Jueves 05 de junio 2025

Otra mirada sobre la tierra y nosotros

Redacción 07/09/2010 - 01.04.hs

Señor Director:
Días atrás, en esta columna, menté al titán Anteo y el mensaje implícito de ensaya comunicarnos a perpetuidad.
No estoy obsesionado por dar cuenta de mi saber acerca de los mitos que se han conservado de los pueblos que llegarían a engendrar grandes culturas, sino que traslado a mi lector (¿otro mito?) lo que creo entender de ellos: que cada mito está dando cuenta de un esfuerzo quizás inicial del hombre por entender algo acerca de lo que Max Scheler llamaría su "puesto en el cosmos". Cada mito debería ser interpretado desde esta instalación. En cuanto al de Anteo, me parece que comunica algo que viene a ser obvio pero no inútil: que somos criaturas de la tierra, puesto que la vida comenzó y se diversificó en ella, porque nuestros cuerpos están hechos con los elementos de la tierra y porque, cualquiera sea la ceremonia fúnebre que elijamos o nos elijan, siempre devolvemos lo que nos fue prestado con tanta generosidad y me atrevo a imaginar que con alguna otra intención que siempre estamos tratando de descifrar. Cada una de las más antiguas religiones serían ensayos tempranos de respuesta. Entiendo que las creencias que privilegian el vínculo con la pachamama lo que tratan de cuidar es que no se rompa esa ligazón o de re-ligar cuando se sospeche que se haya cortado.
Digo esto porque acabo de leer que en Diputados (nación) se comienza a debatir una cantidad de proyectos que tratan de condicionar la venta de territorios rurales que se extienden sobre aguas, áreas protegidas, zonas de seguridad de fronteras y bosques nativos. Dado que existen proyectos similares de distintos bloques, se puede pensar que, de lograrse acuerdo para coincidir en un proyecto único, tendremos una ley que establezca una normativa. Todos los antecedentes apuntan a señalar que se recela de las compras en
esas zonas por extranjeros. No dejo de valorar lo que parece ser el motivo de estas iniciativas coincidentes: que hay que asegurar la soberanía sobre bienes que van alcanzando una valoración creciente y pueden ser excluyentes, como es el caso del agua potable, aparte de intereses de tipo estratégico que se impone tener en cuenta al considerar la experiencia histórica en esta materia.
Acerco esta iniciativa al tema de la relación hombre-tierra, porque me parece que hay que releer el mensaje de Anteo para afrontar una legislación más completa que esta suerte de parches o murallas ocasionales ante peligros posibles o actuales, para ir alcanzando una determinación legal y cultural entre estos dos componentes de la realidad, o sea la nuestra con el suelo y el aire. Pocos repiten ahora el lema anarquista y de las izquierdas que reclamaba "la tierra para el que la trabaja", pero la legislación ha avanzado a partir de la idea de que la apropiación de los bienes naturales debe estar condicionada en el sentido de no ser pertenencia de alguien sino partícipes de una asociación cuya ruptura o lesión compromete el futuro. Quien tiene un título de propiedad sobre un terreno mayor o menor, suele actuar como si también fuese dueño del aire que lo cubre y de las aguas que corren por su superficie o por el subsuelo. De hecho, la legislación ya ha establecido algunas limitaciones y se está avanzando en cuanto al uso del agua potable y la contaminación de suelo y aire. Lo que parece faltar es una norma clara y determinante acerca de la protección de la fertilidad del suelo, para que no quede librada a la voluntad de una persona o de un grupo de intereses, sino atada al compromiso de preservar suelo, aguas y aire para toda la humanidad actual y su posteridad.
El mito de Anteo tiene componentes que no son tan claros como el de la liga del hombre con el suelo. El Anteo que se comportaba como rey absoluto de su lugar y retaba y mataba a cuanto foráneo acertase a pasar, aparenta desmesurado, aunque también puede ser ése el mensaje: que quien rompe con la tierra se autodestruye.
Atentamente:
Jotavé

 


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