No será nuevo pero sí distinto
MODESTO MORRÁS
El almanaque nos canta que estamos en un nuevo año, en la primera semana de un año flamante. Ya han pasado, naturalmente, los momentos de euforia que al son de una transferencia de almanaque, cada cual se acuerda del prójimo y del no tanto para expresarle el deseo de una mejor serie de doce meses que recién comienza.
En lo particular, lo mejor o peor dependerá de la buena o mala suerte que acompañe personalmente a cada morador de este planeta tan castigado por una explotación irracional que deja de lado el estado y el futuro de esa su casa grande, para supeditar al puro lucro el agotamiento o contaminación de los recursos que da la madre tierra, la Pacha Mama entre los precolombinos altiplaneños.
Para los moradores de este espacio delimitado por las fronteras nacionales, el 2011 tendrá el atractivo de la urna. Será en octubre, cuando esa caja hoy de cartón esté a disposición del votante a fin de decidir si la cosa seguirá así, con sus sostenidos y bemoles, o se producirá un ritornello a una época bastante cercana de salvaje puja por el ingreso sin otro freno que el escaso resto de esa virtud .hoy tan en desuso llamada escrúpulo.
A más de diez meses de esa elección ya aparecen en ronda los sondeos sobre el próximo veredicto ciudadano. Las encuestas aparecen muy claras en el concierto nacional: enorme ventaja a favor de la dama que tiene las riendas en la Rosada. La única incógnita es si será consagrada en primera o segunda vuelta. Que gana, no caben dudas y hasta ahora ninguna de la empresas especializadas se anima a dar otro pronóstico.
En el orden provincial y municipal, los pampeanos no la tienen todavía demasiado clara. Dependerá mucho de si la fuerza política principal recupera una unidad partidaria hoy muy maltrecha. La gente que ocupa el Centro Cívico desde hace veintiocho años, si le apetece seguir allí otros cuatro años tendrá que ser fanáticamente fiel a lo que pregona el segundo verso de la marchita partidaria (está claro, ¿no?). Si no es así, recuperar San Martín 50 le será muy problemático y seguir en Villa Elvina mucho más aún. La consigna consistiría en seguir a Borges, cuando sostenía que el factor de triunfo no será el amor sino el espanto, el pánico de quedar en la banquina de la ruta presupuestiva.
Con el nuevo año llegó la lluvia, muy copiosa en el centro de nuestro mapa. En la ciudad, aparte de los inconvenientes de algunos sectores urbanos y suburbanos el agua trajo algo muy positivo: el raleo del automóvil en la vía pública. Las canillas de lo alto dijeron ser más eficaces que las sucesivas administraciones comunales de por aquí.
También y en lo no agradable, el aguacero provocó la desaparición súbita de los taxis, o de muchos de ellos para no parecer extremistas. Y así será mientras no se establezca una regulación estricta que obligue a los licenciatarios a estar en la calle, con lluvia o sequía, con viento o calma.
Quizás con la descarga pluvial, alguna dirigencia ruralista cambie su discurso y no repita lo escuchado en los discursos de aquí en la muestra de octubre último, cuando se dijo que la situación del campo "es de catástrofe". Será tal vez por eso que el sector para obtener maxiganancias debe recurrir al pago de los peores sueldos, ofrecer condiciones de trabajo muy parecidas a la servidumbre y tener sin registrar (vulgarmente, en negro) alrededor del 70 por ciento de su personal. Son datos oficiales, no fantasías de esta columna.
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