Un cuento breve en lugar de una novela
SEÑOR DIRECTOR:
El caso de Abel Posse ha sido largamente tratado por los medios. Hablo de su paso por el ministerio de Educación porteño.
A Posse lo conocí como novelista y trataré de recordarlo como tal. Leí con sostenido interés su Largo atardecer del caminante. Leía sus notas desde Praga para La Nación, que me atrajeron porque me hacían conocer noticias de un mundo que siempre admiré (Praga y todo lo que expresa y sugiere) y porque proponía algunos enfoques interesantes sobre personajes de la época, de allá y de América. Después lo perdí de vista como persona aunque leí algunas otras novelas suyas. No hubo, como quizá yo esperaba, una ficción basada en la historia que me instalara otra vez en la América primordial, la que vieron los ojos europeos a partir de Colón. Esa América que aparece en Roa Bastos (Vigilia del almirante, Yo el Supremo), en Saer (El entenado), en Belgrano Rawson (Rosa de Miami y Noticias secretas de América)...
Cuando reapareció, al final del año recién despedido, no diré que me sorprendió, pues muchos intelectuales han sido llamados a intervenir en el gobierno de la educación. Leí que el ex presidente Duhalde dijo que Posse lo llamó (él estaba en Washington) para preguntarle si debía aceptar la oferta de Macri. -Le dije que sí, ¡tenía tantas ganas! Esta respuesta de Duhalde a un periodista resultaba, por lo menos, llamativa, al tiempo que el episodio parecía revelar que Posse quería ahora hacer carrera política, que se había acercado a Duhalde y que, ante la oferta de Macri, le interesaba saber si su mentor no veía inconveniente (o no le cerraba otras alternativas). Esta amplitud de opciones políticas que se está dispuesto a aceptar no es una novedad sino más bien uno de los rasgos de esta actualidad.
Supuse que Macri no daría marcha atrás, pues venía de llamativas retiradas, pero Posse duró apenas doce días en el cargo de ministro.
No es mi propósito en esta nota avanzar en el terreno de lo político ni en las razones que movilizaron a tantos individuos y organizaciones para reclamar contra la permanencia de Posse en ese ministerio. Mi tema de este momento es un escritor, un novelista, un hombre de letras que había alcanzado una destacada instalación entre los que vienen publicando en el último medio siglo. Me pregunto si Posse volverá a escribir como en sus años de Praga. Y comienzo por decirme lo obvio: que en su aventura ministerial ni tiempo tuvo para una novela, apenas si para uno de esos cuentos brevísimos que han dado fama a Augusto Monterroso: -"Cuando despertó, el dinosaurio estaba todavía allí". Los que descalifican a Posse por las ideas políticas que ha estado manifestando (y que apenas ensayó justificar, suavizándolas en algunas declaraciones) pueden sentir la tentación de especular con las posibles ubicaciones o situaciones de su dinosaurio (voz que en nuestra política tiene un significado de derecha extremísima). El dinosaurio puede haber sido soñado por Posse en su sueño ministerial, pero si todavía estaba ahí cuando le pidieron la renuncia, seguro es que tuvo que llevárselo consigo. No se sabe que Macri se lo haya pedido y hay quien dice que Mauricio parece tener dinosaurio propio, sin haber alumbrado novela alguna. Dado que todavía siguen proyectando (en televisión) las versiones de Parque Jurásico, en los comentarios políticos aparece este hábitat como existente, ya como memoria, ya como un huevo que espera en el nidal de la condición humana y que rompe la cáscara cuando se dan condiciones propicias. Quizás cada hombre nace con su dinosaurio y es que su historia relata su pelea por mantenerlo quieto y sin que crezca.
No dejaré mi buen recuerdo de las páginas del Caminante en su largo atardecer, en tierras hoy norteamericanas, como gozo de otros escritores en la recreación de la aventura que se repitió desde la costa brasileña a las cataratas o en la entrada por los ríos (El entenado).
Atentamente:
JOTAVE
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