una crisis muy profunda, destacan que las autovías han estado aumentando a la par del crecimiento del parque automotor y su mayor potencia, velocidad y peso. Y hacen notar, también, que esos países mantienen su sistema de trenes para pasajeros y carga, así como utilizan las vías de agua y las aéreas.
Los moloc (los espíritus que llamamos del mal) dicen que fueron un producto no querido de la Creación, pues al generar la materia los dioses introdujeron lo negativo, lo oscuro, como componente del escenario de las nuevas criaturas y no pudieron evitar que ellas carguen con dosis de tinieblas que se hace difícil contener y orientar de manera positiva. Sucede, según mi parecer, que el mito no es algo que quedó soterrado en la antigüedad. En buena medida, hemos cambiado el lenguaje, pero el argumento en el mismo. Los Moloc no vienen de algún lugar ajeno, sino que los vamos instalando, con uno u otro nombre, con nuestros errores, nuestras inconsecuencias, nuestra codicia, nuestra corruptibilidad.
Ahora contabilizamos a los muertos. Los convertimos en cifras de una estadística, que mide las variaciones periódicas y da lugar a las comparaciones entre países y regiones. Apenas queda tiempo para llorar. Sólo la memoria se esfuerza por recordarlos. El Moloc fenicio prefería que le sacrificaran niños, porque éstos han tenido menos tiempo para desarrollar el espíritu. Los de ahora no hacen diferencia.
Atentamente:
JOTAVE

 


'
'