Islas que no figuran en los mapamundi
SEÑOR DIRECTOR:
Leía el detalle que da Verbitsky acerca de la transnacional Nidera, en su anclaje argentino en San Pedro, Buenos Aires.
Esa empresa se ocupa de granos. Los toma de los productores y los vende al exterior, con una sensible diferencia a su favor que afecta tanto al productor y al conjunto del país, pues simultáneamente reduce el monto de sus impuestos y las disponibilidades del erario. Otras empresas (no sé si Nidera entre ellas) suelen venderse a sí mismas, en puerto de otro país, y luego venden al consumidor final. El precio crece sideralmente entre el que se paga en el país que produce (Argentina en este caso) y el que paga el consumidor final.
La AFIP había descubierto la maniobra para reducir deducciones e impuestos y denunció una evasión por 260 millones de dólares. Esto provocó una intervención en las instalaciones de Nidera, en San Pedro, y así se vino a saber que tenia encerrados a 130 trabajadores provenientes del norte argentino, adultos, adolescentes y algunos niños. No sabían donde estaban y no podían salir. Carecían de luz y agua en sus precarios traileres de chapa, ubicados en terrenos de una estancia. La provisiones solamente podían obtenerse en la empresa, "a precios alucinantes", escribe Verbitsky. Entre lo que les vendían tan caro figuraban fideos de los que el gobierno de Buenos Aires distribuye gratuitamente en uno de sus planes sociales. Los cobraban a razón de 35 pesos el paquete.
Un detalle que aparece en el relato da cuenta que el presidente de Nidera, Martín Mayer Wolf, es uno de los sostenedores de Acción Internacional, organización "que ayuda a la gente a salir de la pobreza a través de su propio trabajo".
Ya se vera qué queda de este relato una vez que lo desmenucen la investigación y, en lo que corresponda, la justicia. Por de pronto, estamos ante la denuncia de que existen formas de esclavitud actuales, que se realizarían en condiciones tan inhumanas y crueles como en tiempos del trafico de africanos. Dado que la comercialización de los granos se ve tan facilitada ahora por el alto precio de los llamados commodities, cuesta entender que el afán de obtener ganancias lleve a tal extremo de explotación de personas. Es probable que se haga manifiesta también una larga cadena de complicidades que puede llevar a cualquier exceso, tanto por el lado privado como por el estatal (¿como se obtenían los fideos de ayuda social bonaerense?).
No es mi objeto avanzar en especulaciones sobre el desarrollo que pueda tener este caso. Lo que me interesa ahora es esta nueva referencia a la actualidad de la esclavitud. Por cierto que estoy al tanto de su permanencia en otras latitudes. Hasta hace poco se daba cuenta de cazadores de hombres que luego los venden en mercados de medio oriente. En nuestro país supimos de trabajadores textiles (bolivianos, paraguayos, argentinos) encerrados en pequeños ambientes y obligados a cumplir jornadas desmesuradas por jornales exiguos y sin libertad de movimientos.
Un estudioso del tema dijo hace tiempo que la esclavitud se repetirá en la vida de los pueblos en la medida en que se repitan las condiciones que la hicieron posible en el pasado. Dado que el desarrollo económico de los pueblos no es sincrónico, siempre hay lugares donde dichas condiciones del pasado siguen siendo actualidad. La codicia no se ha desactualizado y puede esperarse que, tan pronto la reducción a esclavitud del trabajador sea una condición para la ganancia grande y pronta, no habrá objeción moral que la imposibilite.
El lector podrá preguntarse si existe progreso en el proceso histórico. Yo creo que lo hay, aunque de una lentitud pasmosa. Pero, desde que las sociedades actuales admiten la desigualdad extrema y mantienen y ahondan el abismo entre los que mucho tienen y los que sólo tratan de sobrevivir, las islas esclavistas, posibles o realizadas, no figurarán en el mapa, pero estarán ahí.
Atentamente:
JOTAVE
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