Viernes 23 de mayo 2025

EE.UU.: elogio de la desigualdad

Redacción 02/11/2009 - 02.20.hs

En una reciente conferencia, un ejecutivo de un poderoso banco norteamericano alabó la desigualdad. Hace ocho meses parecía que al mundo de las finanzas norteamericano (Wall Street) le esperaba una fuerte regulación financiera con mayor supervisión de sus operaciones y muchos más requerimientos de capital. Pero ahora el Congreso aparece dando marcha atrás y sólo se habla de un mínimo posible de regulación para, al menos, dar la impresión de que está haciendo algo para controlar a Wall Street.
Robert Reich, ex secretario de Trabajo y profesor de la Universidad de California describe muy bien el problema. ¿Qué sucedió? Dos cosas. Primero, la atención de la sociedad norteamericana se desvió y ahora preocupan más los servicios de salud. Y además el índice Dow Jones volvió a subir. Los políticos que boicotearon la regulación de Wall Street durante diez meses sabían que el público perdería el interés agobiado por otros problemas. Segundo, los bancos siguen sobornando al Congreso. Los poderosos de Wall Street aumentaron sus donaciones políticas el mes pasado después de incrementar la presión de los lobbystas. Por ejemplo, el Comité de Acción Política (PAC) Morgan Stanley donó 110.000 dólares en septiembre, de los cuales 43.000 fueron a manos de los demócratas.
Las donaciones oficiales del PAC de Wall Street son insignificantes en comparación con las decenas de millones de dólares que los ejecutivos de Wall Street desembolsan para los candidatos. Hay que recordar que Wall Street está donde está el dinero. Los financistas se han convertido en las más grandes fuentes de dinero tanto para demócratas como para republicanos. Y con las elecciones del año próximo todos los miembros del Congreso dirigen su mirada ansiosa hacia los bancos.
Hasta Barak Obama fue la semana pasada a Wall Street en busca de dinero y recibió unos dos millones de dólares, relató Reich. Pidió educadamente a los banqueros que cooperaran con la reforma, pero no eran palabras de combate. Es difícil pelearse con gente a la que se le está tratando de sacar dinero.
¿Cuál es el problema esencial? Algunos funcionarios de la Casa Blanca han atacado duramente el pago de altos sueldos a ejecutivos en el caso de bancos que aún están recibiendo dinero del Estado por el Programa de Ayuda de Valores Problemáticos (TARP). Pero esos funcionarios no están empujando como debieran la nueva legislación de reforma financiera, y el TARP ya no cubre a varios de los grandes bancos con los mayores salarios y regalías, aunque aún estén recibiendo subsidios del gobierno en la forma de préstamos de bajos intereses.
Wall Street y el Departamento del Tesoro quieren hacerle creer a los estadounidenses que el dinero del TARP será devuelto, pero el inspector general responsable de supervisar ese plan de ayuda a los bancos, dijo que "sólo el 17 por ciento" del dinero ha sido devuelto al Estado, y que "es altamente improbable que los contribuyentes vean una devolución total de su inversión".
Al ejecutivo que tanto elogió la desigualdad no le importa que EE.UU. se encamine una vez más hacia la inequidad fomentada por el sector de las finanzas. Wall Street está de nuevo donde estaba en 2007, pero la mayoría de los norteamericanos son más pobres que entonces, en gran medida debido a la debacle que sucedió por culpa de los especuladores de Wall Street. Lo sublevante es que el Estado rescata a Wall Street pero los contribuyentes ni siquiera cobrarán la deuda.
Y ahora que esos banqueros saben que los gigantes de Wall Street son demasiado grandes como para dejarlos caer, en el futuro correrán mayores riesgos con el dinero de toda la sociedad. ¿Puede haber más desigualdad en el paraíso norteamericano?

 


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