Uribe y Santos hicieron de la senadora Córdoba un nuevo "falso positivo"
La senadora Piedad Córdoba fue castigada por el Estado colombiano, tan afecto al terrorismo de Estado. Su destitución y sanción suponen una pérdida para la democracia.
EMILIO MARÍN
Hasta 2002 el sistema político colombiano, estrechamente asociado al narcotráfico y los paramilitares, se basaba en el Partido Liberal y el Conservador. Con la fractura que Álvaro Uribe produjo en el primero, agrupando a lo más belicoso y oligárquico de la política, las dos agrupaciones quedaron bastante vacías. Uribe montó el Partido de la Unidad o Partido de la "U", como se lo conoce.
En parte con el voto popular, en 2002, y forzando en 2006 una reelección que no figuraba en la Carta Magna, se consolidó esa representación de las clases dominantes y de los inversionistas foráneos. Uribe fue el más fiel socio de Washington, con quien firmó un Tratado de Libre Comercio y cedió siete bases militares.
Quizás ese vaciamiento hizo que en el Partido Liberal recuperaran espacio figuras opositoras, como el ex presidente Ernesto Samper y la senadora Córdoba. Esta mujer estaba cansada de tanto derramamiento de sangre y coincidió, desde sus propias convicciones, con la idea de gestionar un intercambio humanitario.
La idea era sencilla de exponer pero muy difícil de llevar a cabo: la insurgencia devolvía sus retenidos políticos y militares, y el Estado liberaba a cientos de guerrilleros que se pudren en las cárceles.
Si ese primer paso era dado, se abría un nuevo escenario. Ambas partes enfrentadas militarmente podían empezar a discutir una agenda de temas políticos y sociales. Así se podía ir resolviendo el largo conflicto armado de Colombia que según algunos empezó con el Bogotazo de 1948 y según otros en 1964 con la fundación de la agrupación liderada por Manuel Marulanda Vélez. En cualquier caso, un conflicto muy añejo y sangriento.
Hubo un tiempo, en 1999-2000, en que el presidente conservador Andrés Pastrana y Marulanda abrieron un diálogo de paz y lo ubicaron en una zona de despeje en San Vicente del Caguán. El experimento fracasó en sus objetivos más elevados, pero dejó la sensación de que la paz no era un imposible.
Pero después vino Uribe y recrudeció el "plan Colombia" con sus 2.000 asesores militares gringos y sus 800 millones de dólares anuales para financiar la guerra. ¿Qué general iba a querer la paz en esas condiciones?
De todas maneras la senadora Piedad Córdoba y hasta el presidente venezolano Hugo Chávez fueron comisionados por Uribe en 2007 para mediar ante las FARC en la liberación de retenidos. Ese mandato le duró poco a Chávez, pues su colega lo revocó a poco de andar. Córdoba siguió adelante y con la ayuda del bolivariano logró que dos mujeres retenidas fueran liberadas en forma unilateral y llevadas en avión a Caracas.
La campaña.
Después hubo otros operativos exitosos, lo que debe haberle valido a Córdoba la decisión del "establecimiento" (como llaman allá al Estado) de bajarle el pulgar. Uribe ponía más y más obstáculos a los intentos de la senadora para interceder y liberar a más personas.
El presidente no otorgaba salvaguardias ni despejaba la zona donde debían producirse esas liberaciones, o bien la aeronáutica sobrevolaba esos lugares para impedirlas o bien obligar a suspensiones. Eso buscaba sembrar desazón en las partes involucradas.
Uribe y su entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, no querían ir por esa vía pacífica sino volver a los rescates militares, aún cuando varios intentos habían fracasado y provocado muertes de rehenes.
La dupla Uribe-Santos salió fortalecida cuando -con la traición de algunos mandos farianos- consiguió liberar sin disparar un tiro a Ingrid Betancourt y tres contratistas norteamericanos ligados a la CIA, entre otros prisioneros.
En los campamentos de la selva quedaban varios policías y militares que los rebeldes habían capturado en combate. La idea primaria de Marulanda y de su segundo, Alfonso Cano, que asumió la jefatura a la muerte de aquél por un problema cardíaco, era canjearlos por militantes presos y extraditados por Uribe a Estados Unidos (Simón Trinidad y Sonia).
Entonces la senadora liberal debía reunirse con los mandos guerrilleros, para lo cual estaba autorizada por la presidencial Casa de Nariño, y persuadirlos de que lo mejor era liberar a esas personas, aún cuando la otra parte no abriera ninguna de sus deplorables cárceles.
