Domingo 11 de mayo 2025

Un dicho infeliz y lo que deja saber

Redacción 05/11/2008 - 03.40.hs

SEÑOR DIRECTOR:
La retractación pública de la persona que dijo esperar que el rally Dakar deje alguna víctima fatal a su paso por La Pampa, debe ser aceptada, sin que con ello se borre de la realidad ni deje de tener importancia.
El tema ha sido analizado largamente, en especial desde que Sigmund Freud lo incluyó en Psicopatología de la vida cotidiana, con la denominación de "acto fallido". Este nombre se aplica a una forma de expresión que resulta diferente y hasta contraria a la intención original del sujeto. Cuando tal cosa sucede, el autor se disculpa, diciendo que fue un lapsus linguae o una metida de pata. Para Freud esto es algo frecuente y puede sucederle a cualquier persona, y añade que se trata de una "traición del inconsciente", de modo que la disculpa, si bien reacomoda a quien usó esa expresión, no borra la idea de que allí hay algo verdadero. El dicho interfiere o entra en conflicto con algún deseo o cadena de pensamientos inconscientes.
En el caso local, hasta donde estoy informado, el autor de la expresión estaba tratando de ponderar la importancia que los pampeanos deberíamos dar al paso de los vehículos de una competencia que despierta interés en casi todo el mundo. Si, además de pasar y estar durante algunas horas entre nosotros, sucediera un accidente con víctimas fatales, la gente de ese mundo asociaría más fuertemente su idea acerca de la importancia de la carrera con el lugar donde se produjo el hecho infausto. Qué ganarían, de manera computable, Santa Rosa y La Pampa en tal caso, es pregunta que sólo puede contestarse con conjeturas. Las relaciones entre los hechos son imprevisibles. Incluso, pueden no darse. Puede que esa gente del mundo retenga la noticia adicional como una confirmación de que "siempre" sucede algo así, en algún lugar, en este tipo de competencias. Habrá quien lleve una estadística funeraria y se diga que esta vez hubo menos o más muertos y se disponga a modificar el promedio. Las tragedias suelen convertirse en cifras, en un proceso de abstracción y alteración. Nuestros nombres de lugares o instituciones no serían más relevantes que los de algún sitio del suelo de Francia o del desierto sahariano donde tal corredor termine trágicamente su andar. Importa el personaje del volante, no el sitio, aunque algunos "fans" suelen, luego, peregrinar hasta allí en un impulso de tipo más bien religioso. Se ha visto que estos fanatismos llegan al extremo de erigir lugares de culto a fin de dar oportunidad a que el muerto pueda producir milagros. Nada autoriza a suponer que fuese de este tipo la "cadena de pensamientos inconscientes" del autor de la expresión que se ha visto obligado a cantar la palinodia.
El caso interesa porque remueve recuerdos de lecturas freudianas. Por ellas supe que la palabra o el gesto que producimos por afuera de nuestra intención o control mental, pueden estar avisando acerca de algo que anda por los senderos secretos de nuestro psiquismo. La repetición del chiste equívoco y de cualquier expresión que obligue a retractarse, pueden ser el síntoma de alguna forma de desorden o advertencia acerca de una parte de nuestro ser que no se ha desarrollado a tono con la intención educadora y socializadora. "¡Epa!, ¿quién me habita, quién ha ocupado mi espacio... (y, de última) quién soy? Uno intenta construirse a partir de la represión de ciertos instintos e impulsos y mediante la educación formal o informal, por la experiencia y por la aceptación de pautas morales, pero una mera expresión que se escapa de pronto puede advertirnos que está labrando solamente la superficie, la apariencia. Componemos la figura que nos gusta que vean los otros, aunque sospechemos que no sea un disfraz inocente. Muchos padecen malformaciones valorativas por falta de educación o por efectos de acciones ajenas, como la publicidad comercial y la cháchara con que se exalta el deporte profesional.
Atentamente:
JOTAVE

 


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