Esa fue la prédica de Piedad Córdoba. Contó con el apoyo político de Chávez y de Lula da Silva, más las opiniones de Fidel Castro, quien criticó fraternalmente a la guerrilla por tomar prisioneros por tiempos tan largos y obligarlos a vivir en durísimas condiciones en la selva (ver "La paz en Colombia", Editora Política).
La senadora conformó el colectivo "Colombianas y colombianos por la paz" que bregó por ese intercambio humanitario y logró que 13 familias colombianas recuperaran a sus seres queridos (incluyendo los restos del mayor de policía Guevara, que había fallecido en cautiverio).
Uribe logró varios objetivos, tales como el bombardeo y asesinato del comandante Raúl Reyes en marzo de 2008, la liberación ya citada de Betancourt y avances en los planes para matar a Jorge Briceño, "Mono Jojoy". En ese momento, con la tranquilidad de haber dejado en manos de Santos la presidencia (agosto de 2010), decidió cortar la cabeza de la molesta Piedad.
La farsa.
Así fue que el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, decidió el 27 de septiembre pasado la destitución de la senadora y su inhabilitación por 18 años para ocupar cargos públicos.
Tres días más tarde, Fidel Castro escribió en sus reflexiones: "no me sorprende, sin embargo, la decisión tomada por el Procurador General, que obedece a la política oficial de ese país virtualmente ocupado por las tropas yanquis".
La sanción fue apelada por Córdoba y su abogado Ciro Quiroz, pero treinta días más tarde fue confirmada por Ordóñez y comunicada al presidente del Senado, Armando Benedetti, quien la hizo aprobar por el cuerpo.
Remachando en caliente, Benedetti puso en marcha el reemplazo de la sancionada por quien le seguía en la lista del Partido Liberal por el Departamento de Bolívar. Se trata de Lido García, quien dijo: "admiro a Piedad porque hace cosas que nadie se atreve, es lamentable lo que le ocurrió".
En suma, a Piedad la lincharon y la disfrazaron con ropas de las FARC, como hicieron con los 2.000 jóvenes asesinados y presentados como guerrilleros, en el escándalo conocido como "falsos positivos".
La destituida pidió más custodia, alertando que gente del gobierno anterior "tiene mucho interés en que a mí me maten". El triste récord de Colombia con 60.000 desaparecidos forzados y 70.000 muertos en la guerra civil, pide no subestimar esa denuncia.
¿Con qué pruebas se condenó a la senadora? Según la Procuración, en las computadoras de Raúl Reyes capturadas en Sucumbíos se hallaron correos electrónicos con la facilitadora. Esa denuncia no hubiera pasado por ningún tribunal mínimamente apegado a las leyes, pues los ordenadores fueron manipulados por el espionaje del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Según Ordóñez, en esos e-mails la legisladora daba consejos a la insurgencia para no enviar videos con pruebas de los retenidos sino grabaciones de voz. Según la acusación, "colaboró y promovió a las (FARC durante el periodo comprendido entre el 15 de agosto y el 20 de noviembre de 2007 (...) y posteriores a los años 2007, 2008 y 2010".
No hay pruebas de eso. En cambio la senadora argumentó que entre agosto y noviembre de 2007 fue autorizada por Uribe para viajar y reunirse con líderes insurgentes e instarlos a la liberación de los retenidos. Puntualizó que a su regreso informó detalladamente de esos encuentros con Reyes al comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, a quien entregó videos.
Restrepo es hoy presidente del oficialista Partido de la U y junto con el procurador Ordóñez quiere tomarse revancha. Esa jauría proestadounidense tiene algunos mastines en Buenos Aires. El ex embajador menemista ante la ONU, Emilio J. Cárdenas, escribió el 7 de septiembre pasado: "Piedad Córdoba acaba de pasar por Buenos Aires. Por aquello tan viejo de dime con quién andas, vale la pena reseñar sintéticamente sus actividades. Ocurre que la senadora, que suele vestirse rigurosamente con los colores de Hugo Chávez a la manera de mensaje abierto, se disfraza además de 'mujer en permanente misión humanitaria'. Siempre con segundas intenciones".
El ex banquero también la acusaba de ser de las FARC, en sintonía con el grupo neonazi "UnoAmérica". La única "internacional del terror" que existe en nuestra región es ésta y sin piedad se cobró otra víctima.
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